El hijo del Joker

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Era casi media noche y aún Maicol seguía con su disfraz, se encontraba mirándose inmóvil en el espejo del camerino que le habían  asignado, posición que guardaba desde que su espectáculo culminó.

—¿Le cogiste el gusto al disfraz? —Le pregunta uno de sus colegas sacándolo de su ensimismamiento.

—Eso parece. —Suelta una ruda carcajada que hace que el otro payaso se sobresalte.

—¿Demorarás mucho? —Pregunta interrumpiendo su risa—. Es que soy el encargado de cerrarlo todo hoy —se explica.

—No, ya voy de salida.

—¿No te cambiarás? —Inquiere.

—No, así estoy perfecto —dice con los ojos bien abiertos.

Maicol se marcha del lugar rápidamente dejando a solas a su compañero de trabajo. Aquel hombre le da una última ojeada al lugar para cerciorarse de que todo estuviera en su lugar.

Tranca la reja poniéndole el candado y se dirige a su casa por las oscuras calles de la vecindad. Ya se había alejado cuatro cuadras del circo cuando de repente siente un fuerte golpe en su nuca haciéndolo caer al suelo en estado de estupor.

Varias horas pasaron hasta que logró despertarse, se encontraba atado a una silla y amordazado en una habitación en penumbras, solo una tenue luz proveniente de una vieja  lámpara iluminaba el lugar.
La puerta se abre y entra en el local un rostro familiar para él.

—¿Te preguntarás qué hacemos  aquí? —Dice  el recién llegado y el hombre amarrado solo asiente con la cabeza.

—Pues porque descubrí que al igual  que mi padre tengo un  vicio por la sangre. —Termina sus palabras con una enorme carcajada que proviene de lo más oscuro de sus entrañas  y le quita el pañuelo de la boca ya que él intentaba hablar.

—¿Quién demonios eres tú Maicol? —Pregunta confuso.

—Yo... Yo soy el hijo del Joker —dice y antes de que él pudiera decir media palabra saca una calibre 38 y le descarga el cargador en la cabeza.

Su macabra risa vuelve a estallar cuando la sangre de su compañero de trabajo lo salpica  embarrándolo de pie a cabeza.

**

A  la mañana siguiente las autoridades encuentran el cadáver de aquel hombre en las afueras de la ciudad. Tenía la cara totalmente desfigurada por los múltiples impactos de bala, en su pecho llevaba escrito con sangre dos iniciales "JS".

—¿Qué crees que signifiquen estas iniciales? —Le pregunta un oficial a otro.

—No sé —responde confuso.

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