Anu

1 0 0
                                    


Veo la lluvia caer a través de la puerta de cancel que separa ese espacio húmedo y frío de mi cuarto, transparente como las mismas gotas que están cayendo ahora mismo. Es, sin lugar a duda, el clima que más me gusta de todos. Es curioso cómo me he logrado adaptar fácilmente a este lugar, comparado con los de mis Hermanos (he decidido llamarlos así dado que no teníamos una palabra propia para describirnos), este tipo de lugares son algo frívolos y sin tanto que obtener. Incluso esta lluvia me recuerda a esos primeros momentos, aquellos que no se pueden ni describir con los conocimientos tan vastos que han obtenido hoy en días mis congéneres (no sé como llamarles).

Era todo y era nada; simplemente éramos. ''Singularidad'' creo nos han adoptado por ahora. Sabíamos que éramos, estábamos y solo era eso. 11 de nosotros, todos iguales, con ciertas características que nos diferenciaban, pero que no importaba, pues solo éramos nosotros. Y de repente, una gran explosión. Tan grande que de esa oscuridad salió un brillo tan excepcional que jamás he vuelto a ver, en ninguna otra parte del universo he logrado encontrar ese brillo excepcional. Como una lluvia de energía sin parar atravesando un espacio no conocido anteriormente. Para nosotros fue como un cosquilleo, pero para esta existencia, fue un caos y un orden maravillosos. Y se expandía, a tal velocidad que ni siquiera logramos alcanzar el principio del final. Hasta la fecha seguimos sin poder encontrar ese punto de inflexión. Y así, los 11 estábamos, todos unidos y viajando, descubriendo un sinfín de lugares que nunca nos podríamos haber imaginado. Figuras esféricas formándose en medio de polvos miles de veces más grandes que ellas. Anu, como decidí llamar al que considerábamos con más conocimiento de todos nosotros una vez aprendí el idioma de los humanos (y también para hacerme más fácil la tarea de recordar quién era cada quien), fue el más audaz y el primero de nosotros en acercarse a una de esas figuras formándose. Cuando la tocó, inmediatamente hubo un intercambio de energía el uno al otro y, sin saberlo, él creo una estrella gigante millones de veces más grande de la que orbita esta Tierra. Decidimos, a partir de ese momento, no volver a interferir con la formación de esos nuevos objetos, esos hermosos astros que nos dan energía casi ilimitada a todo el universo. Seguíamos viajando, no teníamos nada más qué hacer. Nos encontrábamos en la formación de todo aquello que trajo consigo una gran explosión. Jugueteábamos, aprendíamos el uno del otro, incluso varias veces nos llegamos a separar, siempre en grupos por si nos perdíamos no estuviéramos solos en todo este inmenso espacio. Ishtar (Ishie como yo le digo a veces cuando me gusta molestarla) y yo estuvimos en un viaje que seguramente al conteo de hoy en día de los tiempos duró miles de años, incluso millones, nunca supimos la respuesta exacta. A pesar de la distancia, lográbamos comunicarnos con nuestros iguales, creemos que es por el origen de todos nosotros, al final, venimos de lo mismo y podemos ser lo mismo y estar en lo mismo. Encontramos entre todo nuestro viaje muchos planetas ya formados, algunos tenían extrañas formas de vida que no lográbamos comprender y ahí descubrimos el primero de nuestros dones: copiar la forma de los seres vivos que nos fuéramos encontrando. Al copiarlos, nos maravillamos con la sensación de comprender totalmente ese ser que teníamos frente a nosotros. No lograron sobrevivir por mucho tiempo pues una súper nova destruyó todo su hábitat e incluso gran parte de su planeta. Tuvimos que irnos, en busca de algún otro lugar donde lográramos comunicarnos con algún otro ser, nos resultó muy entretenido lo que pudimos aprender de ellos. Ninazu, compañera de Ningal, nos encontró rápidamente cuando le comentamos dónde estábamos. Nos dijo que habían descubierto una habilidad, un don: podíamos llegar al lugar donde estuviera cualquier de los otros diez con solo pensar y recordar nuestra esencia. Hoy en día me parece muy curioso, eso no va acorde con cualquier conocimiento sobre la física, la ciencia... al menos no hasta ahora.

Nos reunimos todos nuevamente en un planeta fantástico, la vida en él ya estaba muy avanzada, eran seres muy parecidos a los humanos, pero con más dedos, ojos y cuerpos más grandes, imitar sus formas no nos fue de gran dificultad. Passitu y Sin fueron quienes se asentaron primero en ese lugar y cuando llegamos, nos contaron que éramos considerados seres superiores con poderes jamás antes vistos por ellos, por lo que nuestra llegada fue celebrada con fiestas y festines de todo tipo. Nunca en mi vida había probado algo, no tenía la necesidad de hacerlo y los seres con los que habíamos convivido Ishie y yo jamás hacían cosas parecidas. Ingerir algo... fue de las experiencias más agradables y exquisitas, algo que nunca he podido olvidar, ni siquiera supe cómo se llama aquello que me dieron a probar esas criaturas, solo supe que quería seguir ingiriendo más y más. Nos permitieron establecernos tanto como quisiéramos y así lo hicimos, por fin después de tanto tiempo sentíamos que no estábamos solos. Entre todos nos fuimos compartiendo lo que habíamos aprendido sobre nosotros: todos podíamos viajar sin problema alguno en el espacio exterior sin ninguna dificultad (los seres de ese planeta, Morus hoy en día, nos explicaron que ellos no podían dejar la superficie de su planeta sin trajes especiales que les permitieran estar en el espacio exterior); además, lo hacíamos a velocidades que nos permitían asemejar lo que hoy conozco la velocidad de la luz; copiar las formas de los seres de los planetas, tocar estrellas sin destruirnos, ''teletransportarnos'', no necesitamos comida ni agua y Damkinna descubrió pronto que podíamos convertir otras cosas en lo que quisiéramos. Este último Don nos trajo muchos problemas, a veces sin querer tocábamos algo y por pensar en nuestro pasado y lo que llegábamos a ver, lo convertíamos en polvos estelares, pequeños planetas, pequeñas estrellas. Por poco destruimos ese pequeño planeta que nos albergaba esperanza de más vida. Fue así como se hizo el consenso de la Separación: para evitar la destrucción de planetas de este tipo, solamente podríamos quedarnos asentados dos en un planeta como este Podíamos visitarnos y compartir lo que aprendíamos, pero jamás quedarse por mucho tiempo porque podría traer consecuencias irreparables.

El Origen de mi FinalWhere stories live. Discover now