El mechero rojo

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En las grandes calles de Madrid, se encontraba Elena desesperada por encontrar un estanco.

Llevaba horas recorriendo la gran avenida de Malasaña,tras pasar una agradable mañana con sus amigas , está decidida, fue camino a su casa, pero tras ponerse un cigarro en la boca y empezar su caminata vio que se había olvidado de algo muy importante,su mechero.

-Joder...-pensó en sus adentros- seguro que Claudia me lo ha picado, recuerdo perfectamente que tenia mi mechero en el bolsillo.

Con una gran frustración encima se pasó dos horas más buscando un maldito estanco,sin tener rastro de este,decidió preguntar a las personas que transitaban a su alrededor.

Tras varias negaciones por parte de un grupo de ingleses, se acercó a un hombre anciano, que al igual que ella, tenía un cigarro en la boca y para su suerte, un mechero.

-¡Por fin!- dijo Elena para sus adentros.

A zancadas, Elena se acercó hacia el anciano y con una sonrisa le pregunto:

-¿Tienes fuego?

El anciano alzó su mirada y con una voz ronca,le contestó:

-Si, tengo mechero,pero...-tras intentar varias veces encenderlo- no funciona.

-¿Me deja intentarlo?-preguntó Elena,desesperada por su mala suerte.

El hombre por un momento dudó y no dijo nada, pues el mechero que tenía entre sus manos llevaba toda la vida consigo y había funcionado perfectamente hasta ahora.

-Por favor...-rogó la chica al no ver ninguna respuesta por su parte.

Tras su insistencia, el anciano le dio el mechero a regañadientes.

-Es posible que no tenga gas-Dijo por fin el hombre,resignándose a su situación.

Pero, para sorpresa de ambos, tras darle un par de veces, una llama grande salió de las manos de Elena.

Disfrutando de su suerte, se encendió su cigarro gustosa y le ofreció encendérselo a aquel hombre, que asintió.

Pasaron cinco minutos cuando ambos se terminaron su correspondiente cigarro, y a la hora de irse, Elena intentó devolverle el mechero al anciano,pero este se negó y simplemente le dijo:

-Ahora es tuyo, ya ves que a mi ya no me funciona.

Elena se lo agradeció con una sonrisa y tras encenderse otro cigarro se despidió de él y continuó andando sin mirar atrás.
Y sin percatarse,el anciano poco a poco se fue desvaneciendo, pues acababa de llegar la hora de su muerte.

Y el mechero,ahora de color rojo en los bolsillos de Elena,encontró una nueva víctima.

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⏰ Última actualización: Apr 05, 2020 ⏰

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