Capítulo 3: ¿ Por qué?

56 0 0
                                    

¿Secuestrado? ¿No estaba muerto? Una parte de mi cuerpo se relajó considerablemente mientras que la otra seguía en tensión.

No obstante, Víctor no tuvo palabras, lo único que hizo fue abrazarme con más fuerza y acariciar mi cara. Escondí mi rostro en su amplio hombro, manchándole la camisa con mis lágrimas. Cuando se me secaron los ojos puede articular palabra sin que me temblara la voz.

- ¿Qué le ha pasado? -pregunté al policía.

- Le han secuestrado -repitió.

- Nos llamó un vecino que paseaba por la zona con su perro. Estaban su chaqueta, su mochila y una carta detrás de un arbusto. Creo que esta carta es para usted, señorita.

Cogí la tarjeta que me dio el policía. Ponía en ésta:

Muchas felicidades. Hoy hacemos dos meses. No quiero que nada ni nadie nos separe nunca en esta vida. Eres lo mejor que me ha pasado en la vida. Espero que hagamos muchos meses más. Solo quiero decirte lo que nunca antes te había dicho, por temor a que te asustaras o a que tuvieras una reacción un tanto rara. Lo que te quiero decir es que te quiero. Podría repetirlo siempre y nunca me cansaría. Mis padres ya te tratan como si fueras de la familia, como si fueses una hija más, pero para mí, eres la persona con la que puedo contar todos los días. Siempre me escuchas y me aconsejas cuando lo necesito. Eres lo mejor que me ha pasado en la vida, o al menos lo que llevo de ella.

Espero que cuando leas la tarjeta, te transmita los sentimientos y el amor que siento hacia ti. Ya sé que todos los adultos dicen que nuestro amor terminará y que es solo un ligue, pero yo no lo creo así, y espero que tú tampoco. Ya no sé que más escribirte, porque si pudiera describir lo que siente mi corazón en este momento, nadie en este mundo juzgaría nuestro amor. Solo quiero hacerte feliz en lo que me sea posible, y si es en mi compañía, mucho mejor. Hace tres días que no te veo y ya te echo de menos, y eso se debe a que pasamos demasiado tiempo juntos, pero eso a mí no me importa, solo quiero estar en compañía de los que más quiero en este mundo: tú, mi familia y Víctor.

Un beso muy grande. Manu.

Metí la tarjeta en el sobre, pero no me di cuenta que había un papel dentro de él.

Espero que seas tú quién lea esto, mi Gloria. No me parece bien que te cambies de colegio. La distancia no va a ser un obstáculo para que siga observándote y protegiendo. Te necesito como los seres vivos necesitan el aire, o en tu caso, el agua.

Siento mucho lo de Manu, él no lo quería, pero eso no se elige. Hay personas que les viene antes, otras más tarde y otras que no les viene nunca. Ya no veremos por ahí. Tuyo siempre: Joaquín.

Me quedé petrificada, sin moverme ni un centímetro. Estuve quieta como una estatua, notaba como la sangre huía de mi rostro. Víctor cogió la carta que tenía en los dedos y la leyó. Se le tensó la mandíbula y oí como le rechinaron los dientes. Joaquín no iba a parar hasta que me tuviese en su poder. Hoy había secuestrado a Manu, seguramente por mí. Manu era quién me podía proteger en el colegio, lo cual le impedía acercarse a mí. Sentía que Joaquín nos estaba vigilando de cerca. Sentía su mirada observándome. No se atrevería a venir si estaba un policía delante. Mientras tuviera gente a mi alrededor estaría a salvo. El policía se despidió, pero antes de que se fuera, Víctor le habló y le tendió la carta. El policía la leyó atentamente. Dobló la carta y se la metió en el bolsillo derecho trasero.

- Será mejor que me lo llevé a la comisaría y detengamos a este señor. ¿Cómo se llama?

- Joaquín López. Es profesor en el instituto de Madrid. Y por otra parte... -respondí en un susurro.

ConocimientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora