°【Capítulo 4】°

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Si alguien le preguntase cual es una de las cosas que más extrañaría de su vida escolar, sin duda entre las opciones estarían los viajes escolares.

Estos le encantaban.

Para Naruto, los viajes escolares eran una oportunidad perfecta para perder clase y hacer trabajos sencillos a cambio de buenas notas. Amaba los sándwiches que su madre le preparaba para sus salidas, pero lejos, lo que más disfrutaba, era viajar en bus. Subirse arriba de aquellos buses que contrataba el colegio para que sus alumnos llegarán sanos y salvos a su destino era una de las cosas que más amaba.

En ellos podía sentarse junto a la ventana para observar el recorrido, colocarse los audífonos para escuchar música y apoyarse en el hombro de su amigo para mayor comodidad. Por estas sencillas cosas, el viaje en bus le era perfecto. Y precisamente aquel día irían en uno.

Con sus mochilas listas, ropa deportiva escolar y un gran animo a coro, los alumnos emprendieron rumbo a una casa-museo de un famoso poeta, la cual quedaba a las afueras de la ciudad. Sería un viaje largo, más de una hora y media arriba del bus, lo cual sonaba agotador para los demás, menos para Naruto, quien se encontraba sentado a un lado de su amigo, el cual le había ganado el lugar junto a la ventana.

Con un audífono en su oreja izquierda, mientras Sasuke tenía en otro en su oreja derecha, iban escuchando la lista de reproducción del varón. No tenían mucha diferencia respecto a gustos musicales, por lo que no había problema.

Cuando la canción que sonaba acabó, Sasuke se dirigió al doncel junto a él.

— Te toca.

El rubio fijo su mirada en el celular que le entregaba el azabache. Siempre hacían la misma rutina cuando viajaban juntos; él se apoyaba en los hombros del varón mientras se alternaban a elegir canciones para escuchar durante el camino. Pero esta vez, opto por algo diferente.

— Elige tú. Yo voy a dormir.

Anunció. Y con aquella información dada, el joven doncel cerro sus ojos.

La verdad era que él no tenía intenciones de dormir. No le gustaba hacerlo en lugares públicos por miedo y desconfianza a que le vieran con sus ojos cerrados. Completamente indefenso y siendo blanco de bromas pesadas.

Definitivamente no dormiría jamás en un lugar público.

Volviendo a la razón que tubo para darle libertad de elección al varón, fue debido a que no quería le volviera a molestar. Se sentía tan cómodo, tan agradable estar apoyado en ese hombro que no quería tener que mover ningún musculo, mucho menos para escoger una canción.

Por lo que prefería hacerse el dormido.

Presionando más hacía el hueco que se formaba entre el hombro y cuello de su amigo, sintió como una mano se posaba en su cabeza y las yemas de los dedos le rascaban esta con suavidad. Sonrió complacido mientras se acomodaba de mejor manera y atrapaba el brazo del hombro en el que estaba apoyado. Le encantaban los cariños en su cabeza.

Las caricias duraron alrededor de unos cinco minutos, y una vez cesaron, el rubio aun con sus ojos cerrados hizo un puchero con sus labios. Estaba molesto, a punto de levantar su cabeza para reclamarle a su amigo por haber alejado su mano cuando, sin aviso, sintió algo pesado que se apoyaba sobre él. Al instante lo reconoció. Sasuke había apoyado su cabeza sobre la suya.

La acción sorpresiva y jamás hecha por el azabache, hizo que Naruto abriese sus ojos.

Con lentitud y sin realizar ninguna acción complementaría, movió sus ojos color azul en dirección al peso en su cabeza. Apenas lo hizo reconoció el perfil de su amigo, resaltando en este su barbilla perfilada, la piel blanca y lisa, aquella nariz respingada y las pestañas largas que poseía. Sin duda su amigo era guapo y eso no lo negaba, pero si le envidiaba. Sasuke era hombre, pero tenía más pestañas que él.

No te enamoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora