diez

2K 97 0
                                    

Ander estaba cada vez más raro, llegó el día de su cumpleaños y prefirió no hacer una fiesta, no celebrarlo, Guzmán me preguntó si le ocurría algo, y yo tampoco sabía que le pasaba.

Después de clase, Samuel estaba muy liádo con Rebeka, y quería seguir averiguando sobre la muerte de Marina, entonces me ofrecí a ayudarlo, pero recordé que tenia cosas por hacer, por otro lado, Mariana estaba libre, y aceptó ir.

A ver, ¿este es Polo?—preguntó la castaña mientras cambiaba de fotografía.

—Sí. Vale, vuelve a la anterior—pidió y esta obedeció. —No lleva la misma camisa. ¿Por qué se cambia alguien de camisa en plena fiesta?

—Lo lógico, por lo que suele mancharse alguien. Pota, alcohol o lefa...

—Sangre —añadió seguro y esta lo miró confundida.—Mirad, esta foto es de antes de que asesinaran a Marina. Y esta después.

—Ya, ¿tenía una camisa de repuesto en la taquilla por si mataba a alguien?

—Es que no es su camisa, ya la había visto antes.—respondió seguro y se metió a ver el perfil de alguien más.—Es la de Christian. Christian le ayudó cuando se manchó y supo el motivo.
Lo supo todo y nunca dijo nada, por eso estaba tan raro durante el verano. Y justo cuando quiso hablar...

—Lo atropellaron... joder, Samuel.

...

Valerio y Rebeka me pidieron que lo acompañasen a la discoteca, cosa que no quería ir ya que me preocupaba mucho Ander. Pero me molesté al verlo en la barra, tomando.

Estudiando primero de chupitos, supongo—dijo sarcásticamente la rubia y este frunció el ceño.

—Mía...

—No me digais nada, ¿vale?

—Que solo vine a hacerle compañía a Guzmán.

—Yo también podría haberte hecho compañía, Ander, pero se ve que no quieres—se toma un shot—disfruta—murmuró en su oído y este se dispuso a seguirla.

—¡Mía! que pares por el amor de dios, te estoy hablando—dijo al tomar el brazo de esta con fuerza, y la rubia lo observó con asco.

—¡¿Pero que mierda te anda pasando?!

—¿Y qué quieres que te diga? solo quiero estar solo un momento.

—Vienes estando "solo" desde hace dos noches, y en dos días no te dignaste a enviarme un puto mensaje, ni nada. Se que algo te pasa, pero dijiste que confiara en tí y lo hice, pero te voy a decir una cosa, Ander, yo no soy gilipollas.

—Lo hice porque... no sé, solo...

—Mirame a la cara, y dime lo que te ocurre, si es que nos tenemos confianza podrás decirmelo—el castaño la miró a la cara y conservó su silencio—¿sabes? que te follen, yo no me enamoré d este Ander—dijo al sollorar e irse corriendo del sitio.

Luego de esa pelea, a cada paso que daba oía a Ander gritar mi nombre, pero trataba de ignorarlo, todo era una puta perdida de tiempo, que se vaya a la mierda. Me subí al auto y me dirigí a casa, todo estaba tan extraño, Ander, Matías, todo.

¿tú que? —dijo su madre al verla entrar a la casa.

—Ahí va, buenas noches—saludó sin importarle que ella estuviera ahí

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Ahí va, buenas noches—saludó sin importarle que ella estuviera ahí.

—¿el movil para que lo tienes? ¿para las selfies nada más?

—Me quedé sin batería—rió irónica.—¿y a tí que te pasa, tía?

—¿Qué me pasa? Que me tenías preocupada, coño, eso me pasa.

—Wow, que extraño—rió nuevamente tratando de irse.

—¡ey! te estoy hablando, ¿no te das cuenta que puede pasarte cualquier cosa, mierda! no me sorprende que hayas dejado que golpeen a tu hermano.

—¡a mi no me vengas con eso! él puede cuidarse bien solito, dejadlo respirar, ni que yo fuera su madre.

—No, porque su madre soy yo. Pero debereis tener más cuidado...

—Vale, no vuelve a pasar.

—No puedo fiarme de tí—murmuró su madre y esta frunció el ceño—debo reconsiderar mandar a Matías con su madre biológica.

—Pero ma...

—Shh, hazme caso. A tu cuarto.

...

—Buenos días—saludó la mujer al entrar al aula.—pero que caritas de sueño, espero que sea porque habeis estudiado.

Después de hacer el exámen vi que Ander salió detrás mío y lo vi confundida y algo molesta.

—¿Terminaste tan rápido?—preguntó irónica y este siseó.

—¿Qué te pasa? Te vengo llamando desde la otra noche en la fiesta de halloween y no me respondes, ni los mensajes, ni las llamadas...

—Ahora sabes lo que siento... además, a mi no me ocurre nada, eres tú al que le está pasando algo, y no quiere contarme porque no tiene confianza.

—Mía, lo que hago no es porque no quiera decirtelo, es que no puedo.

—¿Y por qué no?

—Porque te estoy protegiendo... me preocupas, y me haría mal verte cargar con algo que no debes.

—¿Y por eso lo cargas tú? No lo hagas, no soy una niña Ander. Suficiente con mis padres, vale.

—Ya. De verdad lo lamento, debí haberte aclarado todo antes, pero soy un gilipollas.

—No lo eres—dijo al tomar su mano—bueno... quizás si, pero uno muy guapo.

—¿Ya estamos bien?

—Más o menos—bromeó y este hizo una mueca.

—Mía, mis papás van a estar juntos esta tarde en mi casa por mi cumpleaños, y quisiera que vayas.

—No lo sé, Ander, es algo privado...

—No tanto, pero es porque si estás tú, no me sentiré un completo imbécil cada que ellos discutan, ¿puedes? por favor.

—Vale—aceptó luego de dudarlo un momento y este sonrió—imbécil.

[...]





| ᴇʟɪᴛᴇDonde viven las historias. Descúbrelo ahora