Existe un momento en el que te das cuenta que los años han pasado, y ahora te miras al espejo y te ves gastado. Las arrugas comienzan a notarse, y en el cabello comienzan a salir unas cuantas canas. Mi preocupación de que estoy llegando a cierta edad comienza a deprimirme y no quiero. Y es normal que una persona que ha llegado a los 50's se sienta de esta manera, es preocupante y comienzas a anhelar los años atrás en que tú apariencia se veía distinta, y mucho más joven, te sentías lleno de energía y con una actitud positiva. ¿Que me ha pasado? ¿Será el aburrimiento de mi vida el que me ha llevado a pensar en todas estas cosas?
Miro a mi esposa recostada sobre la cama, luce unos años más joven que yo, a pesar de que me lleva por un par de años. Es completamente hermosa, aún despeinada y sin maquillar. Tan hermosa como el día en que la conocí. Sigo pensando en que está relación se ha ido apagando y yo he tenido cierta culpa sobre eso, pues no he sido el hombre que ella esperaba, aún que ella tampoco ha sido la mujer que yo espere, aún así, seguimos aquí. Nuestros dos hijos "Mateo" y "Marcella", me preguntó si sabrán de los problemas que su madre y yo hemos tenido. Pues no los quiero lastimar diciéndoles que ya no amo a su madre de la misma manera en que un día la ame. Aún por ellos sigo aquí, pero ya no la deseo como antes solía hacerlo, tampoco hablo de ella estando con mis amigos, ni la menciono cuando hablo con otras mujeres. Ya no es mi vida.
Sali de casa exactamente a las 5:00 a.m. para llegar 8:00 a.m. a la nueva escuela donde comencé a dar clases. Tres largas horas de camino.
A veces extraño la antigua escuela en donde daba clases. Era mucho más cerca y podía regresar a mi casa terminando. Ahora en esta, aún que me pagan mucho mejor, tengo que rentar cerca del lugar, y solo regreso a mi casa los fines de semana. Es frustante y me está costando un poco en adaptarme a esta nueva vida.
Llegué casi corriendo a mi cubículo, puesto que han pasado 5 minutos desde que debí comenzar mis clases. Acomode algunas cosas en su lugar, deje mi chaqueta negra sobre la silla giratoria, saliendo del ahí, encaminandome por los pasillos de aquella escuela, para llegar a mi salón de clases. En los pasillos me encontré a Kathi, la joven secretaria del director, quién cuando me vio, reacomodo sus anteojos y se dirigió a mi, con un poco de nerviosismo.
–¡Dr. Fernan! –me detuvo.
(Doctor, porque tengo un doctorado en bioquímica de alimentos).
–Hola Kathi, que bueno es verte.
Kathi sonrió dulcemente.
–Lo mismo digo. Y aprovechando que lo veo, para informarle que a las 12:00 p.m. será la junta en sala de maestros dónde se hablara sobre la kermes de la escuela. A cada maestro se le asignará un grupo para organizarse.
Suspire con cansancio.
–Bueno, no me gustan ese tipo de eventos, pero haré lo posible por participar –sonreí.
–Perfecto, ahí lo veo.
Asentí, y ella se dió una media vuelta, para después alejarse de mi, meneandose de una manera algo deleitosa. Tal vez yo estaba suponiendo mal, o tal vez le gustaba a Kathi. Pero ella solo había sido amable desde que la conocí hace unos días, mientras yo intentaba servir café en el vaso Yeti que mi esposa me había regalado, pero la cafetera era algo vieja y no sabía si la estaba usando de una manera correcta, así que llegó ella al rescate propiciandome una dulce sonrisa de las que ella suele dar, y yo le agredecia infinitamente, porque no conocía a casi nadie en aquella sala de maestros para poderle pedir ayuda con mi café.
Y entré a aquel salón con alumnos ruidosos. Alumnos de entre 20 y 23 años que no paraban de hablar aún viendo que yo acababa de ingresar al salón de clases.
ESTÁS LEYENDO
Diario de un profesor enamorado
RomanceEsta es la vida de un profesor que cansado de su aburrida vida, emprende una nueva etapa en donde conoce y se enamora de una joven que lo hace sentir vivo otra vez, sin pensar en las consecuencias que esto le puede traer.