Para Jonghyun, el mundo como lo conocía era un recuerdo tan vago que a veces pensaba que era un producto de su imaginación, incluidos los shows de televisión de su infancia. Él no había nacido ciego, para desgracia o bendición suya, pero a sus treinta años indudablemente lo era. El abrumador color negro se había convertido en su paisaje diario.
Para Jonghyun, daba lo mismo estar dormido o despierto, a veces no le encontraba diferencia hasta que sentía hambre o el tan común dolor en su frente por haberse chocado con alguna pared. Aquello sí que era real.
Casi tan real como su amor por Kibum.
Quizá no tanto, el dolor se quedaba corto.
Conocía a Kibum de toda la vida, él había estado a su lado desde que tenía memoria y probablemente desde mucho antes del primer recuerdo. El niño testarudo de la familia Kim, tan acaparador de atención como merecedor de la misma, y casi tan sensible como Jonghyun. Era él a quien amaba.
Cuando eran niños, Jonghyun no sabía qué era aquel extraño sentimiento que lo invadía cuando estaba con Kibum y en su inocencia, hasta creyó que le tenía alergia. ¿De qué otra manera podría él justificar el revoltijo de su estómago y lo cálido de sus mejillas? ¡Debía ser alérgico! Sin embargo, en ese momento tampoco podría contar con su madre, quien solo se rió y acarició su cabeza cuando le había contado su descubrimiento.
Ahora que era mayor sabía perfectamente que no se trataba de alergia, sino de amor. Jonghyun estaba enamorado de Kibum.
Era precisamente aquello lo que le provocaba nostalgia todos los días cuando lo sentía llegar a casa y acurrucarse a su lado, cuando escuchaba su peculiar voz al cantar o aquel repiqueteo que hacían sus pies contra el piso cuando bailaba. Jonghyun sentía unas ganas abrumadoras de llorar, lágrimas que casi nunca reprimía, porque no podía ver al increíble ser que tenía como esposo.
Jonghyun se odiaba tanto por ser incapaz de elogiar la belleza que seguramente tenía Kibum sin sonar como un estúpido porque realmente no podía admirarla, solo suponer que estaba allí. Se odiaba tanto por ser una especie de carga para su pareja, su ceguera limitando cada una de sus acciones, imposibilitando unas cuantas. Jonghyun sentía que su odio por su condición era casi tan grande como el amor que tenía por Kibum, casi la misma intensidad, casi.
El corazón se comprimía dolorosamente en su pecho cuando recordaba, una y otra vez como un disco viejo, lo poco que sentía podía ofrecer a Kibum. A veces soñaba despierto con un mundo en el que pudiera llevarlo a ver una película, jugar un videojuego, apoyarlo en sus recitales y presentaciones sin tener limitantes o simplemente admirarlo por horas. Pero ni siquiera en sus sueños su amado tenía rostro, solo estaba allí, como un borrón, una distorsión de la última imagen que tuvo de él.
Esa misma nostalgia lo había llevado a ese momento, aquellos pensamientos que jamás abandonaban su cabeza, habían ocasionado su llanto. Se movió con cuidado fuera de la cama y escondió como un pequeño niño en el cuarto donde guardaba su guitarra, de eso ya quince minutos. Estaba tocando una melodía la cual no recordaba el nombre y tampoco le importaba, pues sonaba solo para disimular los bajos sollozos.
Jonghyun supo que falló en su intento cuando escuchó los pasos de Kibum acercándose y rápidamente se limpió las mejillas con la manga de su pijama. Supo que no tenía más opción que quedarse allí, esperando a que Kibum lo consolase como de costumbre, así como también supo que probablemente lloraría al día siguiente por la misma razón.
— Petit, — fue lo primero que dijo Kibum al sentarse a su lado:— te he dicho que no te escondas, siempre puedes despertarme cuando quieras un abrazo.
El llanto del mayor solo incrementó, sintiéndose mal pues las palabras de su esposo parecían nunca ser suficientes para aliviar su dolor. Se odió una vez más por preocupar y lastimar a Kibum, por llorar como un bebé, por su ceguera, por ser él.
— Solo desearía poder verte... — hipó Jonghyun, bajando la cabeza.
Kibum sonrió a medias y por un momento agradeció que esa mueca de dolor e impotencia pasaba por alto de su esposo. Tomó el rostro ajeno con suavidad y acarició los pronunciados pómulos, impregnando con dulzura y amor la piel bronceada. Juntó sus frentes y se inclinó hacia adelante, depositando un beso fugaz sobre los labios de Jonghyun antes de abrazarlo fuertemente.
El menor trató de no llorar, y bien se dice que trató porque no lo consiguió. El dolor de Jonghyun era su dolor, así como su felicidad lo era también. Era invierno y su esposo se sentía especialmente afectado por la estación, razón por la cual lloraba más seguido y, a pesar de odiar verlo mal, lo único que Kibum adoraba de eso era poder llenar a Jonghyun de muestras de afecto sin sentir que lo abrumaba.
Pequeños abrazos y besos como los que le estaba dando en ese momento.
Por la mente de Kibum pasó una idea a la cual se aferró con la esperanza de calmar ese sentimiento que agobiaba a Jonghyun.
— Ven, quiero que me sigas.
Así fue como Kibum consiguió guiar a Jonghyun de vuelta a la habitación que compartían, con el corazón acelerado pues no sabía si lo que estaba a punto de hacer iba a funcionar. Quería, no, debía correr el riesgo. Los acomodó sobre la cama, arrodillados uno frente al otro. El cuerpo de Jonghyun temblaba un poco por el hipo que le seguía al llanto, pero lucía un poco mejor. Kibum quería que estuviera mejor.
Jonghyun sintió como su esposo tomaba sus manos con suavidad y las llevaba a su rostro. Perfiló cada una de sus facciones con calma, pasando por el puente de su nariz, rozando las pequeñas arrugas de sus labios acorazonados, sobre la vieja cicatriz de su ceja. Se tomó un tiempo al pasar por las pequeñas imperfecciones, los granitos que le habían salido, las pecas de sus mejillas, tratando que Jonghyun pudiese sentir cada parte de su rostro.
Cuando finalmente terminó, Kibum se acercó un poco más a él y susurró sobre los labios ajenos, colmado de sentimientos.
— Ahora, Jonghyun, ¿puedes verme?
Jonghyun sonrió, las emociones arremolinadas en su pecho, haciéndolo imposible para él no volver a soltar lágrimas mientras asentía con la cabeza porque su garganta estaba cerrada. Kibum lo abrazó instantáneamente y dejó que su cuerpo se contrajera por el llanto que también lo asaltó a él. Se aferraron uno al otro sabiendo que el mundo se les podía acabar si no lo hacían, Jonghyun porque Kibum era tan perfecto que temía que se desvaneciera en medio de las tinieblas de su mirada y Kibum, él simplemente porque Jonghyun era lo único que necesitaba.
Se separaron un momento pues Kibum posó sus pulgares sobre los ojos de Jonghyun, alejándolos un poco y dijo:— Estos podrán no servir pero no fue por ellos que te enamoraste de mi. Tú me viste, Jonghyun, lo que nadie más vio en mí, tú lo hiciste y no necesitaste de tus ojos para ello. Tú me viste y sé que aún continúas haciéndolo, lo sé porque de entre las millones de personas en este mundo, tú decidiste amarme a mi. Y yo, yo también elegí amarte a ti.
A todo eso, tras calmar su llanto y besar cada centímetro del rostro de Kibum, Jonghyun solo susurró:— Te veo.
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Cuentos a medianoche
FanficUna recopilación de cuentos donde Jonghyun y Kibum son los protagonistas.