Hermione Granger sentía que si volvía a suspirar, lo consideraría ya un tic nervioso. Tomó su vaso de jugo, se lo bebió de un trago e hizo una mueca. El problema no estaba en el gusto, el sabor era bueno. El problema era ser una maldita alcohólica en rehabilitación y estar en un pub donde era la única idiota tomando un jugo de naranja sola en una mesa con aspecto de no haber dormido en semanas. Dejó su chaqueta negra de cuero en la mesa para que no se la ocuparan y fue al baño.
Empujó la puerta y, para su suerte, estaba vacío, no le gustaba ver a las quinceañeras chillando y hablando sobre chicos y sobre su perfecta y estúpida vida. Respiró hondo y fue a los lavamanos a echarse agua a la cara, para después apoyar ambas manos en el lavabo y mirarse al espejo.
- que espanto - musitó e hizo una mueca, una tristeza y decepción enorme la invadió - no esperaba terminar así -susurró para sí misma como lo hacía cada vez que terminaba frente a su penoso reflejo.
Llevaba un vestido negro que le llegaba hasta la rodilla, ajustado desde el vientre hacia arriba, y que tal vez llevaba mucho escote, pero sinceramente tomó el primer vestido que vio, y si no le importó ahí, no le iba a importar ahora; su maquillaje había sido justo y preciso, solo un labial rojo sangre, sus ojeras entregadas por muchas noches apenas durmiendo se podían apreciar perfectamente, pero a Hermione no le gustaba maquillárselas, además de que sabía que iba a terminar llorando, justo como empezó a hacer ahora. Irónicamente su pelo era lo único que estaba bien en ella, ahora ondulado y rizado de una forma normal, y no se veía como un nido de pájaros.
Una tras otra, las lágrimas corrían por su rostro, y se preguntaba por qué debía salir adelante, todos le decían que debía ser fuerte, que debía resistir, pero nunca le dieron una buena razón para hacerlo, quería luchar, pero al mismo tiempo solo quería dejarse caer, no podía expresarlo con palabras, y ninguno de sus amigos la podían comprender.
Intentó recordar aquellos momentos en los que había querido morirse, enterrarse bajo tierra y no aparecer jamás, y cómo lo había superado.
Hace 17 años
Hermione corría por los pasillos del colegio. Había pasado 7 de sus 18 años en esa institución, desde los 11 años cuando se ganó una beca, por lo que la conocía perfectamente la estructura. Aún así se sentía perdida.
Su maldito vestido no la dejaba correr muy rápido, pero era porque ella claramente no lo había comprado para eso. Había ahorrado durante meses el sueldo de su trabajo como camarera para poder comprarlo, y lo que sobró lo gastó en unos hermosos zapatos plateados que dolían de solo verlos, pero que combinaban perfecto con el dichoso vestido. Recordaba haberse enamorado al verlo, con su tela rosada, su corte realizado como los vestidos de la realeza, se había sentido una princesa al usarlo. Y había logrado comprarlo a tiempo para su fiesta de graduación.
Su velada no había sido un asco al principio. Víctor Krum, uno de los chicos más populares de la escuela, la había invitado al baile, ¡a ella! ¡una rata de biblioteca! Obviamente aceptó, muy feliz. ¡Él era divino! Alto, guapo, no era muy listo pero era muy educado y buena persona, se comportó de manera perfecta con ella, y la hizo muy feliz. El problema fue otro.
Víctor la había invitado a bailar cuando pusieron los lentos, y ella, que amaba danzar al son de la música y dejar que sus pies la guiaran hacia la dicha, aceptó gustosa, pero alguien lo arruinó. Se llamaba Ronald Weasley, y era uno de los mejores amigos de Hermione; él siempre estuvo enamorado de ella, pero la castaña nunca le correspondió, y más de una vez le dejó en claro que no quería nada con él, mas eso no impedía que la celara mucho. Ronald se interpuso en su camino hacia la pista, muy borracho, y la llamó perra ramera por haber salido con Víctor, y terminaron a golpes en el piso, mientras Hermione sentía todas las miradas sobre ellos, juzgándola, mirándola mal, y murmurando sin siquiera disimular. La directora Minerva expulsó a los dos chicos del baile, Ronald salió furioso, Víctor se disculpó y se fue, y Hermione terminó saliendo corriendo hacia los jardines de su escuela.
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La cuenta regresiva de nuestro baile
FanficEl habla es una forma de comunicación, mas no la única, y es de hecho, en mi humilde opinión, la manera menos clara para expresar sentimientos. Si de verdad quieres comunicarte, no hagas lo que hacen lo demás, no vomites palabras torpes y sin sentid...