Por novena vez le grité que se callara. Era tan ruidosa que no me permitía concentrarme. Sus gritos me aturdían tanto, que esta vez ni siquiera tuve que pensarlo.
Me levanté, desesperado, tomé el objeto más cercano. Un florero, bajé por las escaleras hasta el último piso. Seguía gritando, no esperé más y se lo reventé en toda la cara.
Eso no la detuvo, solo incrementó el llanto. Decidí acabar rápido con esto.
Tomé el bate recién comprado y la destrocé por completo.
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El silencio por fin había regresado.
Y con ello finalmente concluí el trabajo de hoy. No importa cuántas veces lo continúe haciendo, siempre lo seguiré diciendo, no es fácil ser un escritor y menos cuando te quedas sin ideas. Muchas veces la imaginación no puede ser la salvación.
Aun me quedaban dos relatos más por hacer antes de la fecha límite y ésta estaba cerca, no tenían que ser muy largas, pero se me agotaban los recursos.
Ese día opté por salir a refrescarme, de todas maneras, necesitaba rellenar la despensa.
Me dirigí hasta el supermercado, compré lo de siempre; pan, leche, huevos, cloro, algo de cereal, vendas, un poco de jamón y un nuevo champú. Fui a la caja.
La cajera era muy atractiva, muy similar a mis ideales. Creo que le agradé, me guiñó el ojo y me dijo que su turno terminaba a las 8. Sonreí coquetamente, hice caso omiso y me retiré del establecimiento. Aún era temprano, fui por una hamburguesa.
"Sus ojos eran muy penetrantes y estos expresaban un brillo tan resplandeciente, llenos de grandes ilusiones."
Se acabó la tinta. Soy el tipo de escritor que aun ocupa la pluma y el papel para dar vida a sus obras. El reloj marcaba las 17:50.
Me quedaba algo lejos, pero podía sacar un gran provecho de ello. Terminé yendo a mi tienda favorita por una tinta nueva. Saludé. "¿Lo de siempre?" Asentí y esperé.
"Esta es nueva, mírala, no es cara"
Sin pensármelo mucho me la llevé. Había algo en ella que me atraía demasiado. Regresé a casa.
Sin duda era muy hermosa, incluso con ropa casual destacaba del resto.
Me saludó con fuerza para llamar mi atención. Continúe embobado por esa hermosa sonrisa que solo a mí me regalaba. Enserio anhelaba tanto conservarla para siempre.
.
.
Ahora ya no está sonriendo. ¿por qué, si te veías tan hermosa? ¿puedes volver a sonreírme? Oye ¿puedes? Por favor...
Lo hizo, pero su belleza había desaparecido. No era tan radiante como antes, aun así, quería preservarla eternamente. Con aguja e hilo podría conseguirlo.
Una vez que tomé el cuchillo y me acerqué cuidadosamente...
Ella sabía muy bien que no volvería a ver la luz del día.
Para un breve respiro fui hasta la cocina por un frio vaso de agua. Comencé a guardar las compras y hasta el final de la última bolsa, se encontraba aquella pluma que daría vida a las nuevas obras. La tomé, la observé a detalle y seguía sin saber que elemento de todo el objeto era aquel que me cautivó tanto. ¿El plumín? ¿el diseño? ¿el color? ¿su bajo precio? No lo sé y por mucho que lo pensara, no lo sabía.
Me cansé de esperar. Tomé una siesta.
3:30 a.m.
Desperté con hambre y sin ganas de mucho. Me dirigí por un trozo de pan y algo de leche fría para merendar. Tomé asiento en el suelo y dejé la leche en la pequeña mesa de la sala. Llamó nuevamente mi atención el nuevo objeto que adquirí, no tenía caso que continuara examinándolo, así que decidí probarla por primera vez... para mi suerte, no se me ocurría absolutamente nada y no quería gastarla con meros garabatos.
-....................
Fue entonces cuando escuché un estruendo algo lejano, pero no lo suficiente para que mis oídos tuvieran permitido captarlo. No me asusté, esto pasaba muy seguido, optando por ignorarlo.
2 minutos. Ahora se percibía más cercano. No podía tener una mascota ya que me sería imposible cuidar de ella, por ende, aquellos ruidos tan extraños no eran a causa de las travesuras de un pequeño animalito ¿Qué cosa tendría que ser?
Quería volver a ignorarlos, pero comenzaban a provocar una gran tensión en mí que no estaba dispuesto a soportar.
Caminé hasta la fuente del sonido, una gran sorpresa fue cuando antes de siquiera alcanzar la manilla de la puerta ésta se abrió abruptamente golpeándome en el rostro aturdiéndome un poco con ello. ¿Qué había pasado?
Antes de que mi visión se aclarara por completo, se arrojó encima impidiendo mi desplace a la vez que trataba de dañarme estrellándome fuertemente contra la pared. Tenía consigo un cuchillo ensangrentado y no parecía dudar en usarlo, su auténtica sonrisa había regresado.
Esta fue la primera vez que me sentí algo aterrorizado. Violentamente la lancé contra la mesa evitando lo peor, al menos para mí. Me levanté agitado, desesperadamente busqué con la mirada algún objeto que me permitiera la defensa...
No había absolutamente nada, todo se encontraba en aquel cuarto y el tiempo no era suficiente para ir hasta ahí. Ella se levantó, irritada intentó gritar mientras se dirigía exasperada hacia mi posición tratando de clavarme el cuchillo, la esquivé y quedó atorado en la pared, con esa acción no quedaba duda del objetivo que tenía.
Seguía buscando. Sacó el objeto punzante y esta vez podía jurar que era mi fin. Ya no tenía más tiempo. Instintivamente tomé la nueva pluma que hace unas horas adquirí, sin vacilar y ganando la carrera, traté de clavarla en el glóbulo ocular derecho...
Sin percatarme y antes de que entrara por completo, éste disparó una especie de laser que atravesó más allá del ojo alcanzando incluso la cabeza.
Soltó el cuchillo, permaneció en pie unos cuantos segundos y se desplomó de espaldas. Estaba muerta.
Me sorprendí. La moví un poco con el pie para rectificar su estado. No podía creerlo.
¡La había matado! Miré la pluma... así que este era su valor verdadero.
Sonreí. Ahora con esto hacer mi trabajo sería realmente más fácil.
Cuando dije que ahora sería ella quien daría vida a nuevas obras... no creí que llegaría a ser de una forma tan literal.
Los días de limpiar la sangre constantemente de diferentes lugares y enterrar cadáveres en el jardín, por fin habían terminado.
Nuevas obras florecerán con amplios detalles y con gran originalidad. Y como siempre, nadie dirá nada, nadie va a quejarse...
Todos disfrutarán de ellas. Después de todo...
¿Quién podría sospechar de un simple lapicero?
Con un gran escritor de fondo.
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Historias Cortas
RandomRecopilación de historias cortas originales, cada personaje me pertenece. Además de abarcar diferentes géneros para todos los gustos.