Tomura estaba de mal humor. Desde que despertó su estado anímico se había mantenido igual. Todo lo irritaba, así que nadie se le acercaba, evitando insultos gratuitos.
Eran las dos de la mañana y él todavía no podía dormir. En su mano tenía un vaso lleno de whiskey, sin ánimos de tomar un sorbo.
Solo había una tenue luz encendida que apenas rozaba su figura encorvada sobre la barra. No soportaba estar solo, únicamente acompañado por sus pensamientos y la gélidez de su alma desamparada, pero tampoco se le antojaba tener a unos de sus aliados parloteando cosas que no le interesaban; tal vez, solo Dabi... Esto de existir lo agotaba. Lleno de estrés, comenzó a desgarrar su cuello gracias a su tic. Siguió hasta que la tibieza de su sangre se hizo camino hasta una de sus clavículas y manchó su vieja camiseta.
-Mierda...- susurró frustrado. Era conciente de lo difícil que era sacar las manchas de sangre, pero trató de bajarle importancia al ser conciente que con el negro de sus ropas no iba a resaltar mucho.
Miró en reloj, 2:30. Media hora ya, una infernal media hora sin hacer nada. Gruñó, con las intenciones de volver a su cama e intentar dormir, pero el sonido de la puerta abriéndose lo detuvo. La figura de Dabi se perfiló a contraluz, de fondo, las gotas de lluvia y rayos.
Le miró fijamente mientras él otro entraba. Se sacudió, sin inmutarse por la presencia de su líder, y se quitó su abrigo, colocándolo en una esquina para que destilara. Dabi volvía de uno de tantos paseos misteriosos que hacía bastante seguido; siempre salía sin decirle a nadie dónde iba, tampoco nadie le preguntaba.
-Wow, creía que era imposible, pero hoy estás más feo que nunca- le dijo en su usual tono desinteresado, resaltando la apariencia desaliñada de su líder. Se acercó a Shigaraki, que lo miraba con profundo odio. Lo que le faltaba, la presencia de ese imbécil y sus comentarios de mierda.
-¿Por qué no puedes parar de ser desagradable, aunque sea por un minuto?- le espetó con rabia.
-Yo solo estaba siendo sincero. Si a ti te duele la verdad es tu problema-
Tal vez otro día se hubiera quedado para seguir discutiendo, pero en ese momento todo le importaba un carajo, tenía ganas de irse y no verle su asquerosa cara parchada nunca más. Sin interés en que lo llamaran inmaduro o berrinchudo, se paró de golpe (de paso haciendo que su taburete se cayera estruendosamente) empujó a Dabi fuera de su camino y salió directamente a la calle, débilmente iluminada por los faroles que parpadeaban y fallaban cada escasos segundos.
La lluvia torrencial chocó contra él y esto, de cierta forma, lo calmó, necesitaba, sin saberlo, de ese frío, de estar empapado. Se abrazó a sí mismo por la baja temperatura y comenzó a caminar a grandes zancadas, sin ningún rumbo en específico.
Caminó por bastante rato, pero al momento de que el aguacero se detuvo, él también lo hizo. Se lanzó despreocupadamente contra la pared de un callejón y tomó una gran bocanada de aire gélido. Sintió como sus pulmones se congelaban por dentro y, si era posible, sintió más frío que antes. Temblaba y aunque frotara sus manos contra sus brazos y piernas no conseguía ni una pizca de calor; de todas formas, se quedó ahí, mirando al cielo todavía negro, sin pensar en nada. De a poco, el sopor fue tomando control sobre su cuerpo; comenzó desde las puntas de sus dedos y ahora había subido hasta su pecho. Se encontraba inmóvil, respirando pesadamente y sus párpados se cerraban por su propia cuenta. Sintió preocupación, pero ni siquiera fue capaz de moverse, estaba congelado, pero su interior se sentía tibio, tal vez era el sueño...
-¡Shigaraki!- un grito, que sonó aterrorizado, con pinceladas de inquietud, llegó a sus oídos.
"¡Dabi!" Quiso responder, pero ni siquiera podía mover sus labios, que temblaban en una búsqueda desesperada de entrar en calor. Con dificultad entreabrió sus ojos y pudo divisar, borrosa y distorsionada, la silueta de Dabi, que se acercaba rápidamente a donde él estaba.
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Hipotermia [ShigaDabi]
Fiksi PenggemarYa no quedan más excusas para mantenerse separados, se necesitan por cada segundo que marca el reloj. La dominante soledad echa raíces en Tomura, congelando su interior, pero Dabi se asegurará de espantar a la horrible hipotermia que domina sus cor...