CAPÍTULO III. LAS PRIMERAS VECES

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Estuvo allí sentada casi una hora, con el plato delante, y aquella expresión melancólica y semiperpleja en su rostro. Poco a poco, otro pensamiento comenzó a emerger en su mente; bueno, dos pensamientos en realidad, que parecieron al instante conectados y sin ninguna relación. ¿Serían las partes interconectadas de un pensamiento mayor? Mientras se mantenía atenta hacia el plato con la comida –que por cierto, estaba enfriándose– examinó sus propios pensamientos.

El primer pensamiento era que su padre estaba muerto, que ni siquiera había muerto en un lugar fijo, sino en el aire. El segundo pensamiento tenía que ver con el día. Uno de esos jueves donde los hombres trajeados se aparecían por la casa. El sol refulgía y HeeJin vio el termómetro colgado en una de las paredes de su casa, cerca de la ventana. Marcaba veintiocho grados centígrados. Era un día hermoso y su padre estaba muerto.

Frunció el ceño, con talante confundido y apático. Su mente se ocupaba del problema y después se disparaba en otras direcciones, pero siempre volvía al punto inicial. Hombres trajeados que la ponían de mal humor, su padre muerto en un viaje a Turquía. Turquía. ¡Por supuesto! Los hombres trajeados para nada tenían rasgos de un coreano, tenían el rostro levemente cuadrado, la quijada se les marcaba muy bien, cejas gruesas y penetrantes ojos. No hacía falta mencionar cómo saludaban a HeeJin, tomando su mano y fingiendo besarla pero sin llegar a hacerlo, y en vez de eso, hasta parecía que olían su mano o algo parecido. Además saludaban a su padre imitando con sus manos la cabeza de un lobo: uniendo sus dedos medio y anular con el pulgar.

Tuvo una revelación repentina y cerró los ojos con fuerza, como si la hubieran golpeado. Al mismo tiempo, sus manos brincaron involuntariamente sobre el mantel, tirando al suelo el plato, que se hizo añicos, y HeeJin gritó llevándose las manos a las mejillas, donde sus dedos trazaron círculos, intentando destensarse. La perpleja y apática vaguedad se borró de sus ojos, que enseguida adquirieron una expresión penetrante y directa.

Esos hombres tenían algo que ver con la muerte de su padre y ella adivinaría que sucedió exactamente.

—Señorita Jeo... HeeJin. —Llamó con seriedad la chica trajeada, captando la atención de la castaña quien se encontraba intentando recoger el desastre que había hecho. —¿Está bien? Su mano sangra. —A HeeJin le extrañó la expresión de preocupación de su empleada, aunque podría pensar lo que quiera, quizás así era la cara de HyunJin y ella jamás lo notó. La más alta se acercó a la mesa para poder ver adecuadamente la mano ajena. De una de las bolsas del saco, tomó un pañuelo y envolvió la mano de HeeJin a modo de torniquete, asegurándose que no tuviese ningún cristal incrustado. —Esto servirá mientras consigo el botiquín, aguarde por mí, por favor.

HeeJin había empezado a sentirse nerviosa sin saber por qué. Aunque, por primera vez en su vida, los nervios no le habían parecido tan malos, y, por primera vez en aquel día se sintió bien. Sabía que era el trabajo de HyunJin cuidarla y protegerla, por eso le pagaban, pero sin embargo ella quería seguir en la fantasía de que alguien se preocupaba por ella. Acarició aquel pañuelo color amarillo pastel, mismo que había comenzado a teñirse en un punto rojo por la sangre que aún salía de su herida. Acercó la parte limpia del pañuelo a su rostro. Quería olerlo. Pero se sintió una enferma así que lo alejó de su cara. Inmediatamente lo alejó, HyunJin cruzó la puerta y ella se sonrojó por la vergüenza.

—Señorita HeeJin, ya he traído el botiquín, disculpe la tardanza. —Comenzó a hablar HyunJin, nuevamente, mientras quitaba con sumo cuidado el torniquete improvisado. Desinfectó las heridas de HeeJin con un poco de alcohol, a lo que la menor soltó un quejido que, por primera vez en el día hizo sonreír a HyunJin, quien envolvió la palma de su mano con venditas. —Es todo, señ...—Tragó saliva ante los ojos color chocolate que la estaban mirando con ternura, como agradeciendo sus gestos con la mirada. ''Concéntrate, Kim HyunJin. No estás aquí por eso.'' —Señorita, si me disculpa, iré a preparar las cosas para dirigirnos al hospital Mirae. —Se levantó rápidamente y se fue casi corriendo de aquel cuarto.

HeeJin seguía embobada, ver de cerca a HyunJin fue una experiencia fascinante. Sacudió su cabeza intentando alejar esos pensamientos, y se percató de que había olvidado su pañuelo por lo que sonrió. Jamás había sonreído pensando en que tendría que lavar la pertenencia de alguien más.

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El timbre de su celular sonó, sobresaltándola un poco.

—HyunJin, ¿cómo van las cosas con Jeon?

—Bien, padre. Es algo especial, pero, se puede controlar.

—Una vez que encuentres lo que te pedí, será la forma de entrar con la segunda fase del plan.

—Por supuesto. Dile al idiota de TaeHyung que cierre la boca acerca de que somos hermanos o algo podría verse sospechoso.

—No creo que sea tan idiota. Además, ustedes ya están dentro de la residencia Jeon. Sólo gánate la confianza de esa muchacha. Hoşçakalın, hija.

Hoşçakalın, baba. 

Hoşçakalın = Adiós, en turco

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Hoşçakalın = Adiós, en turco. 

hOLA AAAAA, hace mucho que no actualizaba pero aquí tienen un muy (muy) corto capítulo. Espero que sea de su agrado y que tengan buen día mañana, y todos los días. <3 

Atte: lizzie. 

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⏰ Última actualización: Mar 21, 2020 ⏰

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