[Oneshot]

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La situación de Tanjiro había finalizado en el cuartel de Demon Slayer Corp., pero el ambiente seguía igual (o más) de tenso que antes. Los nuevos cazadores eran débiles, los demonios cada vez se vuelven más fuertes, y el Maestro estaba tomando decisiones, nos gusten o no. Rengoku partió a la misión que le fue asignada al momento en que Tanjiro, Inosuke y Zenitsu terminaron su recuperación, mientras que los demás alistábamos los preparativos para los entrenamientos y salir en cualquier contingencia.

Shinobu estaba igual de tensa que los demás, se notaba a pesar de que su sonrisa sarcástica hiciera pensar lo contrario. No sabía cómo proceder, personalmente, aunque todos teníamos las mismas dudas con lo que nos deparará en la crisis.

Shinobu... Cada vez que pienso en ella, mi mente entra en un conflicto tan doloroso como confuso. No debería de ligarme a personas, ni ideales. Lo único que no muere es el odio, sin embargo, no podía evitar pensar en ella una y otra vez.

Era media noche, luna llena, especialmente. No podía conciliar paz mental después de ajetrearme a mí mismo con esos pensamientos, por lo que decidí hablar con ella. Caminando, llegué a su casa y entré. Toqué la puerta un par de veces. No hubo respuesta, pero sabía que estaba ahí, detrás de la pared en el dojo, expectante. Deslicé la puerta hacia el lado, iluminando una pequeña porción de la sala para volver a oscurecerla al entrar. Apenas se podía ver nada, y, aun así, podía percibir su silueta, en posición seiza, sentada sobre sus rodillas, mirando hacia la pared con una ligera sonrisa. No portaba su espada, ésta reposaba frente a ella. No me quedaba mas que corresponder su vulnerabilidad, sentándome lentamente, posando mi espada frente a mi sobre el suelo sin apenas hacer ruido. Relajé mis manos sobre mis piernas y miré hacia enfrente.

– Es curioso, como todo se aceleró en los últimos meses, ¿no lo crees, Tomioka-san? – Rompió el silencio después de unos minutos con su delicada voz resonando por la sala.

Me mantuve en silencio. Ella sabía mi respuesta. Giré mi cabeza levemente hacia abajo.

– La situación es más complicada cada vez y se vuelve más difícil mantener a todos en las condiciones para enfrentarse a las adversidades.

El silencio después de sus palabras se hizo notar con mucha facilidad.

– Por esto todos te odian, ¿sabes, Tomioka-san?

No pude evitar casi escupir de la impresión por su comentario, y sentía como ella contenía su risa inflando sus mejillas. Aún así, recuperé la compostura y decidí hablar.

– Lo único que nos queda por hacer es asesinar a los demonios. – Desvié mi mirada al lado contrario donde ella se encontraba, para seguir hablando con un volumen más bajo. – Me lo arrebataron todo, la única pizca de coraje que me queda de voluntad es únicamente el odio a los demonios.

Un profundo silencio se hizo presente, convirtiendo la situación mucho más densa que antes. – Por eso nadie te quiere.

La calma reinó entre ambos, no hubo contacto, ni palabras. Ambos lo sabíamos. Shinobu concluyó con palabras cortas. – No todos, claro.

Apreté mis puños sobre mis piernas y fruncí el ceño. – Todo... me nubla. – Dije. Ella giró a verme al escuchar tan raras palabras de mí. No me había expresado con nadie, nunca me había abierto más que contadas veces y ella lo notó inmediatamente. – No entiendo... El odio, la desesperanza, la compasión, el amor. – Al escuchar mis palabras, Shinobu se quedó atónita ante lo último. Respiré hondo y tomé mi espada con fuerza, con mi voz, llena de duda, me giré hacia ella y le dije. – Prometo sobrevivir, y cuando esto acabe, reharé mi vida para poder buscarte, sin duda, ni miedo, pero para ello necesito que prometas... que seguirás con vida hasta entonces.

Casi podía notar como el silencio era marcado por la manecilla de un reloj. – Lo prometo. – Abrí los ojos y me giré para verla a los ojos. Estaba sujetando su espada con ambas manos. No sabía si lo estaba deseando de corazón, pero su sonrisa se veía sincera, y en un microsegundo, casi aguantándose la risa, confiesa. – Aunque nadie te quiera.

La seriedad golpeó mi rostro como si un demonio hubiera intentado arrancarme la cabeza. Volví a portar mi espada en mi traje y me levanté para tomar camino al exterior. Justo antes de deslizar la puerta, las manos de Shinobu me detuvieron por el pecho, casi en un abrazo que no me dejaba avanzar hacia afuera. Sentía el calor de su cuerpo, casi temblando. Podía sentir que en ese momento ocultaba su rostro porque no podía sonreír de los nervios.

Admitió, con un pequeño temblor en la voz. – Cumple tu estúpida promesa y sobrevive para que puedas ir a buscarme.

Me giré en sus brazos, teniéndola de frente, se veía indefensa, casi al grado del llanto. Podía ver en ella cómo sentía el mismo dolor que se había inundado dentro de mi ser. Deslicé mi mano sobre su mejilla y ella inmediatamente buscó refugio en ella, y entonces, decidí romper la distancia.

Lo prometo, aunque nadie te quiera.Where stories live. Discover now