Bitácora 2.- En algún momento de nuestra niñez, mi padre solía llevarnos de caza con mis tíos cuando viajábamos a Guanajuato a casa de mis abuelos, nuestros tíos, recuerdo mucho que les decían a mis primos, mis hermanos y a mi “nunca olviden como hacer esto, porque nunca saben cuándo podrá ayudarles en el futuro”. Y que tanta razón tenían, nosotros de niños no le tomábamos tanta importancia, pero, por alguna extraña razón yo como el mayor de toda mi familia y por parte de la familia de mi padre también, me sentía de algún modo responsable de aprender y así mismo mantener en orden a todos ellos para que si algún día llegara a pasar cualquier cosa, supiéramos hacer lo que nos enseñaban los adultos en ese entonces. Tenía un tío un tanto conspiranoico y lleno de cosas locas en su cabeza que también en esos viajes nos llenaba de su sabiduría con métodos de supervivencia en campo libre como, buscar agua, alimentarse, calentarse, protegerse del mal tiempo e incluso aplicar conocimientos médicos cuando uno se encuentra aislado en la naturaleza.
Eso para mi fue de vital importancia con el pasar del tiempo. Después de que todos los acontecimientos mencionados en la primera bitácora pasaran, tuve que arreglármelas para sobrevivir y establecerme en algún lugar, pues sabemos muy bien que es bueno estar en constante movimiento y ser nómadas, pero para una persona de ciudad como yo no era muy común y sobre todo que me la pasaba gran parte del tiempo aislado de la gente, no era bueno comunicándome con ellos y sobre todo entablar una conversación “normal” con ellos.
Un día de búsqueda de víveres y cosas de supervivencia, mi tío llego a explicarnos que en las bases militares guardaban mucha comida especial que duraba muchísimo tiempo, y que si por casualidad del destino cuando alguna tragedia sucediera y me cruzara por algún sitio como esos, buscara en sus bodegas especiales ese tipo de insumos y me ayudarían a subsistir por algo de tiempo en lo que buscaba algún asentamiento para comenzar una vida como los de antes, donde se plantaba y se cosechaba su propia comida. Como ya había pasado mucho tiempo, la ciudad ya estaba casi bacia, era difícil encontrar comida o agua.
Sabía muy bien que un lugar como esos seria lo primero que la gente saquearía por sus armas, pero aun así decidí echarle un ojo.
Después de haber recorrido las instalaciones no pude encontrar nada, pero, de repente, escuche unos quejidos de algo, quejidos muy bajos como si se tratara de alguien o algo aguantando su dolor, en eso llegue a un cuarto donde habían varias jaulas abiertas, estaba algo oscuro y polvoriento, en una esquina de dicha habitación, agarre un ladrillo con cautela de los que se encontraban por el piso en ese lugar medio destruido por los saqueos y por el paso del tiempo, cuando de pronto se escucha como si cadenas recorrieran sobre las rejas de las jaulas entonces me acerco más y con el corazón latiendo con cada paso que daba y entonces, decido de una vez por todas enfrentar lo que estaba haciendo ese ruido y bum!
Me pongo cara a cara con lo que hacia ese ruido y era un perro, de raza pastor alemán, quedo encadenado y encerrado en esa jaula y quien sabe dios cuanto tiempo llevara ahí adentro solo, sin comida y sin agua, se encontraba demasiado flaco y casi moribundo.Esos eran los quejidos que escuchaba, aquel perro casi apunto de desfallecer. Traté de abrir el candado de la jaula hasta que pude forzar la puerta y soltar la cadena de la pared para poder cargarlo y llevarlo a la sala de emergencia que tenían en la base. Busqué por todos lados algo que pudiera ayudar al perro, pero no encontré nada, con algunas cosas que tenía en mi mochila como agua, azúcar, sal y otras cosas, pude hacer un suero para él. Pase la noche a lado del perro mientras se debatía entre la vida y la muerte. Al día siguiente, fui despertado por unas lamidas en mi rostro por aquel perro, como agradeciendo el haberle salvado la vida, me alegre mucho de ver que se encontraba mucho mejor de como lo observe el día anterior. Le ofrecí agua para beber y la tomaba como loco, pero lo entendía, pues quien sabe cuanto tiempo duro encerrado y sufriendo solo. En lo que se recuperaba mi nuevo compañero decidí echar un ultimo vistazo al cuartel para ver que podría llevarme de ese lugar, solo encontré lámparas, ropa militar y algunas mochilas vacías, al final pude encontrar una habitación donde imagino dormían los soldados y de poco a poco encontré pequeños víveres que creo pasaban de contrabando por si les daba hambre por la noche o simplemente por tener alguna botana extra. Así sobrevivimos algunos días en lo que la perrita se recuperaba y tomaba fuerza. Era una cachorra, imagino como de 2 o 3 años, decidí llamarla “Ashia” que significa "Esperanza". Según la mitología somalí. Desde entonces Ashia me acompaña y obedece todo lo que le digo. Pues al haber nacido en un ambiente como ese, era claro que estaba adiestrada y obedecía órdenes. En el camino le iba contando mi historia, (como si ella me entendiera) pero iba atenta a cada palabra que le contaba mientras caminábamos en busca de algo mejo…
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Mi búsqueda en un mundo devastado.
FantascienzaSon las bitácora escritas por mi, en un mundo ficticio donde la guerra biológica azotó el mundo y estoy en busca de mis hermanos donde no todo será fácil para encontrarlos.