El pecado del orgullo se enfrenta a un Anticristo

10 0 0
                                    


Frente mi había un plato de sopa de vegetales sin carne, sentada a mi derecha estaba mi compañera de habitación revolviendo con gusto su plato con parte de su rubio cabello siendo manchado por el contenido mientras sus grandes ojos azules me veían como no comía lo que me había servido, a mi izquierda un espejo de cuerpo completo que no reflejaba para nada lo que estaba en la habitación sino que mostraba un hombre de cabellos largos vestido en túnica negra que también me veía fijamente con sus ojos color dorados, tenía unos feos cuernos en su cabeza.

—Tienes que ir.

La figura me replico por quien sabe cuántas veces ya.

— ¿Podrías esperarte a que termine mi almuerzo por lo menos?

Era tan fastidioso, no me deja comer tranquilo mi sopa de vegetales... sin carne.

—Además ¿por qué debo ir yo? Ella es un ángel, haría un mejor trabajo.

— ¡No me tires tus responsabilidades!

Mi rubia compañera me recrimino con igual molestia por lo que dije.

Como si fuera mentira.

—Además él señor Satán dice que vayas tú, así que hazte cargo.

¿Entonces por qué no te haces cargo tú también de ti misma?

Habla de los responsabilidades pero fue castigada por eso mismo.

— ¿No se supone que eres un ángel? Deberías estar cuidando a las personas ¿no? ¿Y dónde está tu orgullo? Dirigiéndote a Satán con tanto respeto.

Esta rubia buena para nada comenzó a apuñalarme con su cuchara, ¡sí tanto te ofende lo que dije demuestra lo contrario!

— ¡Paren de una vez!

El grito de Satán nos detuvo antes de que esta tonta me sacara un ojo y yo derramara mi sopa de vegetales sin carne sobre su cabeza.

—Escucha, la cosa que anda suelta por la ciudad es peligrosa, no podemos esperar más tiempo o puede ser demasiado tarde. Y no te estoy pidiendo que la derrotes, es muy fuerte para ti.

¿Perdona? ¿Qué dijo?

—Llamé a Armisael para que se encargue, lo que necesito que hagas es que lo distraigas hasta que llegue.

— ¿Qué fue lo que dijiste?

—Dijo que Armisael llegara a hacer un buen trabajo, no como tú que eres débil.

¡Esta estúpida!

— ¡Antes de eso! ¿Qué fue lo que dijiste, Satán?

—Dije que esa cosa es demasiado fuerte para ti.

¡Lo dijo de nuevo!

— ¡Oye! ¿Cómo te atreves a decir eso? ¿No crees que soy capaz de enfrentar a cualquier fenómeno que se aparezca en la ciudad? ¡Recuerda quien soy! Soy el pecado capital del orgullo, el impasible y heredero del templo de Cassandra, no hay nada que yo no logre. ¿Dices que no puedo vencer? Obsérvame.

—Hay un anticristo suelto en Shibuya.

¿Tenía que ser un anticristo? Maldición, después de dar ese discurso no puedo retroceder.

— ¿Por qué tiemblas?

— ¿Qué? De qué. Tú, no sé. No tengo idea de lo que hablas.

¿¡Por qué tartamudeo!?

Me levante del suelo y tome mi abrigo, me coloque mis guantes inamovibles y me dirigía la salida dispuesto a irme

Antes de salir señale a la figura que se manifestaba en mi espejo.

Cuentos e historias cortasWhere stories live. Discover now