Solo bastaba terminar de cambiarme para bajar a almorzar algo(al menos un poco) e ir en camino al centro de rehabilitaciones de la doctora Wilson.
Decidí usar algo simple y cómodo como un buzo, unos jeans y mis zapatillas negras. Me eché un rápido vistazo frente a lo que todavía seguía siendo mi peor reto "el espejo", que se encontraba en mi recámara y pude contemplar vagamente mi pálido reflejo resaltado de unos grandes ojos azules vestidos con rosadas ojeras bastantes profundas debido a mis largas noches de insomnio.
Guardé mi celular en el bolsillo mientras me apresuraba por bajar las escaleras que me dirigían al living-comedor, cuando me encontré allí a mi madre cocinando exhaustivamente todo tipo de comidas. Desde pollo hasta carne asada , ensaladas y postres dulces para más tarde . Al ver todo esto mi estómago se revolvió en un crujido inquietante neutralizado al pensar en las mil y una formas de descomponerme al probar un solo bocado.
-¿Qué es todo esto mamá?- Alcancé a preguntar entre tanta confusión y montones de comida.
-Parte de la dieta que te dio la nutricionista- Respondió sin apartar la vista de la sartén.
-No, esto...Esto es excesivo. Creo que más que "la dieta de mi nutricionista" es más "la dieta de una mamá que se preocupa un poco tarde que su hija coma"- Al terminar de decir esto, apagó todas las estufas encendidas y dejó el delantal sobre la mesa de una manera alterada, haciéndome saber que aquello le había molestado, pero no podía culparme, 4 años de mi vida me sentí demasiado insegura de mi cuerpo y dejé de comer para verme esquelética como ahora y no puede negarme que jamás se dio cuenta.
Para no seguir retrasándome, busqué las llaves del auto y del garaje en un cuenco y salí hacia la entrada principal. Pero estando frente a la puerta supe que no podía irme así sin más, y dejar a mamá ser comida por la culpa, por lo que me volví hacia las escaleras y subí hasta su habitación. Una alcoba ordenada y fresca, con paredes blancas y acogedoras, una mesa de luz con una foto de ella y mi padre (quien ahora estaba bajo tierra gracias a su destruido corazón que le provocó un ataque mientras dormía) y una cama perfectamente tendida con mi madre llorando en una esquina arruinando el panorama.
Aunque no suelo ser una persona irradiante de amor y comprensión, supe ponerme en su lugar y consolarla, tal vez me hubiera sentido igual si mi hija se hubiera comportado igual de idiota.
-Ya deja de llorar mamá, no puedes comportarte así, solo fue un comentario de mal gusto, lo siento, ya no llores por favor.
-Es que trato de hacer lo mejor por ti, trato de mantenerte sana, y tienes mucha razón cuando dices que no te presté atención antes. Qué clase de madre no se preocupa al ver a su hija con 12 kilos menos. Tuvieron que internarte para que me diera cuenta, soy un desastre Alexa- rompió en llanto agotada de culparse a si misma- Si tan sólo estuviera a tu papá para ayudarme.
-Bueno basta, ya déjalo descansar en paz de una vez que hace bastante se ha ido, eres una mujer fuerte e independiente que crío 8 años sola a una mocosa revoltosa llamada Alexa Miller. Un par de recaídas no hacen mal a nadie. No por eso eres una inútil incapaz de cuidar a tu hija quien por cierto puede cuidarse sola bastante bien.
-Si tan bien podías cuidarte sola, ¿Cómo terminaste anoréxica y flaca como astilla? ¿Comprendes a lo que voy?.
No pude responder nada más a eso, prácticamente le había dado a entender que no sabía cuidarme sola, que no podía vivir sin supervisión de alguien que vigilara cuánto como, cuántas veces me purgo o cuántos ejercicios sobrecargados hago para lucir flaca y perfecta como creo verme. Quería cambiar la perspectiva que mi madre tenía sobre mi, quería que ella se sintiera orgullosa de tener una hija sana con carne y músculos; ya no quería vivir así. Quería vivir mi vida plena en emociones y gustos nuevos. Necesitaba ayuda, necesitaba una psiquíatra. Pero para ello necesitaba asistir a esas terapias en grupo de una vez por todas, sentirme apoyada y por sobre todo, no sentirme tan sola.
Como ya no podía ayudar más a aquella mujer ahora histérica revuelta de emociones, volví a recoger las llaves y me encaminé hacia el centro de Denver, Colorado, donde aquel edificio en donde se organizaban todo tipos de terapias me esperaba ansioso por mi llegaba.
Pasados 30 minutos dentro del auto, al fin llegué al centro de rehabilitaciones de unos 2 o 3 pisos con un aspecto bastante pacífico. Al entrar se encontraba una recepción, una sala de estar con sillones y una mesa ratona; una especie de cartelera con los tipos de terapias realizadas allí y actividades gratuitas para pasar el rato, y un especie de recepcionista-animador que al parecer estaba más chiflado que todo el centro unido. Éste me vio algo desorientada y decidió acercarse a mi bastante alegre.
-¿Eres nueva cierto? Estoy seguro de que jamás te había visto antes por aquí- se dirigió a mí sonriendo de oreja a oreja mientras arreglaba sus anteojos. Su tez pálida hacía juego con su pelo oscuro y alborotado, su sonrisa dulce podía encantar a cualquiera.
-Sí, soy nueva- doy asco sacando tema de conversación así que me limité a simplemente jugar con un hilo que sobresalía de mi pantalón.
-Déjame adivinar, vienes por el curso de bordado.
-Casi pero no, terapia para trastornos alimenticios- Pudo notar cierta vergüenza en mi respuesta.
-Oh, claro, es en el segundo piso. La doctora Naomi y el grupo estarán ansiosos de tenerte, y debo admitir que también me alegrará verte cada martes y jueves- Cayó en cuenta que lo que acabada de decir era una estupidez y trato de retractarse como pudo-Claro como recepcionista y ... alentador a que sigas viniendo ... por supuesto. Adiós.
Solo pude reír a penas mientras me adentraba en el ascensor, que era en vano ya que podía subir un par de escalones hasta el segundo piso pero que igual tomaría para no tener que pensar tanto en esa extraña escena recién concurrida.
Al abrirse las puertas del ascensor me encontré con un gran salón y un grupo en el centro conformado por 4 chicos, más la doctora Wilson sentados en ronda. Mis nervios me comían viva y en una décima de segundo pensé en decir que me había equivocado de piso y salir huyendo de allí, pero en cuanto me identificaron, supe que ya no había vuelta atrás.
-Alexa llegó- indicó la doctora Wilson.
Volteó a verme un chico alto y moreno de ojos verdes que reaccionó al segundo de notar mi presencia.
-Bienvenida a nuestro desordenado... Mejor dicho trastornado grupo.- bromeó un poco apenado.
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Disorders
Teen FictionAlexa es una jóven de 17 años que padece un trastorno alimenticio (anorexia) que luego de ser internada en un hospital por su crítico estado físico, busca ayuda de su psiquiatra quien realiza terapias grupales. Allí encontrará jóvenes de su edad que...