¿Por qué nadie me dijo que mi esposo es tan lindo?

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Cuando Akashi Kouki regreso a casa del supermercado eran apenas las cinco de la tarde, dejó las llaves en la mesa de la cocina y pronto estuvo tarareando nada en particular mientras sacaba de las bolsas, los artículos y productos que compro, dejo las carnes dentro de la nevera, así como la leche de soya que es la favorita de Seijuro; luego se movió al fregadero de la cocina para dejar las frutas y verduras que tenía que lavar antes de colocarlas dentro del refrigerador, dejo los productos enlatados en parte superior de la alacena, utilizando el banco de madera que Seijuro había comprado para que sea más fácil para él.

Aún recuerda la sonrisa casi burlona e infantil cuando Seijuro se lo dijo y Kouki habría estado muy enojado, pero en su lugar estaba más ocupado viendo la sonrisa de su esposo, que estaba comportándose totalmente como un niño orgulloso de su altura y no como el CEO de Akashi Corp y recientemente su muy sexi y ardiente esposo.

Kouki tiene que darle un punto, porque un año antes de que Seijuro cumpliera los veinte, y muy seguro de que su estatura seguiría siendo la misma que cuando estaban en preparatoria, tuvo un año muy productivo antes de alcanzar la mayoría de edad, no solo en el ámbito escolar, el ámbito empresarial estaba creciendo como la espuma, igual que su altura. Kouki cree firmemente que esta última hizo más feliz a Akashi que el hecho de haber ganado más de ciento diez mil millones de dólares netos en la pequeña sucursal que su padre le dio para "jugar" un poco.

Kouki se ríe mientras se coloca el delantal, son casi las cinco y media, debe preparar la cena de hoy, porque le gusta recibir a su esposo con una comida caliente y deliciosa, con la mesa puesta para dos, una sonrisa y un beso, que su esposo se encargará de profundizar, dejándolo con las piernas hechas gelatina, jadeando por un poco de aire y con sus ojos ligeramente entrecerrados por el placer, todo eso, exactamente a las seis y media en punto.

Seijuro sale de su oficina exactamente a las seis en punto, ni un minuto más ni un minuto menos, cualquier asunto que no sea urgente, deberá esperar hasta la mañana del día siguiente o, en dado caso, porque Seijuro no trabaja los fines de semana, hasta la mañana del lunes siguiente.

Y todo el mundo sabe eso, sabe que Akashi Seijuro está completa e irremediablemente enamorado de su precioso, maravilloso pero misterioso esposo (porque todo mundo lo ha visto, cuando Seijuro lo lleva a las cenas, banquetes o eventos que Akashi Corp muchas veces patrocina, sin embargo, el CEO es realmente celoso con cualquiera que intente acercarse a su esposo, así que en realidad son muy pocas personas que han podido hablar con Akashi Kouki) que lo espera todos los días en casa con la cena lista, el baño y un delicioso "postre" para comer en la cama, por eso a menos que sea un asunto verdaderamente urgente que no pueda esperar al día siguiente o el lunes siguiente, todos sus empleados saben que no pueden hacer nada para interponerse entre su CEO y su exquisito esposo.

Es una rutina a la que Kouki se ha acostumbrado, al colocarse el delantal color chocolate, Kouki sonríe como un bobo al ver un lindo bordado al centro de un chihuahua y un león, uniendo sus narices con flores y balones de básquet alrededor, por supuesto un regalo de su esposo; como referencia a sus días en la preparatoria, en sus respectivos equipos.

Nadie podía creer que Seirin había enviado a un niño que temblaba como un chihuahua a enfrentarse a Rakuzan, al ex capitán de la generación de los milagros, Akashi Seijuro... la comparación fue risible, porque no fue difícil para nadie poder ver a un pequeño chihuahua siendo enviado como un sacrificio para el feroz león.

¿Quién imaginaría que ese pequeño chihuahua fue quien domó al feroz león?

—Kouki, ¿Cuándo se considera el tiempo adecuado para pedirle a mi bonito esposo que me reciba usando nada más que un delantal?

En caso de perder la memoria, mantenga la calma. |AkaFuri|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora