El tiempo se medía de acuerdo a la vanidad humana, sin embargo para ellos, aquel reloj de arena desgranaba los minutos en su contra. Como si cada grano añadiera un enorme peso sobre sus hombros.
Diversos territorios de China se habían vuelto independientes y eran gobernados por distintas dinastías luchando para conseguir poder. Muchas de esas nuevas dinastías se habían hecho con su posición a través de medios violentos y cayeron con la misma velocidad una tras otra, creando una gran inestabilidad en prácticamente todas las zonas del territorio durante esa época.
JaeBeom había leído, se había informado, buscando desesperadamente un modo en los antiguos pergaminos, en cada registro escrito de su basta historia. Si algo sabía, era que de la historia se podía aprender para no repetir errores, saber dónde estaban sus raíces, las distintas ramificaciones de su linaje, pero lo más importante, en la historia habían respuestas, las historias contenían verdades. Y él confiaba en que allí encontraría una esperanza para reunificar a China y consolidar su dinastía.
Entre los pergaminos, surgió uno que atrajo extrañamente su atención, como un llamado inconsciente. Una especie de magia latente que se acentuó tan pronto él tocó aquel extraño rollo de grabados dorados.
La tinta se perdía en el papel, diluida con el paso del tiempo y su exposición a las inclemencias, le tomó horas y esfuerzo y ayuda, poder descifrarlo.
Jia Shuai, en su vasto conocimiento en lenguas aletargadas y restauración, rescató para él algunos tramos casi ilegibles, aunque no quedaba claro, en ciertas partes se refería a algo como «deidad» y en otras, los carácteres se asemejaban más a «demonio»
Demonio. Deidad. ¿Cuál de las dos? Seguía un poco escéptico, pero la mitología China tenía fuertes creencias que se remontaban a sus ancestros. No negaba que en sus años más jóvenes le gustaba fantasear con imponentes dragones, y aves fénix, guardianes de las puertas de los mundos, espíritus del equilibrio de las cosas, el ying y el yang. Criaturas poderosas y si eso existía, ¿por qué no aquello escrito en ese pergamino? Una peligrosa y poderosa deidad, un demonio que acudía a un llamado y, si se sentía complacido con la ofrenda, otorgaría un favor.
Pero cuidado, de saberse molesto, devastadoras catástrofes asolarían el lugar en torno a la persona que decidió perturbar su descanso. JaeBeom lo catalogaría como un Dios un poco caprichoso a su parecer. Pero qué sabía él, con tanto poder y la eternidad para aburrirse, también jugaría un poco con seres más débiles.
Sangre real, él.
Bellas artes, Jia Shuai.
Artes oscuras, BamBam.
Artes marciales, Mark.
Eran los cuatro requisitos, los cuatro pilares necesarios para llevar a cabo el ritual.
JaeBeom le había relegado a Jia Shuai, en su versado conocimiento, el identificar los otros componentes y junto a BamBam, establecer los pasos a seguir. Estaban ellos, que eran lo que ejecutarían el ritual, pero necesitaban también las ofrendas, ciertas plantas que al quemarse desprendían aromas específicos, una especie de incienso. También estaban los alimentos, el demonio exigía los más deliciosos y exuberantes platos. Y las riquezas.
Las preparaciones estaban listas, y su coraje se iba diezmando a medida que avanzaban por los inhóspitos caminos de montaña, parecía que nadie los había cruzado hacía eónes. Ni siquiera el más osado de los comerciantes o el más avaricioso de los gobernantes. Mucho menos los ladronzuelos malvivientes.
La calma sepulcral en la que se sumía el bosque conforme ellos seguían, le erizaba la piel. Le hacía pensar en un bosque virgen, un lugar que no había sido perturbado por la mano de los humos.
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Demon's King • JackBeom
Fantasy¿Deidad? ¿Demonio? No hay favor sin beneficio. °°°°° × Historia corta. 3 Shots. × Inspirado en 100 Ways. × Continuación de esta historia en Diábulus | JackBum