Prólogo.

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Anthon Finnegan nunca fue normal, siempre lograba ver lo que las demás personas ignoraban. Sonreía cuando debía de llorar, optimista y poco cotidiano. Creativo, no repetitivo. Un gran consejero, pero al final de cada día su ca

Soñar no es pecado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora