Cap 2- Solicitando refuerzos

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Oculto entre las sombras se escondía una siniestra figura, que se vanagloriaba del sufrimiento causado por su infame gesta, mientras con el pulgar de su mano derecha acariciaba el filo de una larga daga que mantenía oculta en el  bolsillo interno de su gabardina,  mientras su mirada parecía
ebria de sangre.

Se quedó viendo como su singular puesta en escena parecía cobrar vida, siguiendo todos los pasos que él había dispuesto para llevar a cabo tan macabro fin.

Su estrategia parecía ser magnífica. Todos los participantes de su "retorcido juego" , habían sido escogidos por él. Todos  salvo uno, el agente Robertson, él era un misterio, una nueva ficha en el tablero. Era un enigma y a esa  siniestra sombra no le gustaban los enigmas.

... Y entonces de entre los labios de tamaña cruel sombra, se perfiló una macabra sonrisa mientras lentamente se fundía denuevo con la oscuridad imperante en dicho lúgubre y frío callejón.

Cirniose de repente la noche, como si se tratase de un ave rapaz que cae en picado, asestándole un fatal golpe al astro rey.

Fue entonces en plena oscuridad cuando empezó a llover, al principio de forma tímida y débil.
Pero en tan sólo unos escasos tres minutos, la lluvia adquirió unas proporciones bíblicas, no pudiendo ver los transeúntes ni a dos metros de distancia sin miedo a tropezarse con el destrozado pavimento, ya que tal era la cantidad de agua por los cielos derramada que la imposibilidad para ver era máxima.

Transcurrieron lentamente dos horas bajo la intensa lluvia, y comenzaban a arremolinarse los curiosos. Fue en ese momento cuando el agente Robertson empezó a dar órdenes a unos policías que se encontraban por allí, para que acudiesen a la escena del crimen a echar una mano.
Estos fueron a su encuentro, pero no con la intención de ayudar en la investigación, sino para enseñarle a ese “civil” que eran ellos quienes mandaban en las calles londinenses.

-Vaya, vaya ¿qué tenemos aquí chicos?, pregunto uno de los policías, cuyo rostro tenía  notables marcas de haber padecido la viruela.

-Un mierdecilla que aún no ha aprendido que nosotros somos los amos, y que su destino y el de los demás sintecho depende de que queramos  protegeros  sacos de mierda, profirió gritando otro policía, este imberbe aún pues apenas superaba los 19 años de edad.

- ¿Qué se va a esperar de está jodida escoria?, dijo un tercer policía que poseía una gran fortaleza y parecía tener el alma turbia y el ánimo colérico en demasía.

- Pues entonces tendremos que enseñarle modales a palos, dijo el cuarto policía que junto a "sus camaradas", parecía haber olvidado (o nunca haber aprendido) lo que verdaderamente signífica ser un polícia

Este último policía era más alto que los demás, era bastante desgarbado y lucía un uniforme que parecía haber pasado por mil batallas. Este uniforme  tenía más lamparones de grasa que condecoraciones luce en su pechera un oficial del real ejercito de su graciosa Majestad Imperial la Reina Victoria I de Inglaterra.

En ese momento los cuatro hombres se abalanzaron sobre el agente Robertson, con la única intención de "ablandarle" el cuerpo con una brutal paliza. La pelea fue mucho más rápida de lo que esos desalmados policías hubiesen deseado, y con mucha peor fortuna.

El policía que teníala cara devastada por la viruela, fue el primero en iniciar el ataque. Se balanzó con su puño cerrado con la intención de proferirle a ese "civil" un tremendo puñetazo, para ayudarle a entender cual era su lugar en aquel decadente lugar.

Pero sin darle tiempo a reaccionar le dió una patada voladora directa a su estómago con tanta fuerza que al recibir la patada parecía un pelele de trapo. Después de esto cuando todavía se encontraba sin resuello lo lazó por los aires hacía unos palés de obra  que estaban mal dispuestos en una pared cercana.

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⏰ Última actualización: Jul 07, 2015 ⏰

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