Capitulo uno.

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EZRA.

14 de Marzo del 2016.

Me sentía agotado. Llevaba más de veinticuatro horas revisando los expedientes de mis pacientes y deseaba poder terminar para asi dormir un poco.

Visualicé la hora en mi telefono y ya eran pasadas las cinco de la madrugada, dentro de dos horas debía de estar en la clinica para empezar la jornada laborar asi que mi sueño de descansar se volvía a posponer. Suspiré resignado y tomé otro expediente de la gran pila que se encontraba en mi escritorio y lo abrí.

Olivelle Grace Lauddern Hamilton.

-Veinticuatro años.

-Nacida el 20 de Enero de 1991 en Inglaterra (Londres).

-Sin familiares aparentes.

Diagnostico psiquiatrico:

La paciente femenina presenta cuadros repetitivos de disociación mental en espacio y tiempo. Se refiere a sus terrores nocturnos como "El mundo de los monstruos".

Dice ver figuras y sombras con formas "terrorificas" las cuales la acechan y se meten en su cabeza haciendo que realice actos en contra de su voluntad.

-Esquizofrenia severa; asegura escuchar voces que promueven actos de odio (matar, herir, entre otros) en uno de esos episodios atentó contra la vida de personas allegadas a ella (amiga, enfermero personal) y tambien contra si misma.

-Suicida.

-Miedo irracional a la oscuridad.

Dejo de leer, su expediente acupaba más de cinco paginas dedicadas a todos sus diagnosticos medicos en general.

Olivelle era una persona especial y junto con ello, algo rota; sus piezas estaban esparcidas por todos lados y sin ayuda de nadie, ella iba rompiendose más con el paso del tiempo. La habia visto varias veces para realizarle la valorativa semanal y siempre estaba en estado de trance, murmurando palabras sin sentido y con la vista enfocada en la nada. Me daba algo de pena ver como alguien tan joven era consumido por su propia mente, en la clinica tratamos de ayudarla muchas veces pero sus avances eran practicamente ninguno.

El reloj despertador sonó sacandome de mis pensamientos para recordarme las obligaciones del día. Sentia que seria una buena semana y esperaba que mis instintos no estuvieran equivocados porque estaba cansando de sentir tanta tensión acumulada.

Ser psiquiatra no era nada facíl, no me gustaba ver como las personas iban perdiendo el brillo vivaz en sus ojos ni tampoco me gustaba sentir la tristeza que tanto amenazaba con absorberlos, pero mi ocupación no era tan mala. Asi como habia días malos, los habia buenos; como esos donde mis pacientes poco a poco retomaban sus vidas y junto a ella las ganas de vivirla, ver como usaban las herramientas que les brindaba para mejorar a nivel personal y asi poder volver la normalidad que tanto anhelaban.

Me habian dicho que era una especie de Dios: ayudaba desinteresadamente y apoyaba a quien de verdad lo desease. Obviamente estaba lejos de serlo, simplemente queria hacer algo de bien a esas personas que más lo necesitaban y que se encontraban en el fondo de un abismo creyendo que no había salida alguna.

Mi empatia era mayor que la de algunos colegas que ejercian este campo, solía involucrarme más de lo debido con mis pacientes y siempre terminaban ganandome  las emociones. Me era imposible se apaticos con aquellos que gritaban por ayuda sin siquiera saber que la necesitaban, era algo en lo que trabajaba para poder tenerlo bajo control pero no había logrado mucho; no podía quedarme ahi mostrando una cara de indiferencia cuando por dentro, sufria tambien por ellos.

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⏰ Última actualización: May 19, 2020 ⏰

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