"Dicen que los gatos callejeros y moribundos buscan un lugar alejado de sus familias para desaparecer. No importa lo que ocurra, nunca querrán morir delante de ningún ser vivo con conciencia. Nadie nunca sabe más de él cuando un gato callejero decide dejar de existir."
Juichi era consciente de todo lo que ocurría. Lo habían usado tantas veces que ya ni siquiera se acordaba de las personas que habían jugado con él. Era tan iluso, tan frágil. Y aun así se había tomado la molestia de volver a confiar en la gente incontables veces. Siempre tenía un último impulso de darle otra oportunidad al mundo.
Y, al fin, una de esas oportunidades le salió como esperaba.
Se llamaba Mitsuko. Una chica de estatura media, vivaracha y alegre que había despertado algo en él. Algo que no podía explicar por mucho que quisiera. ¿Por qué? ¿Por qué ella?, se preguntaba Juichi. ¿Por qué he caído otra vez en lo mismo, y más tratándose de ella?
"Kaneshiro Juichi, me gustas mucho"
"A-a-a mí t-también..."
Era tan preciosa y única, se decía una y otra vez. Mitsuko no paraba de danzar por su cabeza. Día y noche pensaba en ella. No había momento en el que no anhelase el aroma delicioso de su piel, o el tacto suave de su cabello castaño. Estaba hechizado, o tal vez maldecido. La maldición del amor, que le ahogaba con una cadena de metal alrededor del cuello, que le impedía respirar con normalidad.
Por fin. Por fin se sentía amado de verdad.
"Alguien como yo, con una chica como esa..."
No había tristeza estando con ella. No sufría dolor si sostenía su mano. Era todo tan maravilloso, tan perfecto. Tanto que no parecía real.
Mitsuko también le amaba, y él lo sabía. Por primera vez recibía lo que daba. Aquellos años junto a ella habían hecho que algo en su interior renaciera. ¿Tal vez las ganas de vivir? ¿O quizás la visión de que no todo en el mundo es nefasto? Fuera lo que fuera, no quería que acabara nunca.
"Tan perfecta que no parece real".
Llega el día en el que las flores se marchitan. En el que el invierno aparece y los pétalos se caen. La nieve sepulta toda belleza sin compasión. Y ese invierno, más que ningún otro, Juichi se resentía bañado por los copos de hielo, que escocían en su piel y se derretían junto con sus lágrimas.
"No puede ser... No ahora... Por favor..."
Juichi salió del hospital y dejó de llorar. Su cara parecía la de un muerto viviente, sin alma, sin expresión.
Tenía ojeras (más que de costumbre), sus ojos se hayaban en blanco y no sabía en qué pensar.
¿Por qué son las rosas más hermosas las primeras en marchitarse?, se preguntaba él una y otra vez. Su corazón se encontraba mutilado por infinidad de puñales. Era tan doloroso que no podía soportarlo. No quería seguir soportándolo.
Juichi era consciente de la enfermedad de Mitsuko, y ambos lo sabían. Ella siempre le reprochaba una y otra vez que lo suyo no duraría mucho tiempo.
"Por favor, búscate a otra persona, Juichi... Te lo suplico. Quiero que seas feliz... No me perdonaría jamás que sufrieras por mi culpa, por favor... No te preocupes por mí".
"Mitsuko. Quiero hacerte feliz el tiempo que estés aquí. No te preocupes por nada, siempre estaré a tu lado. Siempre lo he estado".
Él conservaba el optimismo y una parte de su corazón estaba convencida de que habría una solución. Que Mitsuko se curaría y podría ser feliz para siempre, que ella podría tener una vida normal, estando junto a él o no.
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Dream Diary: Relatos sin sentido
RandomRelatos cortos o "oneshots". No tienen relación ninguno con el otro. Historias de todo tipo. Protagonistas que se te clavarán como una flecha. Personajes que alterarán tu percepción de la realidad. Sumérgete, pues, en el diario de mis sueños.