Observó su reflejo con detenimiento. En silencio, admiró cada parte de su ser.
Harta, calló esa voz que no dejaba de recordarle lo horrible que era y solo entonces pudo verlo. Solo entonces pudo sentirlo. Solo entonces pudo amarse. Y lo hizo.
Se miró y se amó. Amó cada rasgo, cada peca, cada lunar, cada mancha, cada marca, cada cicatríz, cada herida, cada lágrima. Amó cada sentimiento, cada palabra, cada defecto, cada centímetro y gramo de su ser.
Se amó. Se amó sin miedo. Se amó sin culpa. Amó ser lo que era. Y, solo entonces, se sintió felíz de ser lo que era.
ESTÁS LEYENDO
♡ Escritos ♡
RandomEscritos que hago de vez en cuando para desahogarme. Quería compartirlos, quizas, a alguien le gusten.