Capítulo 45

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Cuando algo andaba mal o un problema surgía, recurría a Jonah. Siempre respondía a mis llamadas o me buscaba donde quiera que estuviera para asegurarse de que me encontrara bien. Sin embargo, Jonah se convirtió en otro más de mis problemas.

Corrí de regreso a mi apartamento, sin más lágrimas que quisieran emerger. Ya no me quedaban. No tenía ni la más remota idea de cómo sentirme después de que salí del auto lujoso con unas cuantas verdades que me resultaron difíciles de asimilar. Me dolía el pecho, las piernas solo me funcionaban por la inercia y la desesperación de aislarme del mundo que tanto daño me hizo.

Desde antes de nuestro reencuentro Moon-jae tenía un segundo trabajo que le daba las verdaderas ganancias que lo mantenían. Eso si la paga no consistía en satisfacer sus peores adicciones o gastarse el dinero en ello. Todo cobró sentido tras analizar su condición de vida, sus desapariciones, sus quiebres emocionales y su odio —aunque poco mostrado— al fin de semana.

Una necesidad de la que no podía escapar si quería sobrevivir.

Azoté la puerta en cuanto entré a mi hogar, a mi único sitio seguro. Caminé de un lado a otro, cubriéndome el rostro con los puños. Dejé escapar una serie de pesadas respiraciones y pasos que me probaron cuán dolido estaba. Dentro de mí solo pude percibir un calor indescriptible que logró exteriorizarse en mis mejillas.

Mi novio me engañaba con mi mejor amigo, aunque fuese por dinero. Mi mejor amigo fingió durante años que le importaba, y la única persona que no era mi familia y que fue realmente honesta conmigo, se hallaba desaparecida. Me había quedado totalmente solo y no sabía cómo canalizar todo el peso de los hechos recientes.

Jamás enfrenté una situación similar.

Para tranquilizar ese estómago tan revuelto, fui al baño, me metí los dedos hasta la garganta y me obligué a vomitar antes de que mi cuerpo lo hiciera más tarde. Permanecí sentado junto al inodoro durante varios minutos después de sacarlo todo, abrazándolo. El frío de la porcelana y el súbito silencio de mi entorno lograron que al fin llorara otra vez.

Fui ruidoso al respecto, poco me importó que Moon-jae yaciera en algún sitio de su apartamento, escuchando o durmiendo. Una parte en mi interior quería que él supiera lo mal que sus acciones me ponían, aunque yo me victimizara en exceso por eso.

Al final yo también obré mal y Jonah no perdió el tiempo para restregármelo en la cara. Era parte del karma que tenía que pagar por herir a la gente en el pasado y el presente. Cada hecho se acumuló con el tiempo para que un día frío y nublado finalmente me dejara caer todo encima.

Me levanté del piso aún con las lágrimas frescas; caminé a la alacena para sacar mi vodka favorito. Ya no tenía nada que perder. Tomé la botella con una sola mano, la abrí y me la empiné sin pensar en nada más que en embriagarme. Si iba a sentirme realmente mal, prefería no recordarlo.

Bajo la afonía y la oscuridad, sacié mi sed hasta que me cansé. Abandoné el celular muy lejos y mantuve segura mi computadora bajo la cama. Conforme avanzaron los minutos y los efectos del alcohol se apoderaron de mí, nuevas y extrañas ideas surgieron.

Tomé el tripié y lo coloqué junto al balcón, que se encontraba entreabierto. Lo puse en la altura máxima. Agarré la cámara entre tambaleos y una vista realmente confusa, la configuré para que tomara una fotografía cada dos minutos hasta que la batería se consumiera por completo. No revisé los enfoques ni la iluminación, se lo dejé al modo automático para que yo no tuviera que preocuparme más.

Ya no quería sentir nada, por eso permití que la cámara lo hiciera por mí. Y una vez que este improvisado proyecto dio inicio, me dejé llevar por el caos para capturar mi lenta perdición.

El balcón vecino [BL-GRATIS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora