Aquí, hoy.

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La mayoría alguna vez, cuando éramos niños, esperábamos este día, el 8 de diciembre, para armar el árbol de navidad. Y, sin despreciar religiones o nacionalidades, en mi caso era así.

Bueno, esto fue así, hasta que descubrí otro hecho que ocupaba la misma fecha. Un triste hecho. 

El 8 de diciembre de 1980, una persona, y tengo muchas dudas si se lo puede llamar así, se tomó el atrevimiento de dar arrebatarle la vida de un Dios para mí y para muchos: John Winston Lennon. El beatle revolucionario.

Es una lástima que muchas personas de mi edad -18 años-, menores, o también mayores, no hayamos tenido el placer de vivir en aquella época. Lo único que nos queda es su legado como músico y persona, que no es poco, de hecho. 

La canción "Here Today"  que escribió Paul McCartney para él es la que voy a tomar hoy, intentando recrear lo mejor posible lo que pienso qué paso cuando la compuso.

8 de diciembre de 1981. 

Había pasado un año ya desde aquel fatal día en el Dakota dónde uno de sus mejores amigos y compañeros de vida había sido asesinado por un demente. Para Paul no fue fácil, en lo absoluto, seguir adelante después de ese hecho. A pesar de que se mostró lo bastante tranquilo el día después del fallecimiento, cuando salía de los estudios de grabación donde había estado trabajando casi todo el día; él no era ese frío ser.

Muchos entendieron lo que ocurría, que Paul se encontraba fuera de sí y muy dolido. Sin embargo, otros simplemente se dedicaron a criticar al músico, dejándolo como una gran mierda. 

Paul se tragó todas aquellas acusaciones y no hizo caso. Solamente Linda, sus hijos, Heather, Mary, Stella y James -aunque este último era muy pequeño en aquel entonces-, y las cuatro paredes de su habitación sabían en verdad lo que pasaba. ¿Cuántas noches se la pasó llorando? Muchas, sin dudas. Y aún tenía en su interior ese sufrimiento que lo agobiaba. No le alcanzaban las lágrimas para expresar tanto dolor.

Linda no estaba en la casa, ya que había salido con todos los niños, a excepción de Heather, que se encontraba en su cuarto, estudiando, mientras él calmaba su nostalgia haciendo sonar las cuerdas de su guitarra acústica, recostado en el sofá de la sala. Hasta que decidió irse a dormir una pequeña siesta a su habitación, con lo cansado que estaba, dormir al menos quince minutos, le vendría bien. 

Le bastó con apoyar la cabeza y en cuestión de segundos se inundó de un bonito sueño que jamás olvidaría. O mejor dicho, una especie de etapa intermedia entre estar absolutamente consciente y profundamente dormido.

Era una tarde lluviosa. Paul se encontraba en su sala, totalmente vacía, lo cual le pareció bastante raro porque casi siempre estaban los niños jugando o incitándole a que él cante algo para ellos. Mientras este absurdo pensamiento atravesaba su mente, sintió olor a cigarrillo. ¿Cómo puede ser posible? pensó, ya que tenían una regla muy estricta de no fumar dentro de la casa, y mucho menos la sala, que era como el lugar sagrado de la familia. 

Se volteó para ver quién era el atrevido fumador y es ahí cuando se encontró con su viejo amigo. John Lennon lucía como sus días anteriores a la tragedia. Cruzado de piernas, como era habitual en él, su cabello castaño con pigmentos rojos, ni tan corto ni tan largo, una visible barba de, tal vez, tres días, sus gafas oscuras con anchos marcos y una sonrisa en su rostro, señal de que estaba encantado de volver a ver a su amigo.

Claro, ¿cómo no reconocer ese aroma tan carácteristico de los cigarrillos franceses que John fumaba? 

-Solamente quiero decir que tienes una casa muy bonita -confesó él mirando a su alrededor. Dejó su cajetilla de cigarrillos sobre la pequeña mesa que tenían en frente. 

If You Were Here Today.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora