Princesa

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El pueblo parecía un desierto, no había una sola alma afuera, todos permanecían en sus casas, encerrados, muertos de miedo, porque todos sabían que cuando la Luna de la muerte salía algo malo pasaría.

Andrea iba detrás de Demon, por donde sea que pasaran dejaban sangre detrás, ellas parecían las protagonistas de una película de terror. Un vestido rojo era lo que usaba la princesa siempre que iba a matar, mientras que la protectora iba de blanco.

Demon sabía a quien matar, sabía cómo matarlo, mientras más sufrían mejor, aquella noche la presa era una chica de 19 años, vivía en los barrios pobres del pueblo, allí fue a donde se dirigieron.

Estaban frente a la puerta de la casa de Mairen, tocaron y nadie salió, tocaron una vez más, pero igual nadie salió, la risa de Demon se empezó a escuchar, era tenebrosa, al igual que  ella.   Unos sollozos se escuchaban desde adentro, Andrea permanecía inexpresiva mientras que Demon sonreía maliciosamente.

- Abre, abre, abre ya, niña linda ¿donde estás? Ya es hora de morir, tú princesa ya está aquí, abre, abre, abre ya, niña linda, te quiero matar- Demon cantaba aquella aterradora canción mientras movía la cabeza de un lado a otro lentamente, entonces, la puerta se abrió y un grito tan fuerte y desesperado se escuchó desde adentro.

Mairen estaba en una esquina de su pequeña casa, ella vivía allí con su abuela la cual estaba sentada en el sucio sofá, donde antes estaban sus ojos solo habían dos bolas negras y una sonrisa con dientes afilados, llevaba un camisón cubierto de sangre ¿de donde venía? Eso era un misterio más.

- No, no , no- Chillaba Mairen con la cabeza entre sus piernas, lloraba desesperadamente, ella sabía lo que le esperaba.

Demon se acercó lentamente, de pronto abrió la boca tan grande que estaba claro que aquello era sobrenatural, chilló tan fuerte que los oídos de la chica empezaron a sangrar y la pobre empezó a arrastrarse por el dolor que provocaba en su cabeza.

- Ya basta, ya basta- gritó y como una orden la princesa cerró la boca y dejó de chillar.

Ahora Mairen estaba tendida en el suelo, sus manos cubriendo sus oídos, lloraba desesperadamente, Andrea permanecía inmóvil, sin expresión alguna, solo era un cuerpo sin nada dentro, un cascarón vacío.

Demon tomó a la chica del cuello de la camisa tan fuerte que sus uñas se clavaron en la pálida piel del cuello de Mairen arrancando un chillido de ella.

- ¿A quien perteneces?- preguntón Demon con una sonrisa.

La chica no respondió, solo lloraba sin esperanzas de quedar viva después de aquello, de vez en cuando miraba a su abuelita y lloraba más, sabía que en ese momento su abuela no estaba, que solo era el mismísimo diablo viendo el espectáculo que sería su muerte.

Demon consiguió estrellar el cuerpo de la chica contra la pared con una fuerza tan grande que un agujero se formó allí, pero lo más grandioso fue ver a Mairen con los ojos abiertos, llorando del dolor, en otras circunstancias más... normales con un golpe así cualquier persona hubiese muerto, pero no era momento aún, Mairen no había sufrido lo suficiente como para clamar al único que podía parar aquello, al único que era más fuerte que Demon, al Diablo.

Demon soltó a la chica haciendo a esta caer al suelo, levantó su hermoso vestido a la altura suficiente como para dejar a la vista su muslo donde una hermosa daga negra salía a relucír, la cual tomó y con una sonrisa la clavó en medio de los senos de la pobre Mairen arrancando de sus entrañas el chillido de dolor más fuerte que jamás se habría  escuchado, eso hizo a la abuelita de afilados dientes reír, reía fuerte y de forma macabra.

Demon poco a poco abría la caja torácica de la chica, dejando a la vista pulmones, costillas, tripas y su pobre corazón, lo más siniestro de todo esto era que Mairen seguía con vida, entonces la princesa empezó a jugar, tomó un pulmón y lo arrancó, sacó tripas, sacó cuantas cosas tenía un ser humano dentro dejando solo lo necesario para que Mairen continuara con vida hasta que a ella se le antojara.

- ¿A quien perteneces?- le preguntó Demon una vez más, mientras la chica solo sollozaba, sin fuerzas para llorar.

- A él- dijo Marien derrotada.

Demon se levantó y observó el cuerpo de la chica, una lágrima bajaba por su mejilla, sus ojos estaban abiertos, pero ya no había vida allí, Marien había muerto.

Risas, risas siniestras y escandalosas empezaron a resonar en la pequeña casa, la princesa reía junto a la abuela .Andrea permanecía igual que antes, inmóvil, pero las otras dos lo disfrutaban, celebraban el haber ganado un alma más, un alma pura y noble que no merecía el destino que Demon le había obligado a aceptar.

- Princesa, ya es hora- habló Andrea por primera vez, su mirada permanecía perdida y vacía.

La princesa se acercó a ella y como siempre hacía al final de la luna de la muerte, pasó su sangrienta mano por el cabello de Andrea y besó su frente.


- Andrea- Llamó Demon desde su cama, su cabeza dolía, un dolor extremadamente fuerte, pero con el que ella había aprendido a vivir.

- Demon- respondió la amiga.

Ambas estaban en la habitación de la pelirroja, todo parecía normal, como si la noche anterior no hubiese ocurrido y es que para Demon, así fue.

El sol se colaba por las cortinas y además de las respiraciones de las amigas, nada más se escuchaba allí. Ambas se miraron y pensaron lo mismo, alguien murió.

Era normal, si la luna aparecía, alguien moría.

- ¿Quien crees que sea?- preguntó Demon con miedo.

- No lo sé  , no lo sé.

Las dos se levantaron y mientras Demon iba a ducharse, Andrea se fue a su casa, que apenas y le quedaba a unos pasos.

Una hora después y las chicas caminaban de la mano hacía la escuela, juntas, eso para ellas era lo más importante, estar juntas.

Dulce psicopatía Donde viven las historias. Descúbrelo ahora