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A la mañana siguiente me levanté en modo avión y a juzgar por el ambiente en la casa, todos estaban igual que yo.
Mientras desayunaba podía notar que estaban pensativos y ninguno me había saludado.

Mireya-¿está todo bien?

Mamá y papá se miraron, y al mismo tiempo contestaron- si, esta todo bien

Me hice la que no le tomó importancia, sobre todo porque no quería empezar una discusión. Estaba tan cansada, y el día no ayudaba. Estaba nublado, a punto de llover. Decidí dejar mi plato, me levante y fui hacia mi habitación. Entre sintiendo que había algo distinto. Comencé a observar todo detalladamente, mire las paredes, la cama, el espejo, la cómoda, la persona que estaba al lado del espejo, el armario... esperen ¿¡QUEEE?!?! volví la vista al espejo, no había nadie. Okey, me estoy asustando. Estaba dispuesta a salir de mi habitación pero algo me retenía, no podía moverme, comemce a gritar, nadie venía. Así que grité más y más pero era inútil. Me detuve de inmediato, ahí estaba,  mirándome fijo. De un momento a otro había comenzado a retroceder, y no se como,  tomé lo primero que tenía al alcance, volví mi cabeza dispuesto a tirarle el libro que había agarrado pero ya no estaba.
Sin pensarlo mucho salí de la habitación. No llegué al comienzo de las escaleras y la luz de la casa de apago, comenzó a llover. Solo se oían los relámpagos de la tormenta.
Despacio fui descendiendo, estaba todo en silencio. Mi cerebro estaba tan estupido que no se me ocurrió mejor cosas que hablar

Mireya- oye cosa- dije, para luego empezar a bajar-da dos aplausos si tu me quieres matar - dio dos aplausos y me congele en mi lugar y empecé a llorar, de la nada salto sobre mi y yo grité.
Se prendieron las luces.
Observé todo al rededor y solo estaban mis hermanos y mamá. Mamá me miró preocupada, pero solo me hizo seña para que la acompañara. Empezamos a bajar despacio lo que quedaba de la escalera juntas, entramos a la cocina para dirigirnos hacia la puerta que da al patio.
Mamá la abrió para mi invitándome a salir, y sin saber que hacer di un paso hacia el costado mirándola

Mireya- ¿Mamá que haces?

No me respondió y solo salió al patio, la seguí sintiendo la lluvia. Caminábamos hacia la casita de herramientas, papá nos esperaba ahí. Entramos y divisé al final de esta una escalera. Papá fue el primero en bajar, luego yo y por último mamá. Ambos llevaban una vela para alumbrar, aún así no se podía ver nada.
Llegamos al final de las escaleras para encontrar una puerta de acero, papá colocó un codigo y empujó, se dio vuelta y me miró a los ojos. No comprendía, algo intentaba decirme a través de sus ojos, sin embargo, de forma desprevenida me empujo hacia el otro lado de la puerta, cai de rodillas y cerraron la puerta. Estaba todo a oscuras, aún así no pasó mucho tiempo para que una tenue luz amarilla dejara en penumbras el lugar.
Mire hacia el frente, y ahí estaba, mirándome...






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