Psychopaths

Capitulo 2

—¡AX...!—Trate de gritar pero el guardia jaló la correa de mi collar haciéndome toser con fuerza.

—Silencio— El guardia me miró advirtiéndome, sabía que si decía una palabra más, la pasaría muy mal— Solo bromeaba, en tus manos tienes la cura que salvará a tu hermana, podrá crecer, convertirse en una mujer, tener hijos, hasta ser Luna de una manada... en cambio tu novia, bueno, ¿Al menos le quitaste la virginidad?— pregunto, no puedo ver su boca pero estoy segura de que esta sonriendo. Estaba disfrutando hacerlo sufrir.

—Hijo de...— fue interrumpido por mi tos.

—Cuidado con lo que dices, no me hagas cambiar de opinión. Ahora vete.— dijo mirándolo fijamente. Axel gruñó antes posar su mirada en mi. Yo solo le sonreí débilmente haciéndole saber que estaba bien, que lo entendía. Que no necesitaba disculparse.

Se quedó unos minutos mirándome para luego irse corriendo con la cura en sus manos. Sería la última vez que lo vería, ni siquiera pude abrazarlo.

—Tú novio es un cobarde.

Tuve que usar todas mis fuerzas para no levantarme y golpearlo.

—El n-no e-es mi no-nov-vio—dije con dificultad, sentía que el collar estaba cada vez más apretado— Y no es un co-cobarde.

—Se rindió con rapidez, ese chico logró pasar las rejas, hacerse pasar por uno de nosotros, entrar a un hospital con documentos falsos, solicitar la cura, noquear a varios de mis hombres, correr kilómetros hasta casi lograr escapar. Pero cuando llego el momento de elegir entre tú y la cura ni siquiera negocio, no lucho, no pestañeo...simplemente te abandono— jalo mi correa para hacerme caminar, aún en cuatro patas.

—No tuvo opción— estaba sorprendida de que había podido completar esa pequeña oración.

—Acéptalo niña, te abandono.

Decidí dejar el tema, solo estaba provocándome. Empecé a mirar a mi alrededor. Estábamos caminando en lo que parecía ser un jardín, era tan hermoso. No tenía sentido pero aquí el cielo era más azul, el sol más brillantes, el aire se sentía más limpio, más fresco. Era un jardín de girasoles, mi flor favorita. Todo era tan hermoso. Quería acostarme en el suelo y disfrutar de la naturaleza. Pero en cambio acaba de perder mi libertad.

—Sube— estaba tan distraída viendo las flores que no me había dado cuenta de que paramos de caminar. Estaba frente a una camioneta negra, pero no se parecía nada a la mía, mi camioneta era roja con la pintura gastada, así que casi era rosada, las ventanas no funcionaban al igual que el aire acondicionado y siempre olía a hamburguesas con bacon porque era mi comida favorita. Esta camioneta frente a mi era de un negro brillante, parecía nueva, con los vidrios polarizados y estoy segura que no huele a comida chatarra adentro.

Con dificultad subí a la camioneta y es que no estoy acostumbrada a caminar en cuatro patas con un collar haciéndome toser cada dos minutos. Pero al guardia (cuyo nombre aún no se) parecía molestarle.

Bueno, si tanto te molesta ¿por qué mierda no aflojas el collar?

—Eres demasiado débil, no aguantarás ni un minuto aquí— dice aflojando el collar. Supongo que desea tener una conversación conmigo antes de torturarme por lo que me queda de vida. Antes de que pueda responder la camioneta arranca con tal velocidad que me desconcierta por unos minutos— Pero podrás servirme.

—¿Para que?— pregunto con la voz ronca.

—Tenemos un nuevo Rey, nuevo Rey significa nuevas reglas— dice rodando los ojos, parece que no está de acuerdo— No me malinterpretes, los intrusos en nuestro reino aún serán torturados con sus más grandes miedos, heridos tanto psicológico como físicamente...pero no hoy— dice eso último con un poco de decepción— Hoy buscamos reclutas, nuestra población es muy reducida...

—¿Será por qué cada día matan a alguien?—digo sarcásticamente pero de inmediato me arrepiento, aún puede matarme si lo desea.

—Como decía, nuestra población es muy reducida y aunque somos el reino más poderoso del mundo, el Rey insiste en que necesitamos más personas, ahí es donde entras tú— dice señalándome.

—¿Yo? ¿A que te refieres?

—El Rey cree que ciudadanos ordinarios puedes volverse extraordinario con un poco de ayuda, te meteremos en una academia por 3 meses y luego el mismísimo Rey te evaluará, si pasas vivirás aquí como una de nosotros...pero si no pasas—Dice mirándome fijamente.— Solo te diré que mas vale que te esfuerces en pasar.

Me quedo unos minutos en silencio procesando todo. ¿Eso significa que no me torturaran? Aunque ser forzada a convertirme en un ser frío sin sentimiento ni remordimientos suena a tortura.

—¿Axel también hubiera pasado por esto?—El guardia rueda los ojos. En serio tengo que preguntarle su nombre.

—No. No tiene el potencial, hubiera ido directamente a los calabozos.

—¿Crees que tengo potencial?— pregunto con una sonrisa.

—Creo que hablas demasiado— dice irritado. El guardia vuelve a ajustarme el collar, esta vez más que nunca. No puedo parar de toser—Cállate.

Quiero decirle que no estoy tosiendo porque me parezca divertido, pero apenas puedo respirar. El resto del trayecto fue aburrido, no podía ver por la ventana porque estaba en la parte de atrás de la camioneta, sin ventana, sin diversión, solo guardias viendo cada uno de tus movimientos. Me pregunto que estará haciendo Max ahora, ¿Axel ya le dio la cura a Lucy? ¿Estará bien? ¿Funciono?

—Ya llegamos— el guardia me quita el collar finalmente—No trates de hacer nada estúpido— Me voltea y procede a ponerme unas esposas.

—¿Por qué no me pusiste esto en primer lugar?— le pregunto indignada, me hizo andar todo este tiempo como si fuera su maldito perro.

—Me pareció gracioso, ya que tu novio es un lobo.

—No es gracioso y no es mi novio—digo aún indignada, aunque eso parece hacerle todavía más gracia.

—¿Tú que eres? Todo este tiempo he tratado de buscar tu olor, tu esencia, algo.— parece intrigado, pero decido cambiar de tema.

—En cambio yo sé perfectamente que eres un Hada, tus orejas y tus ojos verdes brillantes te delatan.

—No he tratado de ocultarlo, estoy orgulloso de serlo.

—Yo pensaba que eran amables— La puerta de la camioneta se abre y el hada me empuja hacia afuera haciéndome perder el equilibrio.

—Debí traer al lobo, seguro hablaba menos— se queja.

—¡Tu empezaste la conversación!—digo aún en el suelo

—Mi error, ahora cállate y camina—dice saliendo de la camioneta de un salto. Llega hasta mi y me ayuda a levantarme.

Cuando al fin me paro del suelo, levanto la mirada. Nunca había visto nada igual.