Somos efímeros tal como el rocío de una mañana de octubre.
Somos como el tiempo que se queda en la mirada de dos enamorados
tal como se busca la boca para los besos más profundos
Sueño con verte, sueño con aquello que solo tu tienes. Sueño y sueño.
Tal somos que solo en este tiempo existimos, tal somos que nunca nos hubiéramos encontrado si fueras unos días tardíos.
Pedí al cielo una respuesta, hice mi oración y nunca te conocí hasta el momento indicado.
Te soñe y te soñe.
Te soñe y te soñe.
Es cierto que somos como un día que lentamente se apaga,
como la llama de un carbón, así se va nuestra vida.
Pedí al cielo algo hermoso y simplemente llegaste.
Somos las gotas que caen en una mañana. Estruendo grande que en momento se apaga y deja de caer las gotas que dan vida a la tierra.
Esto una historia que tejiste con tus dedos y yo solo te sueño y te sueño.
Me enamoré, perdidamente cuando la abracé. Lo hice sin pensar. No importaba como ella estuviera vestida esa tarde o si el sol abrazaba fuertemente con sus rayos. Esa tarde de abril descubrí otra vez que soy humano.
Por mucho tiempo estuve pensando en cómo sería aquella persona que llegaría a mi vida. Pensaba y pensaba;
¿Cómo sería su silueta?
Me preguntaba:
¿El color de sus ojos sería tan vasto como el cielo mismo? o ¿Serían como el dulce café que tomo por las tardes?
Y aún así no importo todo eso que yo pensaba, porque al final era simplemente ella.
Estuve esperando tanto tiempo ese momento.
Es cierto que soy sincero conmigo mismo cuando pienso que hubo otras personas que me abrazaron durante mi vida. Todas esas personas estuvieron calladas esperando un momento, pero esta vez no hubo segundo que quisiera que ella me soltará. Su sonrisa llegó a lo profundo de mi alma y cuando sentí el roce de su piel era como las suaves nubes que estaban a lo lejos.
Tal vez lo pienso mucho y así es, pero ella no sale de mis pensamientos. Estoy preocupado, porque me estoy enamorando muy rápido.
Pensaba hace algún tiempo que la persona que me llegaría a amar no existía.
Pasaba mis noches imaginando que iba a hacer si esa persona fuera posible y ella vino y todo lo que planee ahora no tiene sentido. Ella me hace sentir feliz, pero tengo miedo de perderla.
La historia de esto comenzó desde el año pasado a mis 24 años. Todo lo que tenía era un trabajo y una gran depresión. Eso es gracioso, porque la mayoría del tiempo pasaba en vela y con mal humor en el trabajo.
Mientras escribo esto está sonando una ligera música de piano.
Recuerdo que un día en ese trabajo me escribieron diciendo que debía ir a un pueblo afuera de la zona central del país. Cuando lo leí ligeramente sonreí.
Se que nadie pudo ver mi expresión porque estaba en el subsuelo donde parquean los autos y nadie se acercaba a esa hora por ahí.
Se que mantuve una sonrisa porque estaba harto de la ciudad de los mismos rostros, de llegar a casa y que nadie estuviera ahí para preguntar: ¿Cómo me había ido?
Esa tarde que iba cansado hacía la casa pensaba en:
¿Cómo iba a ser lo que iba a pasar en aquellas montañas?
En la noche no podía dormir, tenía los ojos pegados al cielo del cuarto.
En la madrugada vino el viaje.
Fantasiosamente divagaba mi mirada en el transporte público y mis ojos solo se quedaban viendo la línea que iba por la carretera, a veces desaparecía y otras veces el camino cambiaba de color. La ciudad se estaba quedando atrás y la naturaleza como si siempre mantuviera una frontera con el hombre retoma su fuerza en el paisaje.
La señal de mi teléfono se iba por muchos ratos y las canciones que se reproducen en línea se paraban. Eso me molesta mucho y ahora entiendo lo que dice un amigo mío con respecto a que la música lo mueve.
El viaje duró mucho, como 6 o 7 horas. Mi espalda estaba molida de estar soportando el asiento que poco a poco se iba haciendo más y más insoportable.
Al llegar a pequeño pueblo me llamarón. Me pidieron que en la noche llegará por la noche a esperar un colega que iba a ayudar al proyecto.
Todo en ese pueblo era colonial, no parecía que el tiempo hubiera pasado ahí.
Los grandes edificios no pasaban por las mentes de las personas que construyen ahí. El último viaje que proviene de la ciudad llegá a las 9 de la noche. Todos los restaurantes a esa hora estaban cerrados y solo se oía una que otra ranchera en algún chinchorrillo de pueblo.
Para esta gente ya era tarde, no había nadie esperando en la estación. Estaba oscuro y hacía mucho calor.
Yo estaba preparado fuertemente con mis sandalias y una camisa de tirantes y los mosquitos de la zona solo veían en mí una cena potencial.
Le pregunté al cheque de la estación: << ¿Será que falta mucho para que llegue el último viaje?>> Me respondió: << No, amigo, ya casi llega. Siempre se tarda un poquillo por la niebla del cerro, pero ya casi llega>>
Espere sentao en una banca quitándome los mosquitos y a regañadientes decía: ¡Estúpido Oscar, que me hace esperar aquí!
Oscar era mi jefe en ese momento.
Cuando llegó el último viaje. Una dama muy delicada se bajó o por lo menos eso era lo que veía yo. Solo ella se bajó del autobús. Fue incómodo porque solo había una banca y ella se sentó a la par mientras yo estaba esperando y preguntándome que: ¿Quién podrá ser el colega que enviaron al proyecto?
Ella al rato empezó a revisar sus maletas y sacó su teléfono y marcó y sonó mi teléfono.
Ella era el colega de apoyo. Ella es la razón.