Riesgo de contagio.

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Fue el sonido sordo del toque en mi puerta lo que me hizo súbitamente detener mis dedos que pulsaban vigorosamente las teclas de mi computadora. ¡Mierda! Odiaba cuando esas cosas pasaban. Había tenido una buena idea después de mucho rato, por fin había conseguido comenzar a darle forma a lo que estaba escribiendo y a alguien se le ocurría tocar mi puerta. Suspiré por pura frustración, colocando mis manos encima de mis muslos y eché mis hombros hacia atrás, en un intento de liberar un poco la tensión en estos. El golpe se repitió, lo que me hizo rodar los ojos antes de levantarme de la silla. No había nada que hacer ya había tirado al trasto mi concentración. –Gracias, quien quiera que seas- pensé, dirigiéndome hacia la puerta.

Supongo que mi cara reflejaba mi desconcierto, ya que el hombre que se encontraba en mi puerta titubeó antes de decir: - Hola.- Sentí mis labios abrirse para dar una respuesta como: ¿Quién carajo eres?, pero mi cerebro súbitamente hizo clic y lo recordé ¡Tinder! ¿Cuál era su nombre? Algo con D, ¿David?, ¿Daniel?, ¿Diego? Eso era, Diego. Hicimos 'match', intercambios algunos mensajes y finalmente habíamos quedado en que vendría aquí. No había muchas otras opciones como salir a comer o a ningún otro sitio, así que invitar a un desconocido a mi casa era una idea perfecta, ¿no? Sabía que lo vería hoy, pero había perdido la noción del tiempo y lo había olvidado por completo.

-Hola, Diego- respondí, poniendo una sonrisa en mi cara para no hacer más raro este momento. -Adelante,- dije, haciéndome a un lado para dejarlo pasar y luego cerrar la puerta. Él entró pero tras dar unos pasos se detuvo para girarse hacia mí. Entonces, lo noté. En sus manos traía un six pack que me ofreció con una media sonrisa. ¿Cervezas?, ¿quién carajo lleva cervezas a la casa de la persona con la que va a coger? Las tomé sonriéndole de vuelta e intentando no mostrar mi claro pensamiento sobre él. –Estás en tu casa,- le dije tratando de sonar cortes mientras señalaba la sala de mi casa.

Tomé una cerveza y se la ofrecí. Tras lo cual hice mi camino hacía la cocina con la excusa de dejar el resto ahí. Aunque al llegar mi primer pensamiento fue que no quizás no vestía adecuadamente para la ocasión. Por el calor en esta época del año mi indumentaria solía ser bastante ligera, pero debía aceptar que un simple vestido veraniego y no llevar brasier no era la mejor elección para ver por primera vez a alguien. Se suponía que iba a cambiar mi ropa antes de verlo pero a estas alturas ya no tenía sentido.

Aunque no era amante de las cervezas, tomé una antes de dejar el resto en el refrigerador e hice mi camino de vuelta a la sala deteniéndome sin ser notada para poder tomarte el tiempo de analizar la escena que tenía enfrente. El hombre de complexión delgada, piel blanquecina y pelo moreno, estaba de espaldas a mi empinando su cerveza mientras veía distraídamente hacia afuera a través de la venta. Debía confesar que sí era atractivo.

Aclaré mi garganta llamando su atención. –Y… ¿cómo ha estado tu día?- pregunté. Las conversaciones previas no eran lo mío, debía aceptarlo. Pero en algunos momentos el silencio era algo aturdidor para mí. Me habló un poco de su día y me preguntó sobre el mío, para luego mirar alrededor haciendo algunos comentarios sobre mi sala y las plantas que tenía en ella. Sabía que no había mucho más que decir así que antes de que la duda llegara a mí, vacié de un golpe el resto de la cerveza que tenía en la mano, que por cierto estaba casi entera, haciendo un gesto de desagrado. No, la cerveza no era lo mío.

Dejé el recipiente vacío en una repisa que tenía cerca y crucé a paso decido la sala en dirección a él que me miraba con una ceja levantada, probablemente preguntándose que clase de loca era. Pero ésta fue la forma que conseguí de darme valor para hacer lo que quería y tan pronto como lo tuve a mi alcance estampé mis labios en los suyos. Sentí un poco de tensión, quizás porque no esperó mi reacción, pero un segundo después sus labios empezaron a moverse de igual forma sobre los míos. Subí una de mis manos por su pecho hasta llegar a su cuello para intentar profundizar el beso mientras una de sus manos se posaba en mi espalda baja acercándome más a su cuerpo. De repente lo sentí cortar el contacto, lo que me hizo verlo desconcertada y fue entonces que noté que intentaba desocupar su mano con la que aún sostenía la cerveza. Tras lo cual, me besó con hambre lo que me hizo pensar que a pesar de todo había sido muy oportuno llevar solo un poco de tela sobre mi cuerpo. Sentí una de sus manos posarse en uno de mis senos y masajearlo.  Di un paso hacia atrás mientras tomaba los bordes de mi vestido y lo sacaba por mi cabeza, viendo que él hacía lo propio con su camisa. Noté su miraba viajando por mi cuerpo y al segundo siguiente sentí su boca en mi pecho, lamiendo, succionando y mordiendo haciéndome sentir deseosa y morder mis labios para atrapar los sonidos que querían salir entre ellos.

No podría estar segura de como exactamente sucedió, pero un poco después me encontraba parcialmente recostada en el respaldo del sofá, con una pierna encima de su hombro y su lengua y labios haciendo estragos justo donde mi cuerpo lo necesitaba. Podía sentirme al borde del orgasmo, porque, ¡mierda! Hablar no era lo suyo, pero su lengua sabía muy bien hacer otras cosas. Nublada por el placer  llevé mis propias manos a mis senos masajeándolos de la forma en que necesitaba y sentí el nudo en mi vientre a punto de ser liberado, lo que me hizo casi gritar un: ¡Mierda, sí! Antes de sentir que todo explotaba a mi alrededor.

Mi respiración era pesada y mis labios se curvaron inevitablemente en una sonrisa satisfecha. Me acerqué mirándolo con lujuria. –Creo que tienes mucha ropa aún,- le dije llevando mis manos a sus pantalones. Lo besé con intensidad, esparciendo luego caricias con mi lengua desde su mandíbula hasta la base de su cuello. Mis manos se movieron por su pecho hasta llegar al elástico de ropa interior. Pasé mi dedo índice por el borde de este tentándolo. Lo acaricié por encima de la tela mientras lo besaba de nuevo. Corté el contacto para luego arrodillarme frente a él y al fin liberar a su amigo, que parecía bastante dispuesto ya. Lo masajeé de arriba a abajo y sentí su respiración volverse pesada. Llevé mi lengua a la punta haciendo pequeños movimientos para luego recorrerlo entero. Lo miré a los ojos mientras lo acercaba a mi boca y no pude evitar sonreír al notar su expresión lujuriosa y expectante. Era algo que me hacía sentir poderosa, contemplar el deseo que lo que hacía generaba. Finalmente hice lo que él quería intentando relajar mi garganta y darle entrada. Los escuché gruñir y tensarse mientras colocaba sus palmas abiertas sobre mi cabeza y agradecí mentalmente cuando sentí que sólo me tomaba con firmeza sin empujarme. Poco después me alejó de su cuerpo tomándome por los brazos para incorporarme. Se dio la vuelta y empezó a escudriñar en su pantalón rápidamente, lo que me hizo rei un poco porque lucía desesperado hasta que por fin encontró lo que buscaba y lo agitó delante de su cara luciendo victorioso. –Lo tengo,- dijo y lo aplaudí infantilmente exclamando un: -¡Bravo!, que quizás no le hizo mucha gracia. Lo observé colocarse el preservativo y volver a mí. Sin decir mucho más, me tomó por la cintura para posicionarme en el sofá y entrar en mí de una sola estocada. Sentía nuestros cuerpos chocar rítmicamente una y otra vez, siguiendo una cadencia cada vez más enérgica, lo que me hizo gemir de placer. Trate de acoplarme a su ritmo y mover mis caderas junto a las suyas obteniendo mayor profundidad que eventualmente nos llevó al clímax.

-*-

Su cuerpo yacía junto al mío en el sofá. Tan pronto como pude me incorporé. Sí, tenía una cama y pude haber tenido sexo en ella, pero en cuanto al sexo casual prefería alejarlo de mi habitación y evitar la incomodidad de posibles arrumacos en la cama post sexo.

Ni una palabra más había sido dicha. Probablemente tampoco era necesario. Sentí su mirada atenta sobre mí así que me aseguré de darle una buena vista de mi trasero. Antes de salir de la sala volteé a mirarlo y le guiñé un ojo, ante lo que sonrió juguetonamente negando con la cabeza para luego volver a recostarse perezosamente en el sofá.

El sonido de mi teléfono me hizo detener mi camino hacia el baño y dirigirme a la pequeña mesa donde lo había dejado olvidado. Una notificación de mensajes llamó mi atención. Como lo pensé era un aviso del laboratorio diciendo que mis resultados ya estaban listos. Suspiré y crucé mentalmente los dedos esperando lo mejor. Una amiga había dado positivo, hace pocos días al virus y unos días antes nos habíamos visto. No tuvimos mucho contacto realmente pero yo prefería descartar cualquier posibilidad. Hice una nota metal para recordarme pedirle el número a Diego, esperaba que no fuera necesario pero si mis resultados eran positivos, tendría que avisarle. Pero supongo que él también entendía el riesgo que corríamos a diario simplemente por el hecho de tocar algo que otros había tocado. El mundo entero se había sumido en este mierda.

Fin

~*~

Hace un montón de tiempo que no me atrevía a escribir, creo que no tiene sentido hacerlo cuando no hay realmente algo que decir. Pero estando en cuarentena parece que la imaginación vuela jajaja. Espero que hayan disfrutado de esto aunque sea un poco y que gocen de buena salud.

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