¿Un robot más o un robot menos?

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Esta historia transcurre en la avanzada pre-adolescencia de una pequeña persona que vivía en Barcelona, sobre el año 2014.

Era un pequeño robot más al que querían programar para que siguiera el camino "correcto", para que no saltara la vallas o las cadenas que prohibían el paso hacia todos los demás caminos, hacia todos esos caminos que te pueden ofrecer una felicidad o más bien dicho una tranquilidad que ese camino marcado no puede dar-te.

Ese pequeño robot al  que llevaban años programando se llama Claudia. Ella era una pequeña niña que siempre ha hecho lo imposible por no seguir por ese camino marcado con líneas de color negro y con esas gafas que te ponen cuando creces y te empiezas a dar cuenta de las cosas para que veas imágenes de un camino todo liso y bien asfaltado, aún sabiendo que es un camino lleno de barro y de rocas, como todos los demás caminos, y que no tiene nada de especial.

Claudia siempre había sido diferente, nunca había sido como los demás, pero no diferente en el mal sentido, sino en el sentido de que no era como todos esperaban que fuera esa pobre criatura. Me explico, ella era una niña bastante extrovertida en el tema socializar, en cambio en el tema sentimientos era mucho más introvertida. Era una niña muy feliz, siempre estaba riendo y tenía una sonrisa que impresionaba a todo aquel que la veía, no por qué tuviera una dentadura perfecta, sino por qué tenía una sonrisa tan sincera que solo verla te alegraba el día, o eso le decía todo aquel que la conocía. Pero en cambio a la hora de expresar sus otras emociones era mucho más fría. No acostumbraba a llorar, aunque era una niña muy sensible, y cuando se enfadaba no gritaba, no pegaba, no pataleaba... se lo guardaba todo dentro y luego otra vez a reír. No era casi rencorosa, sí que es verdad que enfadarse con alguien le dolía mucho, pero al poco rato ya se le pasaba, e incluso aunque siguiera enfadada, te dedicaba una sonrisa. Ella era especial porque se negaba a seguir ese camino de amargura y esclavitud, por eso siempre llevaba una sonrisa en la cara, se negaba rotundamente a ir andando con una cara sin expresión y con los ojos cerrados. 

La pobre, avanzaba como podía intentando llegar a algún pequeño callejón que la desviara un poco para poder encontrar su camino y así poder ser libre, pero era muy difícil, a la que te veían con intenciones de ir a buscar otra opción, te mandaban fantasmas para que te atormentaran, te intentaran hundir, te atacaran cuando vas a dormir o cuando tienes tiempo de descansar, con puñaladas, pero no por la espalda, sino por la barriga, por el pecho, por la cabeza y por todo el cuerpo, para que te convencieran de que seguir un camino por fuera de lo normativo no era una buena idea por mucho que lo desearas. Y ojalá solo fuera eso, pero no, a veces llegaban hacerte la vida imposible, y si conseguías desviarte vete preparando porque aunque tengas amigos de verdad te puede atacar hasta tu propia familia. Pero ella lo seguía intentando, por qué por muchos palos en las ruedas que le pusieran, tenía muy claro que lo iba a conseguir tarde o temprano.

Y entonces, llegó enero de 2015 y cumplió los 10 años y en ese momento para nada se esperaba lo que estaba por llegar.

Una historia sin titulo escrita por un chaval sin nombreWhere stories live. Discover now