— ¿Entonces es verdad que acudirás a los noticiarios?—— Muy probablemente, aunque creo que es mejor que me lleve todas esas cosas a la tumba...—
—¡Abuelo! —Protestó la nieta mayor
— Ya habíamos hablado sobre esto, y acordamos en que no lo harías, David.
— Es imperante ¿No lo ves, Freya?
— Imperante o no esto podría arruinarnos, quizá a ti ya no te importa porque eres un viejo moribundo y yo también pero piensa en tus hijos y nietos, sería un chisme de magnitud espantosa— la señora Freya tomó una taza entre sus manos temblorosas— Todo esto va a ser un caos y tú no quieres darte cuenta de ello— prosiguió entre sorbos—
¿Qué va a pensar el ministro de todo esto?, ¿Con qué cara vas a tratarlo desde ahora?— Lo que piense ese viejo me tiene sin cuidado, porque él no es el ejemplo perfecto de la moralidad, además ya estoy con un pie en la tumba y no quiero llevarme toda esa mierda encima—
David miró hacia la ventana por unos minutos, miles de cosas atroces se paseaban por su memoria en ese momento. El remordimiento que había cargado en su mente lo estaba haciendo pedazos.
Era víspera del Fasnacht, en 1980. Las calles empezaban a llenarse de gente que se preparaba para el carnaval. David tenía para ese entonces veinticuatro años, y servía para la Deutsche Volkspolizei (policía popular) de la República Alemana en el área de investigación criminal.
La policía popular era prácticamente el reemplazo de los alemanes nazis, pero ahora eran llamados trabajadores, todo para el bien común, personas obligadas a ser parte del partido socialista unificado para poder vivir y comer bien.
A David Ahrendt poco le encantaba la idea de seguir ese camino, estaba asqueado de lo mal que sus compañeros hacían su trabajo con la excusa del miedo que sentían por vivir bajo el yugo de la manipulación social mientras un montón de personas desaparecían sin dejar rastro en Alemania del Este.
Para su buena suerte no era el único con inconformidades (y no estamos hablando precisamente de los punks) sus amigos pensaban igual, debían reformar de alguna manera el sistema de seguridad juntos, lo que desgraciadamente no sabían en ese momento es que sería una de sus peores decisiones intentar cambiar el sistema judicial alemán.Bran, Muller y Koch, los amigos de Ahrendt se reunieron una tarde después del tedioso trabajo de oficina en la casa de Muller para hablar sobre el tema.
— Sinceramente no entiendo mucho de lo que pasa, pero qué puto miedo ¿No?, todos los días tengo miedo de que mi esposa o mis hijos sean los siguientes desaparecidos— Bran fue el primero en hablar
— No hay demasiado que podamos hacer, muchos de los archivos están clasificados, el mierdas de Arrey no quiere que se haga el trabajo cómo debe ser, seguramente hay alguien muy grande embarrado en todo esto— replicó Koch mientras encendía el tercer cigarrillo del día
— Sé que las cosas no están bien pero ya saben, con un poco de ingenio podríamos hacernos buenos amigos de Emma o Brench que están por arriba de Arrey y así accederemos a los archivos, hay que intentarlo al menos, si no pasaremos al plan b o c— dijo David rápidamente
— Yo no estaría tan seguro, Vid, ya sabes, hoy en día la gente no se fía de nadie, además la mitad de la información para los casos llega al fax de Arrey— espetó Muller finalmente mientras alzaba una ceja con ingenuidad
Los cuatro amigos guardaron silencio por unos minutos mientras se miraban unos a otros como buscando respuestas, alguna idea brillante que pudiera ayudar a poner en marcha lo que a ellos les gustaba llamar "Plan G80POZ" que consistía en revisar los archivos viejos y nuevos de las desapariciones y asesinatos en Dresden e investigarlos por su cuenta, cómo una especie de trabajo encubierto.
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SOMBRAS DEL CRIMEN
Historical FictionUn grupo de hombres hacían justicia por medio de métodos poco ortodoxos en la Alemania de 1980, buscaban esclarecer crímenes relacionados con asesinos en serie.