i. oh, viejo, ¿te han dicho lo hermosos que son tus ojos?

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DÍA 01: AU | Nobleza y servidumbre.
DEDICADO A: anjhela97

—Escúchame con atención, pequeña rata, voy a llevar estas cosas a la cocina y tú te quedarás aquí y alimentarás a los caballos, ¡¿te quedó claro?!

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—Escúchame con atención, pequeña rata, voy a llevar estas cosas a la cocina y tú te quedarás aquí y alimentarás a los caballos, ¡¿te quedó claro?!

Stan entierra con fuerza la pala en el suelo y suspira, observando a su hermana alejarse después de soltar su quinto "regaño" nada más iniciar la mañana.

—Hombre, ¿tu hermana debe ser un grano en el culo todo el tiempo?— pregunta Kenny mientras levanta con su rastrillo parte de uno de los montículos de paja.

—Ella ha sido un grano en el culo desde que tengo memoria— responde Marsh y levanta de nuevo la pala para seguir trabajando en la parte de afuera de los establos —, quiero decir, la entiendo de cierto modo. No es como si yo estuviera feliz de estar trabajando como esclavo para una familia de quisquillosos. Pero ella no ayuda con esa actitud.

—Oh, Stan, no seas tan pesimista— regaña Kenny dándole una palmada con cariño a uno de los caballos una vez entra a los establos —, los Tucker no son tan malos, solo tienen costumbres raras y eso. Además, ¿has visto a su hijo? Jesús, ese chico es ardiente.

—Viejo, ¿qué mierda?

—Mira, Marsh, yo podré ser muchas cosas; pero ciego no soy. Quién sabe, a lo mejor el convivir más con la familia en vez de encerrarte aquí te ayude a entender ciertas cosas. Ahora ayúdame a alimentar a estos chicos, pequeña rata.

Stan pone los ojos en blanco antes de mandar al demonio su pala y acompañar al rubio.

—Seguro, hombre, seguro.

Están cerca de ser las tres de la tarde

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Están cerca de ser las tres de la tarde. Stan lo sabe porque el sol está en su punto más alto y el calor es tan molesto que él debe detener cada cierto tiempo su trabajo de arrancar las malas hierbas para limpiarse la frente con el antebrazo.

—¿Es tan necesario tener un jardín así de grande?— pregunta en voz alta con obvia molestia.

—A la señora Tucker le gusta las flores, no puedes culparla por no tener tanto tiempo para chequear— responde Kenny llevando dos cajas llenas de manzanas con dirección hacia la mansión —, ella dijo que cuando termines puedes ir a beber algo. No veo porqué no aceptar. Suerte con el jardín, nos vemos luego.

—Hasta luego, viejo— murmura Marsh, dejando que sus palabras sean arrastradas por la repentina brisa que lo hace agarrar con fuerza su sombrero de paja —, maldita sea.

En momentos como estos el azabache tiene que aceptar, a regañadientes, que extraña su hogar y que maldice el día en que abrió la boca para decirle a su padre que quería un cambio de aires.

Tal vez ahora, de no haber dicho nada, estaría a kilómetros de aquí, en la biblioteca de su pueblo: con pilas y pilas de libros y con Wendy a su lado, lista para regañar si no lo veía estudiando.

Dios, como extraña a esa chica.

Aunque, Kenny también tiene razón. Este nuevo lugar tiene sus cosas agradables: el aire es más fresco, el campo es verde y extenso, no hay tanto ruido y los caballos son geniales. Además, la señora Tucker no es tan mala, las pocas veces que Stan fue a la mansión por el cansancio ella lo invitó a la hora del té o a cenar. Podía hallar satisfacción en tener las uñas llenas de barro y callos si eso significaba ganar dinero en base a un trabajo honesto.

Por las risas que poco a poco aumentan, Stan se da cuenta de que, al parecer, el señorito Craig está por llegar con sus amigos, mandando todo el buen humor que trataba de construir al demonio.

No es que no se lleve bien con el chico, su rubio compañero tiene razón con el tema de que es simpático; pero al azabache no le gusta la idea de juntarse con él, lo siente muy extraño.

Trata, entonces, de volver a concentrarse en el asunto de las hierbas y continúa arrancando por un par de minutos antes de escuchar a Kenny llamándolo a la distancia y haciéndole una seña para que vaya con él.

Es así como Stan se levanta y se sacude las manos para quitarse algo del polvo, escuchando algo ser pateado a lo lejos, lo último que ve antes de que ese algo lo golpee en la cabeza y lo haga caer al suelo con fuerza es la expresión incrédula de su amigo rubio antes de que este rompa en carcajadas.

Qué hijo de puta.

Hay cosas nuevas que Stan nota mientras su mente se balancea entre estar consciente o no

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Hay cosas nuevas que Stan nota mientras su mente se balancea entre estar consciente o no.

Lo primero es el fuerte aroma de las flores a su alrededor. Lo que le confirma que el lugar donde se encuentra sigue siendo el jardín, probablemente sobre el campo de margaritas, lo cual es una lástima porque a él si le gustaban esas flores.

Lo siguiente que nota son los murmullos, que poco a poco comienzan a aumentar en volumen y tono. Desde un "¡¿Cómo pudiste hacer eso?! ¡¿Qué vamos a hacer?! ¡Gah! ¡Esto es mucha presión!" Hasta el sonido de risas que poco a poco desaparecen.

Y luego están los ojos que lo miran con suma atención, es lo único que puede ver con claridad al tener el rostro de quién sea esa persona tan cerca, puede notar el color azul que los bañan y que no compararía con el de los suyos ni por obligación; pues estos tienen un tono que le recuerdan a las playas donde de vez en cuando iba con sus amigos o al cielo que observaba mientras montaba a caballo con Wendy.

—Oh, viejo...— logra murmurar, no le importa lo ridículo que suena su voz o el cómo Kenny se cubre la boca a lo lejos para no reír de nuevo —¿te han dicho lo hermosos que son tus ojos?

Un "¿Qué?" Dicho con el tono nasal tan característico de Craig que hace que Stan sienta que quiere vomitar, es a su vez lo último que escucha antes de que todo se torne negro.

Qué desastre.

✧ two idiots in love who when they see each other say: ugh | Staig Week ; 2020.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora