Capítulo 2: De lo bueno lo malo

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La noche se volvía una acompañante bastante fría, eran las antorchas y los meticulosos "¿Estas bien?" quienes calmaban nuestra caminata, si el sol no nos mentía llevábamos más de cuatro horas caminando, no era algo simple de llevar si sabes que te están buscando y que tus perseguidores tienen como objetivo matarte.

No había pasado mucho desde que yo y algunos compañeros de la asamblea de arquitectura pudimos escapar del comedor, el enfrentamiento solo nos había dejado escapar a una minoría derrotada, no sabía si Damián y Francisco sigan con vida o incluso si Diego este junto con los demás atrincherado en la comisaría de nuestra facultad, el tiempo no apremia a los valientes, las circunstancias en si no ayudan a nadie.

Aquella mañana se había convertido en un caos en cuestión de segundos, apenas había salido de mi habitación para reunirme con Diego y Fabian, el día ya empezaba a tomar un contraste monocromático, con lo sucedido en Economía nuestros planes estaban contra reloj, cuando llegamos al comedor, quien se encargó de organizar a nuestros compañeros de Economía y Arquitectura fue Fabián, apenas al entrar nos centramos en el grupo que nos había descrito Luis, este consistía en dos compañeras y un compañero, mientras que ellas traían el uniforme característico de su facultad, su compañero portaba una vestimenta casual, muy parecida a la que acostumbramos a llevar los ingenieros cuando no tenemos laboratorios o trabajo dentro de la sala de máquinas, además de ello en su brazo derecho tenía una pañoleta amarilla amarrada de forma muy irregular, por su parte su compañía traía el distintivo saco azul, pañoleta roja y pantalones azules con unos zapatos que en su momento parecían haber estado boleados.

Fabián miro a Francisco, quien igual que yo, nos manteníamos expectantes a sus órdenes.

-Francisco y Carlos, busquen al encargado de los suministros de la asamblea de arquitectura y diles que el momento ha llegado, reúnanlos aquí, tenemos que encontrarnos con Damián lo más pronto posible-

Asentimos a las órdenes del camarada coordinador y nos dirigimos lo más rápido posible al edificio de dormitorios de Arquitectura, Francisco apenas y conocía a los integrantes del sable en esta facultad, por mi parte solo trataba de recordar el piso y puerta donde dormía el homólogo de Francisco, otro camarada instructor, "205" pensé, aquel cuarto debería ser nuestro destino, sin titubear retomamos el paso y nos adentramos a los estrechos pasillos.

Subíamos uno a uno los pisos, percatándonos que la solitaria mañana cobraba vida, cada vez más personas salían de sus cuartos, el sol se alzaba por los ventanales, diciéndonos implícitamente que con cada paso que dábamos nuestras oportunidades de llevar acabo todos nuestros planes de manera sutil iban desapareciendo.

[205]

El número se encontraba en una placa ya muy gastada de cobre y de manera imperceptible se observaba tallado un pequeño dibujo de lo que parecía ser una espada debajo del número cinco.

Francisco me miro, dudoso de que esa puerta tuviese del otro lado a nuestro contacto, era de esperarse aquella reacción, después de todo él es muy meticuloso en estas cosas.

Su mirada era fría, aun con sus gafas, esta lograba incomodar al poco tiempo, señaló la parte izquierda, con su otra mano me indicaba que mantuviera silencio, mi rol ahora era hacer guardia mientras él hablaba con nuestro aliado.

-Toc, toc, toc-

-¿Quién es?- Preguntaba la voz detrás de aquella puerta.

- Un amigo de un amigo-  Respondía Francisco, mientras yo mantenía guardia en el cada vez más concurrido corredor.

-¿A qué hora llega el conejo blanco?- Preguntaba de forma insegura el desconocido.

- A las 12- contestó Francisco, parecía que aquella pregunta ya le era conocida.

LA REBELIÓNWhere stories live. Discover now