Capítulo único.

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Hoy había sido un mal día.

Era de esos días en donde mirarse al espejo le repugnaba de sobremanera y su cicatriz dolía a momentos como si el agua todavía estuviera cayendo e hirviendo su piel.

Fue por eso que hoy habló menos de lo normal y el porqué de su poca concentración en las clases. Nadie tenía que saberlo, ni enterarse de aquello. A través de los años, Todoroki ya casi se había acostumbrado a sentirse así de mal, pero ahora que su vida iba hacia arriba se le estaba haciendo un poco más difícil.

En la soledad de su habitación, el silencio que se supone debía de tranquilizarlo lo alteraba. Cerrar sus ojos solo traía malos recuerdos, pero el abrirlos significaba permanecer despierto y darle más vueltas al asunto.

Cuando pensaba que debía de resignarse al hecho de que no podía quedarse dormido, escuchó tres golpes constantes en la puerta y ni siquiera tuvo que escuchar la voz de dicha persona para saber quién era.

— No quiero hablar Yaoyorozu.

Era obvio que iba a ser ella. De alguna manera había evadido la mirada preocupada de Midoriya al decirle que simplemente había dormido mal (lo que a decir verdad, no era una gran mentira), pero la mirada de Yaoyorozu lo había seguido aun después de haberle repetido lo mismo para esclarecer sus preocupaciones. Tal vez era por aquel quinto sentido que tenía o la perspicacia que poseía, pero aun con eso y aunque fuese su amiga, Todoroki no pensaba dejarla entrar.

El tono suave y amable de Yaoyorozu atraviesa por más que solo la puerta de su habitación.

¿Por favor? Estoy preocupada por ti.

Tal vez sea por la expresión que se imaginó o porque él era realmente débil a todo lo que viniese de ella, pero contradictoriamente, terminó por abrirle la puerta.

Al entrar cerró suavemente detrás de ella, y Todoroki la miró fijamente. Finalmente su boca traicionó su expectativa de no decirle nada para que ella se aburriese y se fuese por su cuenta, soltó un serio.

— No hay nada de qué preocuparse.

Si hubiese sido un poco más astuto entonces no lo habría dicho, porque ahora ella sabe que definitivamente hay algo por lo que preocuparse.

— Sabes que puedes confiar en mí, ¿Cierto?

Le dijo su dulce voz y Todoroki asintió, era una de las cosas que jamás podría negar.

— Aun si no quieres decírmelo, al menos puedo hacerte compañía.

Él bien sabía lo obstinada que podía llegar a ser cuando colocaba su mente en algo, la miró fijamente por unos momentos y finalmente, se sintió a sí mismo rendirse.

— Yaoyorozu...

Sin decirle absolutamente nada más que su nombre, se sentía como que ella lo comprendía. Seguramente lo hacía, con lo inteligente que es.

Aunque claro, eso no detenía para nada las palabras que se atragantaban en su garganta, queriendo salir, mas atrapadas en un nudo intocable que desde hace años no podía deshacer. Su baja autoestima era uno de sus más ocultos secretos y sin embargo, cuando ella le miraba con aquella honesta preocupación, quería develarle todo.

Se contuvo. Ella suspiró.

— Todoroki-san.

Su apellido en su boca hoy suena increíblemente cálido.

— ¿Puedo tocarte?

Sí, definitivamente, Todoroki era débil a cada una de las peticiones que Yaoyorozu hacía.

Tal como estás | TodoMomo |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora