1. Mil y un hojos

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Soledad, eso es lo que percibo cuando abro los ojos en la mañana, ni un alma, solo estoy yo en mi cama, ¡Ah¡ y el cadáver que duerme a mi lado, mi amado Stephan Guruliëu. Nuestro amor es único, lo veo acostado e inmóvil en todos lados. Estamos atados por el destino, de eso se trata el amor después de todo, ¿no? Pero hay algo que siempre he estado preguntándome... ¿Por qué no me toca? ¿Le parezco desagradable? ¿No soy deseable?

Mamá siempre decía: "Algún día encontrarás a alguien que te desee tanto por tu exterior que por tu interior, & cuando lo encuentres, jamás lo dejes ir". Trato de seguir el consejo de mamá, pero, nada cambia... Mi amado no me desea & yo deseo que me desee...

Cuando me levanto de la cama, él se levanta también. No veo a dónde va o siquiera cuándo se levanta, sólo sé que cuando me levanto él ya no está, porque debe trabar o algo parecido. Continúo mi rutina, bajo por las escaleras, saludo mamá y a papá; saludo a Griffin, el gato de la casa; saludo a Cruz, uno de mis tantos pretendientes; y finalmente, saludo a Erma, la mascota familiar.

No suelo arreglarme mucho el cabello, me gusta cómo se ve al levantarse, & mucho más por esos fantásticos brillos de colores que salen cuando lo sacudo. Me miro al espejo y me digo a mi misma "Soy hermosa, estoy buenísima, ¡Grr!" Y mi parte favorita antes de bañarme: una charla conmigo misma, sobre mi amado, bueno, nuestro amado.

- Quizás no le gusta tu olor cuando te levantas.
- No creo que sea mi olor, él no puede olfatear, pues está muerto, ¡duh!
- Tienes razón, ¿pero y si aún así te olfatea? Debes tener un balde de agua y jabón al lado de la cama para cuando te levantes, te restriegues y tu olor sea el que él desee.
- ¡¿Cómo pretendes que moje la cama?! ¡No puedo mojar la cama! ¡mamá me mataría! Además, no mojo la cama desde los 4 años.
- Mira, ¿quieres que él te toque o no?
- ...

Al salir del baño, ya aseada, me vestí rápidamente para salir. Ir al parque a observar a todos era mi rutina favorita. Me coloqué unos zapatos cerrados que me parecían incómodos, tenía un pie algo... ¿fresco? No importaba, tenía un abrigo y unos jeans algo rotos, pero eran por moda.

Bajé por las escaleras y me despedí corriendo de mamá no sin antes darle un beso. "Ten cuidado afuera" la oí decir, & seguí corriendo. Mientras corría, sentía el viento en mi cara, veía muchas cosas: personas, casas, árboles, autos, una bicicleta, un ángel, un crater enorme que logré saltar... Pero también sentía dolor. Sentía mis brazos entumecidos, sentía manos por todo mi cuerpo, sentía miradas...

Me detuve a respirar, estaba muy agitada y llegué a pensar que era por eso que sentía cosas inexplicables, pero no mejoró para nada. A mi alrededor habían ojos, ojos de varios colores. Escuchaba voces, voces que decían "Despacio...", "Ya casi llegamos...", "En mi, pequeña, encontrarás el camino"
Se presentó una luz al fondo de todos esos ojos, que me llamaba... la forma hipnótica con la que brillaba, me hacía caminar a ella sin darme cuenta, ignorando aquellos ojos. Mientras caminaba sentía cómo los ojos se iban añadiendo a mí, como era yo la que tenía tantos ojos, ojos con los que podría mirar centenares, miles, millones de cosas...

Y allí estaba yo, sin darme cuenta, me encontraba sentada en una de las bancas del parque. Sin saber cómo llegué ahí, pero lo que vi, lo que sentí, podía jurar que era real...

Me sentía estática en esa banca, sin poder moverme, casi que obligada a mirar hacia al frente. Pero eso no importaba, porque de una u otra manera, podía ver todo lo que sucedía a mi alrededor; el perro que corría detrás de un árbol, las abuelitas haciendo su rutina de ejercicio, incluso lograba ver las ardillas que se escondían en sus madrigueras. Tenía ojos en todas partes del lugar, era una vigía, una observadora que no podía objetar u opinar acerca de lo que veía.

Una señora de aspecto de mediana edad se sentó a mi lado, y creí escuchar cómo me decía "buen día". Le contesté, pero ella no pareció escuchar lo que dije, así como no se dio cuenta de ningún movimiento que hacía. Comencé a desesperarme de que no me prestara atención y me levanté a estrecharle la mano. Ella sólo miró hacia el costado, frunció el seño en señal de disgusto y se levantó.

Sola... nuevamente sola, sentada en una banca en un parque lleno de personas, pero seguía sola, aunque observada. Me levanté y comencé a caminar al rededor del parque, ya estaba demasiado incómoda. Vi un perrito y le comencé a acariciar el cuello, pero algo no estaba bien. Mientras más lo acariciaba, salía una especie de líquido transparente y brillante. Decidí dejarlo y seguir mi camino.

No tardé mucho tiempo en el parque, así que decidí irme a casa. Sentí que ya había interactuado demasiado con el mundo exterior, además, no encontré a mi amado en el parque, así que deduje que si me volvía a dormir podría verlo, y esta vez, él me tocaría. Eso me alivió un poco la mente, pero seguía pensando en aquel líquido, el cual aún tenía en mis manos, "¿Era la baba del perro que estaba así de brillante? Quizá comió brillantina o algo". Preferí pensar eso para quitarme la incógnita e irme pacíficamente a casa. Pero esta vez no caminaría, nah, decidí tomar un taxi. Siempre me han parecido geniales los taxis, me gustaban de pequeña y me siguen gustando ahora.

Detuve el taxi a una cuadra del parque, me subí, saludé y di la dirección. Me senté en el asiento de atrás, mamá me enseñó que es más seguro por si te tratan de secuestrar, puedes atarle el cuello con la silla y asfixiarlo. "Defensa personal" lo llama ella, sin embargo, me gusta llamarlo "debajo del agua" porque en el agua no respiras, y si te asfixias pierdes la respiración.

Es gracioso si lo ves desde otra perspectiva...

El taxista tomaba su tiempo y a mí me retumbaba la cabeza, así que, después de asegurarme que era de confianza y no me iba a secuestrar, decidí darme una siesta hasta llegar a mi destino. Hasta donde la luz me decía que fuera.

تموت فقط عندما تنسى

Dulce MagdalenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora