CAPÍTULO UNO

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Diciembre, el mejor mes del año o al menos así lo creía Choi Seojung, quien cursaba su tercer año en la carrera de Derecho en la Universidad Nacional de Seúl. Pronto terminaría el ciclo escolar y con ello empezaría su cuarto y último año de la carrera, si todo salía bien.

Trataba de ser positiva.

Después de haberse tomado el tiempo de arreglarse en la mañana para empezar su nuevo día bajó las escaleras y caminó directamente hacia la cocina mientras sostenía su bolso.

—¡Buenos días! —Saludó a su familia mientras les dirigía una sonrisa como era de costumbre y alborotó el cabello de su hermano Soobin quien se quejó por el gesto.

—Buenos días cariño —su madre le regresó el saludo, sirviendo un vaso con jugo de naranja para Seojung—, ¿tienes todo listo para el día de hoy?

—Sí, me tomó toda la noche terminar mi reporte pero todo está perfecto —bebió un poco de su jugo mientras tomaba asiento en el comedor.

—Será mejor que te apresures —demandó el más joven de la casa—, yo tengo clases con el profesor Jung, quien es muy estricto así que me adelanto —Soobin se levantó de su asiento tomando sus cosas que se encontraban en el suelo para después despedir a su madre quien le dio un cálido beso en la mejilla.

—Ten un buen día cariño —le respondió cuando el castaño cruzaba por el umbral de la puerta al salir de la casa.

—Hmm... no puedo creer que Soobin en serio decidiera entrar a la misma carrera de Derecho —soltó después de haber terminado su bocado. La mujer rubia de unos cuarenta y tantos volteó a ver a la castaña.

—Tú y Seokjin son su ejemplo, quizá eso lo motivó a entrar —confesó.

—Eso y que bueno, sé que dirás que lo tiene en su sangre por papá, pero vamos ¿en serio tenías fe en que él entrara a la facultad? —Le lanzó una mirada con un poco de burla y diversión.

Su madre asintió y también hizo un gesto lleno de complicidad.

—Ahora que Soobin se marchó tendré que irme en autobús a la facultad —se puso de pie mientras masticaba su último bocado. Bebió de su jugo —. Bueno

— ¿Namjoon no viene por ti hoy? —preguntó mientras la más joven tomaba sus cosas del suelo.

—Tiene práctica de básquetbol, así que él ya está allá —negó dirigiéndole una sonrisa.

—¡Ah...! Ese niño, ya está en su último año de la facultad ¿y así se planea graduar? —Soltó con cierta molestia y burla, la menor le dirigió una sonrisa.

—Eso mismo le dije, pero tal parece que tendrá un año más para terminar sus prácticas y servicio, por el momento quiere concentrarse en las asignaturas —se ajustó la mochila a su hombro—. Así que no le insistí más.

—Bueno Seojung, cariño, es tu novio. Así que supongo que lo conocerás más que yo, solo doy una opinión desde mi punto de vista como la adulta que soy —se acercó para despedir a su hija.

—Lo sé mamá. Confía en él y en mí —ambas se abrazaron y la mayor le depositó un beso en la mejilla mientras la castaña hacía lo mismo—. Bueno, me voy. Llegaré tarde, recuerda que hoy meto horas extras en la cafetería.

Seojung caminó hasta la puerta principal.

—Adiós cariño, dile a Namjoon que nos visite pronto a cenar —gritó desde la cocina mientras su hija salía de su casa para tomar el autobús.

Como era de costumbre en los días antes de invierno, la joven salió lo suficientemente abrigada para evitar congelarse del frío. En dos semanas saldría de vacaciones de invierno por lo que su semestre estaría a nada de terminar así que después sólo tendría que concentrarse en entregar trabajos finales.

El cielo de Seúl estaba nublado pero iluminaba perfectamente el día. Observó las nubes mientras caminaba por la acera.

Después de unas cuantas cuadras llegó a la parada de autobús cerca de un parque en Gangnam, misma que se encontraba completamente vacía para ser un día entre semana y periodo de clases. Dirigió su mirada para observar en cuanto tiempo su autobús llegaría, y ahí se dio cuenta que justo había pasado uno.

Tendría que esperar quince minutos más para el próximo. Consideró poner su alarma más temprano. Aunque el trabajo y la universidad le acaparaban todo el tiempo y eso evitaba que pudiera dormir las horas que necesitaba, pero bueno, era estudiante y así es la vida de una persona universitaria.

Cubrió su boca con la bufanda pues poco a poco empezaba a helar y puso sus manos en las bolsas de su abrigo.

La parada de autobús continuaba vacía y solo se encontraba ella esperando a que su ruta llegara. Con la temperatura del día bajando pudo darse cuenta de como los diminutos copos de nieve comenzaban a hacerse presentes en su vista.

La primera nevada. Pensó.

Siguió con su mirada la dirección en qué éstos caían y al girar su cabeza hacia su lado izquierdo pudo observar como un hombre que vestía con traje se acercaba al lugar.

Dicho hombre lucía demasiado descuidado para el gusto de Lee, pues parecía desaliñado, como si apenas hubiera despertado. Su camisa a medio abotonar y fajar, el cabello un poco alborotado y su rostro contenía unas gotas de sudor por el trote que había realizado.

Cuando el joven llegó al lado de Seojung, observó que su camisa completamente blanca, contenía unos gotas de lo que parecía ser sangre.

La respiración de la castaña se detuvo por un segundo mientras miraba sorprendida la apariencia del joven extraño que recién había llegado, en cambio el castaño se recargó en la barda del jardín que se encontraba en el lugar intentando recuperar su respiración.

El sentido común de Seojung le indicaba que no debía entrometerse en la vida de los demás, y menos de una persona desconocida. Sin embargo por el estado en el que se encontraba dicha persona no pudo ignorar el hecho de ser de ayuda para él.

Sus intenciones se vieron interferidas cuando vio como el más alto se reincorporó y se acercó a la parada del autobús. Así que se dijo a ella misma que no era necesario intervenir.

Continuó contemplando los copos de nieve que caían sin cesar. En cuestión de segundos sintió como una presencia desconocida se acercaba a ella y de reojo pudo observar que se trataba del mismo sujeto.

— ¿Te encuentras bien? —Soltó la pregunta.

— ¿Qué? — El otro contestó confuso.

—Estas herido —giró su cuerpo para quedar de frente con aquella persona. Al tenerlo en frente se dio cuenta que era alguien demasiado alto, y que a pesar de verse desaliñado, era un persona apuesta. Sus ojos grandes y sus labios también. Tan apuesto que le daba pena verlo en esas condiciones —. ¿Quieres que te ayude a llamar a la ambulancia o a la policía? —Dijo apuntando hacia la mancha de sangre que se encontraba en su camisa.

— ¡Ah! ¿Lo dices por esto? —Se señaló y ella asintió. Soltó una risa, pero Seojung no le encontró ninguna gracia—. Esto no es nada, no necesito nada de ti —las palabras salieron más ásperas de lo que ese chico hubiera querido.

Lee se devolvió a su posición inicial y se lamentó haberse preocupado por algo así.

Encima el tipo había sido muy antipático. Ella solo quería ayudar ¿cuál era su problema?

Su autobús llegó y subió.

Antes de que se pusiera en marcha le echó un vistazo por la ventana, pues él no subió, así que solo observó como su figura desaparecía mientras el vehículo avanzaba y lo dejaba atrás.

Su mente no dejaba de formular preguntas acerca de lo extraña que era la situación, pues en esa parada de autobús, esa ruta era la única que recogía a los usuarios, pero él no se subió.

Sí que era extraño. Pero se forzó a dejar de idear ese tipo de preguntas sin sentido.

ONE SHOT [KTH +18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora