Kim Namjoon

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—Ya llegué. —Anunció al entrar a su departamento donde sólo estaba el eco de la habitación para recibirle. Aquello fue extraño y solitario. Tan acostumbrado estaba a ser recibido por dos resplandecientes ojos azules y una enorme sonrisa que ya había olvidado por completo cuán vacío se sentía aquel lugar antes de la llegada de Jungkook a su vida.

Exhausto, Namjoon se despojó de sus zapatos, el abrigo y el maletín arrojándolos deliberadamente sobre el sofá de la sala y anduvo hasta la cocina a la expectativa de que una buena cena le levantara los ánimos.

Maldijo internamente al ver que no había qué cenar. Jungkook era quien se encargaba siempre de la cocina y se aseguraba de que hubiera una comida caliente sobre la mesa cuando llegaba a casa después del trabajo. Namjoon era desastroso en la cocina, no sabía ni freír un huevo y rompía los platos constantemente. Tendría que conformarse con algo a domicilio.

Quince minutos después el repartidor llamaba a su puerta con la entrega, unos fideos baratos y soda del lugar más cercano que podía recordar.

Al menos ya se sentía algo más aliviado después de tomar un baño.

Namjoon puso su mejor sonrisa forzada y agradeció al joven dejándole el cambio.

Comer en el sofá mientras veía la tele sonaba como la mejor idea de la noche, sin embargo, se encontró con que el abrigo y el maletín seguían allí. Normalmente ya habían desaparecido de aquel lugar cuando el hombre salía del baño. Resopló con molestia y los apartó hacia un costado haciéndose lugar.

El mundo parecía estar riéndose cruelmente de él, cada pequeño detalle le restregaba en cara lo muy dependiente que se había vuelto de Jungkook en aquellos pocos meses y lo mucho que el chico hacía por él. Las palabras de Yoongi vinieron a su mente para torturarlo. Namjoon no iba a darle la razón, él no se había equivocado en nada.

Tal vez simplemente debería contemplar la posibilidad de conseguir un nuevo asistente, un hombre tan ocupado como lo era él no podía encargarse de todo. Sí, eso sería lo mejor.

Aquella noche Namjoon apenas pudo pegar ojo, la cama se sentía absurdamente amplia y él tenía frío a pesar de tener prendida la calefacción. Nunca había reparado realmente en el calor tranquilizante que irradiaba la espalda de Jungkook en el colchón cuando se acostaba quieto a su lado y se conectaba la terminal que recargaba sus baterías. Nunca, hasta ahora…

Namjoon se levantó, y sintiéndose mortificado por estarlo sin razón en especial, se dirigió a la cocina para tomar una cerveza del refrigerador y enfriarse la cabeza. No le gustaba mucho beber, pero ahora sentía que lo necesitaba más que nunca.

Él tomó la botella con rudeza, sin pensarlo dos veces, bebió a borbotones hasta que solo quedó el cristal vacío. Qué importaba si su cabeza dolería en la mañana.

El teléfono sonó sacándolo de su ensimismamiento.

Al escucharlo, Kim resopló. Y dando tumbos por el inminente mareo, de alguna forma llegó a la habitación preguntándose quién era tan inoportuno para llamarlo a semejante hora. ¡Por Dios, eran las 2 de la madrugada!

—¿Seokjin? —Le preguntó extrañado al tomar la llamada.

—Nam, qué bueno, pensé que no contestarías por la hora.

—¿Sucedió algo?

—Sí. Quería avisarte que mañana no podré estar presente en lo de Park…

—¿Qué…? ¿Por qué no?

Ahm, tengo una situación algo compleja aquí…

JK-0901 «NamKook»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora