La música de la dichosa cajita de música vuelve a retumbar en mi cabeza mezclado con su suave tarareo. La frescura de las pinceladas impregnadas de pintura resuenan contra el lienzo y la luz suave entra por las ventanas del estudio, cálida y amarillenta, contra su figura.
- Claro, a todos nos inspiran la belleza y la verdad, solo que no todos lo vemos de la misma manera.-dice con esa voz pausada tan suya y tan mía. Cada terminación nerviosa dentro de mi cuerpo se destensa y me dejo guiar por la cadencia de su timbre de voz.- Cuando sepas lo que es para ti bello y verdadero, te sentirás libre, dejarás de un lado la técnica y pintarás lo que quieras pintar. Esa es el fin, la libertad...
- ¿Libre para pintar lo que quiera?
Ella no me mira, solo sigue poniendo el pincel sobre la paleta para mezclar los colores y volver al lienzo.
- Para pintar lo que quieras y para amar lo que quieras.-dice con firmeza.- Si recorres ese camino, nadie podrá decirte qué está bien o qué está mal porque tú lo sabrás, en tu interior...
Noto un zarandeo en mi brazo.
- ¡Camino!¡Camino!-dice mi madre tirando del brazo.- ¿Me estás escuchando?
- Dime, madre...-digo saliendo de mi ensueño. Maldita sea, ese sueño me tenía del revés desde que abrí el ojo esta mañana. Casi pensé que estaba tumbada a mi lado, hasta que vi que era la figura de Ildefonso levantándose para arreglarse.
- Estás in albis hoy...-dice meneando la cabeza.- ¿Qué te ocurre? ¿Has discutido con Ildefonso?
- No, madre...como cree.-digo intentando salir del estupor en el que llevo desde esta mañana.
- ¿Entonces?
- No es nada, madre.-digo suspirando ante su insistencia.- Solo una mala noche. ¿Y Emilio?
Me mira con detenimiento.
- Ha ido con Cinta a ver al médico.-dice rindiéndose al hecho de querer sacarme el motivo por el que estaba tan ausente. Cosa que agradezco.- Se sintió mal esta mañana.
Veo una pequeña sonrisa en sus labios.
- ¿Qué ha pasado?
- Estaba mareada y algo indispuesta.-dice y me pone una mano en el hombro.- Yo creo que vas a ser tía.
Sonrío ante la idea.
- ¿Usted cree?-pregunto ilusionada.
- Yo creo que sí, hace dos meses que no utiliza gasas...-dice guiñándome un ojo.- A ver cuando os animáis Ildefonso y tu. Quiero muchos nietos.
- Ya...-digo perdiendo la sonrisa. No es una idea que tenga en mente, para ser sinceros.
Agacho la mirada y guardo silencio. Hubo un tiempo que estas emociones me eran bienvenidas, pero, a día de hoy, no me permitía soñar despierta. Aprendí de la última vez que me dejé guiar por lo que sentía.
- ¿A qué viene esa cara?- pregunta al ver mi cambio de actitud. Levanto la mirada y me recompongo.- Parece que no te hace ilusión siquiera...
- No es eso.-digo encogiéndome de hombros.- Solo es cansancio...
- No, a ti te ocurre algo más...-dice mientras me escudriña con la mirada.- No te he visto esa mirada en cuatro años, desde que esa muj...
- ¿Desde qué, madre?-pregunto interrumpiéndola mientras me pongo de pie. No voy a permitir que sus labios lo nombren siquiera.- Le digo que no me pasa nada, solo una mala noche. Y si me disculpa voy a ir en busca de Ildefonso, hoy iba al Ateneo y voy a pasar a saludarlo. Casi no hemos hablado esta mañana con las prisas que llevaba.
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El hilo rojo
FanfictionVolver a Acacias, después de mi cobarde huida, era algo que me tenía al borde del ataque de nervios. Después de ese careo con Felicia donde, tras confesar mis sentimientos por Camino, me amenazó con denunciarnos ante la policía si no me marchaba del...