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El arrebol en el cielo se refleja en sus ojos color fuego que está seguro que en cualquier momento soltaran chispas, esas gruesas manos acariciando sus disparejos mechones de cabello aún húmedos por la lluvia y que por un corto lapso de tiempo roz...

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El arrebol en el cielo se refleja en sus ojos color fuego que está seguro que en cualquier momento soltaran chispas, esas gruesas manos acariciando sus disparejos mechones de cabello aún húmedos por la lluvia y que por un corto lapso de tiempo rozaban sus mejillas con miedo a sobrepasarse o tal vez fue su nobleza la que le impide ver más allá de una caricia sin cuidado, Zenitsu se estremeció en el asiento del sillón por la cercanía en la que el joven le relataba su día en el trabajo sobre el hombro, se daban su tiempo para aprender más sobre el otro y así lograr que Tanjiro no se sienta comprometido a contarle todo lo que sucede en su vida o que Zenitsu se estrese por no dar lo mejor de si. El muchacho rubio no perdió el tiempo en trazar con los dedos los diversos tatuajes entintados sobre el brazo de Tanjiro mostrando su completo interés en una pequeña máscara de zorro, limitó sus preguntas acerca de la ilustración que decoraba su dermis por más de dos años y depositó un beso en la piel desnuda, sin embargo, el fervor que libera su trigueña piel y la pena de haber hecho un dulce gesto sin tener que pensarlo dos veces cambiaron su postura en la situación.

Tanjiro no sabe que más decir, ya sabe lo bien que la está pasando Zenitsu en ese tiempo de atardecer junto al sonido del agua estrellándose contra el suelo, aún en cambio sigue siendo una sensación tan nueva que le hace sentir un poco ajeno a los deseos desmesurados del blondo de compartir todo su brillo con él, aún cree que madurar a un tiempo récord como el suyo tiene sus desventajas, ya que nunca tuvo la oportunidad de preguntar por sus propias dudas respecto al tema. Un poco de tiempo le sirvió para reconocer la belleza en esos ojos desorbitados, la simpática similitud de sus pecas con chispas de chocolate esparcidas por toda su espalda y rostro, los grandes trazos de tinta sobre su cuello a causa de su alocada adolescencia y sin miedo alguno a lo desconocido.

Zenitsu es una caja de monerías.

Sin duda aún no está enterado de todas las facetas que él le describía divertido y que Kaigaku odiaba aceptar, no es por la afligida relación que han llevado desde siempre, es algo mucho más allá de su poca experiencia y solo por ahora puede ofrecerle sus más sinceras palabras de predilección cada que sus ojos sumergidos en un deleitable almíbar le observan, expectantes a sus reacciones.

De esta manera los constantes desvelos y platicas de almohadas les abrieron el apetito para devorar todo un plato lleno de compañía y cariño. Y aún con todo eso Tanjiro se sentía inadecuado, aún por cuanto Zenitsu le reprochara que esa no era una excusa para librarse de él y menos ser despojado de una estima que el simplemente se ganó por su buena voluntad, sólo se encontró con él pequeño vacio que nunca había considerado llenar y que debido a esto le daba un poco de terror siquiera imaginar como eso le afectaría.

En su vocabulario la palabra monotonía nunca estuvo presente para definir el ambiente en el que siempre fue y aún ha sido expuesto, no todos los días pasaba lo mismo y sus hermanos estaban ahí para hacérselo saber de tantas veces que se veía empeñado en cuidarlos por su gran corazón de hermano mayor y por la gran carga que se les pudo venir encima sin su apoyo. Por lo que Zenitsu nunca se opuso a la idea de tener que esperar por su regreso con los hombros dispuestos a soportar todo el peso del cansado cuerpo de Kamado después de una jornada muy larga en la pastelería, compartiendo un poco de su carga emocional que le hacía creer que perdería el compás.

Choque de Planetas;; TanZenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora