La maña llegó invasora con el molesto sonido del reloj, la rubia lavó su rostro, acomodó su cabello y se quedó en silencio frente al espejo mirando su reflejo. Finalmente dejaría de ser una desconocida: "La hija de...";"La hermana de...-", habían llegado el día en que finalmente, podría alzar su nombre al mundo.
A la prueba sólo podría asistir su tutor, y se le había encargado llevar una varita. Anna adquirió la primera a muy temprana edad. Esta varita, era muy similar a la de su hermano y era un hecho que inquietaba al señor Crouch. De por si había sido idea de Barty que empezara a aprender cómo usar una siendo tan joven, no podía evitar cuestionarse a sí por cualquier retorcido interés que su hijo pudiera tener con el objeto, aunque, conociendo la naturaleza de su hermandad, comprendía que aquel era un riesgo digno de correr.
No estaba nerviosa, pero si tenía un tumulto de pensamientos. Su ego quería ingresar a Hogwarts, adelantar cuantos años fuera posible, pero su corazón quería seguir en casa con su hermano. Comprendía que debía crecer y comenzar a estar sola, pero al mismo tiempo, tampoco quería dejar su hogar, a Winky, Annabella tampoco tenía amigos y mucho menos sabía exactamente como tratar con otros niños.
Todo cambió y se hizo luz cuando al salir del cuarto Barty la estaba esperando en la mesa del comedor, estaba sonriendo, le tenía una sorpresa.
- ¿Me prestas tu relicario un segundo? – ella extendió el objeto y sorprendido admitió que no pensaba que lo fuera a llevar puesto.
Barty había colocado en él una de sus fotos favoritas de navidad. Winky había sido la fotógrafa de ese mágico instante, ambos salían junto al árbol, la niña estaba en sus brazos y ambos sonreían con sombreros de lana.
Annabella le dio a su hermano el abrazo más fuerte que los brazos le permitieron. Cuando lo soltó, le enseñó que dentro de su reloj también estaba la misma foto. Ella estaba feliz, feliz en verdad, y quería pensar que él también lo estaba. En el joven, la alegría era tristemente fugaz, su mente era complicada y la felicidad no le duraba más que un instante. Algo se había quedado atrás en Azkaban, el brillo de sus ojos jamás sería el mismo.
Los inconfundibles pasos de su padre estaban aproximándose al comedor. Parecía contento al verlos usar sus regalos. Desayunaron juntos como cada día para luego dirigirse a Hogwarts.
El director en persona los recibía, guiándolos por el castillo, les dio paso a un amplio salón donde estaban ordenadas las famosas tarimas de duelo de las que su hermano tanto le había hablado. Las mismas, habían sido colocadas a los costados para poder dejar espacio libre en el centro.
- Annabelle, quiero pedirte que invites a tu padre a retirarse mientras imparto el examen, quédate con solo con tu varita – mencionó su imponente voz.
El mayor aceptó y se retiró sin más.
- Antes de comenzar, si me lo permites, me gustaría decirte que aquí en Hogwarts no juzgamos a nadie por su pasado, sus decisiones y que mucho menos seremos dedos acusadores de tu familia. Aquí venimos a aprender, a mejorar y a darnos nuestra propia voz en este maravilloso mundo al que pertenecemos- comenzó a hablar con nostalgia en su voz- Tú hermano solía pasar horas y horas en este mismo salón, de hecho, aquella tarima es la misma que él y sus amigos usaban aquí cuando apenas era un jovencito – Su mano señaló y aunque quería correr a verla, había sido educada para mantenerse en pie en su lugar, a menos que le fuera indicado lo contrario – Lamento mucho tú pérdida, espero que este año puedas unírtenos, de seguro harás muy buenos amigos. –
En ese entonces era una niña, no podía ver la realidad en aquellas honestas palabras, pero él, sabía más de lo que aparentaba sobre ciertas cosas y repudiaba que la gente sintiera tal cosa como la lástima por ella, aun así, solo asentía como la niña buena que se le había enseñado a ser y le agradeció sus palabras.
Las pruebas no eran en absoluto difíciles, las que Barty le impartía eran mil veces más complicadas, trucos básicos de primer año, pociones que casi le parecían una broma y preguntas variadas que ya había estudiado tanto que parecían chistes. Él se mostraba asombrado y pensó que no notaría cuando comenzó a hacer cuestionamientos falsos, intentando enredarle. Barty usaba las mismas técnicas y había aprendido muy bien a leer entre líneas. Las preguntas comenzaron a escalar, Dumbledore se daba cuenta de lo que ella era capaz y comenzó a ponerle pruebas de segundo año e incluso una de tercero, todas las cuales pasó con facilidad y al gran mago se le ocurrió una última idea.
- Admito que estoy sorprendido señorita. Honestamente sorprendido, no la subestimaba, pero no tenía idea de cuánto mérito se le debía señorita Crouch – se detuvo - ¿A sido entrenada al igual que su hermano con las reglas básicas de duelista? – preguntó mientras se acomodaba frente a ella ¿acaso era una propuesta?.
- Sí señor, he tenido un tutor rumano que me enseñó del tema y con él que me he batido a duelo en varias ocasiones – respondió con una mentira, era buena mintiéndole a las personas, Barty le había ayudado a aprender a manejar sus emociones, aunque él no pudiera verlo, le estaba dando buen uso a cada una de sus enseñanzas.
- ¿Annabelle te gustaría batirte a duelo con un estudiante de tercero? – aceptó de inmediato.
El señor Crouch volvió a ingresar al salón cuando Dumbledore fue en busca de un estudiante, curioso de la situación, comenzó a interrogarle y sin problema le contó sobre cada una de las pruebas que había pasado con creces. Este presumía con el rostro haciendo pequeñas muecas y sonrisas sarcásticas, era gracioso verle, pero su mueca cambió a una neutra cuando le dijo sobre el duelo y su semblante se posó tenso cuestionando la idea del director.
- ¿Crees que podrás contra alguien de tercero? –
- Sin dudas –
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The Blood Can Kill You
FanfictionElla jamás traicionaría a la sangre, pero si a su propio padre. Annabelle Crouch, una prodigio, hija de Bartemius Crouch y hermana del mortífago Barty Crouch Jr. se convierte en una pieza importante en el comienzo de la segunda guerra mágica, cuand...