Capítulo 22

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Mario:Creo que ahora es nuestro turno—susurró en mi oído apenas salimos de la cocina.

Él estaba sentado en el sofá, mientras Christian estaba muy concentrado jugando tenis en el Wii. En cuanto se dio cuenta de que estábamos ahí, dejó el mando de la consola en la mesa de centro. Me dedicó una sonrisa de oreja a oreja y me abrazó, apartando a Mario

Christian:Siempre he querido tener una sobrina. Y debido a lo amargado que es mi hermano, pensé que no iba a existir mujer lo suficientemente valiente como para tener algo más con él que un acostón de una sola noche. Sin ofender, hermano. —dijo esto último sonriéndole burlonamente a Darío

Darío:Como sea, ellos realmente no quieren pasar tiempo contigo, Christian. —dijo sentándose en el enorme sofá negro de la sala. —Dudo que alguien quiera.

Christian:Eso es bullying, Darío . Le voy a decir a mamá. —Darío le viró los ojos y lo ignoró.

Mario volvió a posar su mano sobre mi cintura, atrayéndome más a su cuerpo. Aun teníamos cosas que hablar él y yo, a solas. Entrelacé mis dedos con los de él, y le di un fuerte apretón.

____:Gracias por traernos, Darío. Tenemos que irnos.

Darío:De acuerdo. —se levantó del sofá dejando el periódico que tenía en la mesa de centro. —Vamos.

Salimos de su mansión, llamó al hombre gigante que iba vestido de negro, solo con una seña con la mano. Le indicó que nos debía llevar de vuelta a la escuela a mí y a Mario, para que recogiéramos nuestro auto, y que se asegurará de que lleguemos sanos y salvos a nuestro departamento.

El musculoso hombre asintió con la cabeza y abrió la puerta del Range Rover negro, permitiéndonos entrar. Manejaba a una velocidad prudente, ni muy lento como una abuela, ni tan rápido como Darío.

Esta vez me dio tiempo de memorizar y apreciar el camino, estaba muy alejado de la ciudad. Ahora entiendo porque tomamos una de las carreteras.

A Darío aun le faltaba contarme a qué se había referido con la "verdad completa" ya que aún no lo había hecho. Y la curiosidad me estaba matando, porque tenía muchísimas versiones que creaba antes de irme a la cama durante estos últimos días.

Mario:Estamos aquí, estamos en casa. Nuestra casa. —susurró en mi oído.

{...}

Realmente estaba fuera de forma.

Me di cuenta de eso cuando terminé exhausta después de haber dado la quinta vuelta alrededor del campo de futbol. Bueno, en realidad fueron solo tres. Las otras dos comencé a caminar y movía los brazos para que el profesor pensara que estaba corriendo, cosa que hacía en cada clase.

Me arrepentía totalmente de no haber seguido a Maddie a las inscripciones al club de animadoras. A pesar de que la molestaba todo el tiempo diciéndole que dar piruetas en el aire no era un verdadero deporte—aunque pensaba todo lo contrario, ya que yo ni en un millón de años iba a poder hacer eso—seguro era menos agotador que correr con los rayos de sol en tu cara.

Mario me dedicó una sonrisa de oreja a oreja, cada vez que se encontraba con mi mirada, mientras hacía abdominales en el campo de futbol.

Le había prometido no ocultarle nada, por más malo y bueno que sea, tenía que decirle. Y realmente él tenía razón. No sé cómo me sentiría si él aún se siguiera viendo con una de sus ex, pero estoy segura que no me gustaría para nada.

Juanpa era un capítulo que tenía que cerrar, porque aunque duela no podía seguir siendo su amiga y estando con Mario al mismo tiempo.

No cuando antes mi mejor amigo era Mario y Juanpa mi novio, y la situación era ahora al inverso. Mario era mi novio y Juanpa había estado postulando por el puesto de mejor amigo. No iba a funcionar.

Entrenador:¡Bautista, deja de mirar a tu chica o correrás diez vueltas más hoy!—le gritó haciendo que todo el equipo de futbol estallará en risas.

Saul:Si yo tuviera una novia así tampoco la dejaría de mirar, entrenador.

Me reí y le di un sorbo largo a mi botella de agua, tratando de controlar la reseques en mi garganta que ardía como una perra. Recogí mi bolso del suelo y estaba a punto de irme a los vestidores cuando Elena se detuvo enfrente de mí enfrente de la única puerta de entrada a los vestidores de damas.

____: ¿Qué quieres?

Elena:¿Las perras ya no saben saludar? ¿Tu mami no te enseño eso?

Estaba a punto de perder el control, tan cerca de rebajarme a su nivel y empezar a tirar de sus cabellos. Pero respiré. Lentamente. Unas tres veces antes de volver a hablar.

____:Muévete de mi camino, Elena. Tengo mejores cosas que hacer que conversar contigo.

Elena:Me imaginó, atender a uno de tus clientes es uno, ¿verdad? Él hombre rico que vino ayer a la escuela, vi cómo te subías a su auto. ¿Un cliente bueno?

____:Dímelo tú, tú estás en ese negocio. Yo no.

Ella se rió, con su estúpida risa que solo hacía que el que la escuchase no pudiera volver a escuchar nada nunca más. Se acercó más a mí. Éramos exactamente del mismo tamaño, así que verla directamente a los ojos y retarla con la mirada no era un problema.

Elena:Vas a pagar muy caro. Nadie se mete conmigo. Te voy a dar donde más te duele, lo de tu madre ha sido solo un comienzo.

____: ¿A si? Yo también he escuchado muchas cosas acerca de ti, Elena. ¿Dónde está tu padre? Si lo sigues viendo, claro. ¿Te ha llamado por lo menos? Después que descubriste que tu madre era la otra, y que tu padre ya tenía una familia formada en otro lugar.

Elena:Púdrete. —masculló.

____:Ambas podemos jugar el mismo juego.

Elena:Hija de puta...

____:Tu madre no era una santa tampoco...

La palma de su mano golpeó fuertemente mi mejilla inesperadamente, porque no esperaba que perdiera el control tan rápidamente. Sabía que una pelea entre mujeres era bajísimo, pero no iba a dejar que me pegue y que se saliera con la suya. No me importaba mantener el control, la perra me había dado una cachetada. Se la iba a devolver, mil veces peor.

Mi puño iba a tocar su cara cuando unos brazos me atraparon, subiéndome en su espalda.

¿Qué demonios?

____:Bájame, Mario. Le voy a enseñar cómo se da un verdadero golpe, te juro que lo voy a hacer.

No me había dado cuenta que todo el equipo de futbol nos estaba rodeando. También pude ver la sonrisa triunfante en el rostro de Elena. Argh, solo quería que Mario me bajara y me dejara darle lo que se merece.

____:Ella me pegó. —renegué.

Mario:Lo sé. Pero no voy a dejar que te metas en una maldita pelea de gatas, ella es la perra aquí. Tu no. ¿De acuerdo? Ahora deja de darme golpes por toda la espalda y tranquilízate. Ella no merece nada de tu tiempo, Bubble.

Elena:Estoy segura que valgo la pena, Bautista. Puedo enseñártelo. —dijo ella con su estúpida voz chillona.

Tuvo la cara de decirlo enfrente mío, justo cuando me estaba calmando.

Pero Mario ni siquiera se molestó en responder, se estaba dedicando a depositar delicados besos en mi cuello, sabiendo que eso era más que suficiente para distraerme.

José:Eso es para lo único que sirves, Elena. Para la cama. Para nada más. —dijo uno de los chicos del equipo.

Había perdido a su novia por enredarse con ella hace unos meses, él estaba ebrio y ella aprovecho esa desventaja en él y se le tiró encima semidesnuda. Las fotos salieron solas, y una donde ella salía aparentemente desnuda a horcajadas sobre él, besándolo por todo el cuerpo no era algo muy bonito.

Elena gruñó y soltó un amargado bufido.

____:Solo espera, ____. Ya verás. —amenazó antes de desaparecer por la puerta de salida.

Promesas De Amor ~ Mario Bautista y Tú ~ Segunda Temporada ~ TERMINADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora