Capitulo 1.

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Su patada en el pecho la sentí como si un camión me chocase de frente.

La suela de su zapato de seguro quedo marcada en mi pecho.

El golpe es tan fuerte que me tiro hacia atrás y me dejo a poco menos de un metro de caer hacia el abismo que ofrece la terraza de este edificio.

Mi pistola esta en la otra punta de la terraza y mi enemigo se aproxima a terminar con mi vida. Creo que esto es todo, creo que hasta acá llegue.

Pero todo final tiene un comienzo y seria de muy mal gusto solo dejarles un final sin que sepan el porque llegue a donde llegue e hice lo que hice.

Mi nombre es Nicolas Gallegos y esta es la historia de como un joven de veintiséis años común y corriente,se metió en el lio más disparatado que puedan imaginar.

Todo comenzó hace un mes...

Casa de Nicolás. 05 de enero de 2020.

Yo me encontraba en mi sillón rojo mirando televisión mientras saboreaba las toxinas de mi cigarrillo.En la tele pasaban "Lo que el viento se llevo" y justo en la escena donde el barco comienza a hundirse, un grito femenino invadió los pulmones del edificio.

-¡Auxilio! - Gritaron desde alguno de los departamentos.

Inmediatamente mi corazón se acelero por el miedo que produjo aquel desgarrador pedido de ayuda.

-¡Auxilio! -Volvió a gritar una mujer e hizo que enseguida pusiera en silencio mi televisor.

Me puse de pie y me acerque a la ventana del comedor que era donde me encontraba.

Intente divisar algo por las hendijas de la persiana de madera blanca pero siendo de noche, era poco lo que se veía.

El ruido de vidrios estallando comenzaron a hacer de coro a los gritos de auxilio.

Creo que en ese momento supe, que el lío era grande, pero aun así, ignore la voz de mi interior que me decía "No te metas, llama a la policía y quedate adentro".

Lamentablemente soy demasiado curioso y si a eso le sumamos que desde chico lei por mucho tiempo a Conan Doyle y Agatha Christie, podrán deducir que ignore por completo a mi voz interior.

No solo salí al pasillo de mi edificio si no que ademas, pare la oreja como los perros para intentar deducir de donde venían esos gritos.

Sin duda todo venia de arriba, uno o dos pisos más arriba que el mio de seguro.

Pensé en una fracción de segundo cual iba a ser mi reacción.

Si quedarme en casa a salvo, o intentar hacerme el héroe por alguna razón idiota.

Me cago en el heroísmo inducido por la lectura que recibí.

Contra todo pronostico, cerré la puerta de mi departamento y comencé a subir por las escaleras siguiendo los gritos.

Un pánico comenzó a invadirme a cada paso que iba dando.

¿Y si es solo una pelea de pareja?

¿Y si me estoy metiendo sin pena ni gloria?

¿Qué haría Sherlock en un situación así? Me preguntaba mientras caminaba.

-¡Basta! ¡Por favor que alguien me ayude! -Se oyó en medio de mis pensamientos.

Fue entonces cuando una adrenalina disparatada se comenzó a adueñar de mí y despejo las dudas que detenían mis pasos.

Comencé a subir más rápido que antes, sin importarme mis prejuicios sobre el heroísmo.

Los gritos me decían que esté era el piso donde se estaba disputando la batalla.

Comencé a acercarme despacio, sin hacer ruido, conservando el aire por vaya uno a saber que razón.

Los gritos provenían del departamento"C" y ahora, se podían oír con más claridad.

-¡Vos no sabes con quien te metiste hija de puta! ¡No te das una idea! -Gritaba un hombre desde adentro mientras algunos proyectiles impactaban contra la puerta.

-¡¡Ayuda!! -Seguía gritando la victima femenina.

Su voz se notaba invadida por el miedo y el llanto.

¿Toco la puerta o que mierda hago? Me pregunte frente a la puerta de madera oscuro con la C en dorado.

Seria muy estúpido golpear la puerta para caer a una fiesta en la cual no estaba invitado.

-A la mierda con todo, tendrán que comprar una nueva. -Me dije a mi mismo para darme coraje.

Tome impulso y reventé la puerta de una patada seca.

Por suerte cuando era más chico mi mamá me envió a que practicara karate, de otra forma, creo que me hubiese roto el tobillo.

La puerta se abrió violentamente dejándome ver la escena por completo.

Una mujer rubia de unos treinta años estaba en el suelo con su pelo lleno de sangre, escudándose detrásde una mesa de madera con una pata rota.

Frente a ella se encontraba un hombre de unos cuarenta años, con un cinto en la mano que me miraba sorprendió por haberme aparecido sin tocar el timbre.

Él era claramente más corpulento que yo, debía sacarme una cabeza de altura y se podía ver a simple vista que su espalda podría ser confundida tranquilamente con un placard.

¿En que mierda te metiste Nicolas ahora? Preguntaría mi mamá si me viera llevándose sus manos a su cabeza.

El suelo estaba cubierto de vidrios rotos que en algún momento habrán sido platos, vasos y vaya uno asaber que más.

-¡Ayudame! - Me grito la rubia desde el suelo extendiendo su mano hacia a mi.

- ¿¡Este es otro de tus amantes atorranta?! -Grito el dándole un cintazo en el brazo como si fuese algún tipo de domador de leones.

-¡Soltala hijo de puta! -Le grite ingresando en el departamento sin permiso alguno.

No se de donde saca uno la valentía,pero les aseguro, que esta muy lejos de las ficciones que leemos a diario.

El cuento del pibeWhere stories live. Discover now