I feel Untouched

989 66 27
                                    

Ciento diez por ciento acostumbrada.

No es algo fuera del otro mundo, para mí, al menos ya no. Ir por la calle, ser reconocida por quién me vea. Me encanta.

La grata sensación que deja en mi pecho cuando alguien me reconoce, no hay con que compararla. Recuerdo cuando apenas iniciaba, raramente alguien podía notarme. Dolía, dolía mucho. Mi más grande deseo era lograr ser notada.

Ahora lo tengo y me encanta.

¿Egoísta?

Es un poco probable, lo es. Mi único deseo egoísta en la vida, he crecido luchando por lograr sobre salir, poder vivir. Jamás conocí a mis padres, no estoy segura de sí tengo hermanos. Sé que estoy sola, es así cómo he estado durante los últimos veintisiete años. Crecí en un orfanato. Las hermanas se ocupaban de todos y cada uno de los que crecimos con ellas. Su favorita era quién yo consideraba mi hermana.

Mis primeros recuerdos, son del orfanato.

Las hermanas solían decirme que llevaba más tiempo que cualquiera de los demás niños. Incluso más tiempo que ella. Nos conocimos durante las primeras oraciones del día, destacaba con su hermoso cabello rubio, solía admirarla en secreto, temía que no le agradará. Siempre iba acompañada, hacían todo por ella, tenía envidia. Quería lo que ella tenía, ser ella. Jamás se lo confesé a nadie, la envidia es un pecado castigado por el señor. Cada mañana, al alba ella iniciaba los rezos. ¿Por qué alguien dejaría a una niña como ella?

No lo comprendía, era boba e ingenua.

El hábito me mantenía oculta. No me gustaba pensar que podría ser su amiga, sería terrible que todo fuera una mentira; al llegar el amanecer era la primera en despertarse, tenía que preparar los asientos y limpiar antes que se despertarán a orar. Fue cuando pude hablar con ella.

Me esperaba.

Me aterró pensar lo que pudiera ocurrir, tomo la escoba y comenzó a barrer, con la vista baja, sacudí los asientos, acomode los cojines y limpie el atril. Su mano retiro el hábito de mi cabeza y me obligo a verla.

Verdes.

Sus ojos tenían un tono verde hermoso, podía perderme en ellos todo el tiempo. Fue la primera vez que hablamos, su voz sonaba mucho mejor cuando reía. Las hermanas felicitaban mi mejora, en todo el tiempo que llevaba con ellas, jamás había hablado con nadie, excepto ella, Rapunzel.

Los años pasaban, crecimos juntas, vimos partir a muchos niños, llegar muchos más. Al dejarnos varias hermanas, fuimos ascendidas, no éramos novicias, ya no. Tenía dieciocho cuando Rapunzel comenzó a faltar a las oraciones, descuidaba el orfanato, y pasaba la mayor parte del tiempo en la calle. Quería pensar que volvería, sólo buscaba su libertad, como yo.

Quería creerlo.

Jamás lo vi venir, el día que realizando mis guardias nocturnas, Rapunzel, junto con varios hombres irrumpieron el orfanato. Debí prestar más atención, pero me confíe en que ella jamás me haría daño. No hasta el momento en que quiso eliminarme. Recuerdo la oscuridad, frío y dolor. Recuerdo a esos hombres encerrarme en la iglesia, arrancar mis ropas y tomar mi cuerpo.

Recuerdo a Rapunzel. Reír mientras grababa aquel momento, sonreír viendo mi sufrir. Recuerdo la expresión de la hermana mayor, cuando Rapunzel le mostró el video, cuando me inculpo de violar el hogar de Dios.

Lo recuerdo.

Fui expulsada del orfanato, las hermanas me odiaban. Lo que más recuerdo, fueron las palabras de Rapunzel en aquel entonces.

«Ya no eres la favorita, ¿o sí?»

No tenía a dónde ir. Era pobre, y mucho menos tenía un techo en el cuál quedarme. Los primeros meses, fueron una verdadera pesadilla, conseguir un trabajo y dónde quedarme se volvió en una guerra por sobrevivir, mantenerme con salud a mí, y al bebé que se engendró en mi aquella fatídica noche.

I feel Untouched (ADAPTACIÓN-JELSA) One-shotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora