MEMORIAS DE UN HIJO DE PERRA.

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MEMORIAS DE UN HIJO DE PERRA.

Mi madre me contaba que cuando era niño hablaba con cosas que los demás no podían ver, esto pasó cuando tenía tres años, en cualquier caso normal los adultos eligieron ignorar la situación bajo el pensamiento de que todo era mi imaginación, poco a poco estos compañeros invisibles se desvanecieron de mi vida.

La que más se perturbó por esto, fue mi hermana mayor Jessica, la cual en ese entonces contaba con diecisiete años, era el tipo de chica que siempre estaba sonriendo y soltaba unas carcajadas cuando hablaba contigo, con su voz aguda, pero en el fondo era reservada y de un ceño fruncido nato, yo estaba al cuidado de ella todas las tardes, mientras mi madre hacía de mesera en un bar a un par de cuadras.

Entre tantas anécdotas de mi infancia, mi madre siempre terminaba tocando una, y cada que lo hacía ponía una voz baja y se acercaba mas a mi, como si estuviésemos hablando mal de alguien más. La anécdota iba sobre uno de mis amigos imaginarios, el cual según ella: Se trataba de mi padre Thomas Colin, un viejo alcohólico del cual

no tengo recuerdos, el desapareció cuando tenía dos años y desde entonces jamás supimos nada de él. Acabé por pensar que mi madre atribuía que ese amigo imaginario se trataba de él, por que no quería sentirse tan desahuciada en un mundo tan absorbente y penumbroso como este.

Crecí entre dos fuertes mujeres, una que salía con chicos y vestía con ropa veraniega amatista en víspera de navidad, y otra que intentaba sacar adelante a sus dos hijos llevando un delantal blanco con manchas cafés y atendiendo a tipos gordos y barbudos que fumaban incluso en el baño, y escupían como regadera.

Con el paso del tiempo, las arrugas salieron, la nostalgia se hizo tan presente como el sol en verano, ese calor picante que te genera ardor en la piel, y esos días solitarios en mi niñez pasaron a ser esos días friolentos en mi puñetera vejez. Mi madre murió cuando yo cursaba la universidad, mi hermana se casó con un hombre de fuertes pectorales y abdomen sólido que caminaba de manera sobre exagerada y tenía cara de pocos amigos, al paso del tiempo sus pectorales y su abdomen también se oxidaron y pasó a ser un gordo que camina de manera sobre exagerada y tiene cara de pocos amigos. Mis compañeros se graduaron, se casaron con sus respectivas amigas, tuvieron hijos y trabajaron con corbata roja y una camisa blanca arrugada en una grisácea oficina.

¿Y yo? Bueno, yo soy otro tipo de historia.

Historia que muestra su rostro más arrugado en mi cumpleaños 40. Me encontraba sentado al final de la barra del bar en el que trabajaba mi madre, intentando revivir viejos recuerdos, entre botella y botella estos se disipaban cada vez más, lo cual me hacía sentir aún más molesto y entonces pedía otra botella.

Me encontraba terriblemente cansado y adolorido, la frente se me hinchaba y podía sentir las gotas de sudor corriendo por mi frente y cayendo sobre el cenicero, dos bancos a la izquierda se encontraba un motociclista de chaleco de mezclilla que decía en la parte trasera de este:

"I'm the guy who eats your mother's vajina

¿You have a problem whit that?"

Yo me reí disimuladamente en cuanto noté ese detalle, y al fondo se encontraba un grupo de jóvenes riendo a escandalosas carcajadas con unas chicas, desde kilómetros a lo lejos cualquiera podría notar que eran menores de edad y que serían castigados por vagar después de las diez, también reí con el cigarrillo en boca cuando noté eso.

Eventualmente la mesera se recargó en la barra sin apartarme la mirada, esa dulce mirada azul que se hacía notar entre ese brillante cabello rubiom y esos labios pintados de rojo, sus uñas pintadas que daban golpecitos suaves en la mesa y me hacían perderme profundamente en ella <<Ho dios, si tan solo existieras estaría seguro de que ella sería un ángel que enviaste a la tierra para darme esperanzas de vida, y decirme que aún no es tarde.>> de pronto, mis románticas procrastinaciones son interrumpidas por un golpe en la barra —Eres un borracho asqueroso y patético de mierda— me dijo la mesera mientras llamaba desesperada por teléfono, logré tomar consciencia para preguntar qué ocurría, y entonces el motociclista con una mirada irónica y burlona me dijo que me había sacado el pene y le había recitado una especie de poema a la mesera sobre lo hermosa que era <<¡Mierda, no otra vez!>> pensaba mientras me guardaba el pene y me apresuraba para salir corriendo.

Memorias De Un Hijo De Perra.Where stories live. Discover now