Noche sin luna después de una tormenta. Esas eran las noches que el joven más amaba. El cielo completamente despejado después de que las nubes desaparecieran, cuando todo era silencio por unos instantes y la sensación de estar en otro mundo le invadía. Siempre había encontrado paz en las tormentas, en sus fuertes despliegues destructivos, en sus vendavales y cortinas de agua que arremetían contra las construcciones. El sonido del agua golpear contra el tejado enmudecido por las paredes de su hogar. Amaba esos sonidos, y era el mejor momento para cultivar.
Su meditación, siempre había sido más fructífera en esos momentos. Cuando se sentía protegido bajo los ataques de la madre naturaleza. Era entonces cuando podía percibir la expansión de sus sentidos y cómo su núcleo dorado pulsaba y reía con las gotas que caían a un lado de su ventana.
Pero lo que más satisfacción le daba, lo que más le ayudaba, era observar a su acompañante blandir su sable bajo el mismo techo. En la privacidad del hanshi, rodeado por todas las velas y candelabros que habían podido recolectar, su imponente acompañante blandía su sable bajo los golpes de la tormenta y danzaba con el orgullo de su secta. El filo golpeando enemigos invisibles, las luces de las pequeñas velas danzando con él mientras el aroma a sándalo llenaba el recinto.
Él observaba con sumo detenimiento, y su acompañante mantenía un porte severo pero totalmente decidido en cada uno de sus movimientos. No había duda, no había espacio para confusión u otra clase de emociones. Su sombra, fragmentada en mil direcciones debido a las pequeñas luces, se movía con vigor. Muy ajeno a los movimientos usuales que se practicaban usualmente en el Receso de las Nubes.
Lan Xichen, siempre le había observado con maravilla, curioso a pesar de sí al saber que ese era un estilo que no era compatible con su forma de ser. La secta Qinghe Nie, con sus sables y cultivo tan agresivo, era intrínsecamente diferente a todo lo que el joven había practicado y conocido. Podía ver que cada movimiento, que la fuerza detrás de cada estocada y corte, no se correspondería jamás con su tipo fìsico y estilo personal. No le entristecía, pero al ver a Nie Mingjue practicar de esa manera, podía encontrar un tipo de belleza que rara vez contemplaba.
Se le había enseñado a nunca dejarse controlar por las emociones. Sino que uno mismo debía de controlar las emociones en todo momento. Nunca exagerar, nunca gritar, nunca romper las barreras de cortesía ya que eso era lo que dividía a los hombres de las bestias. Y sin embargo, la secta Qinghe Nie era opuestamente directa. Eera un estilo de espada honesto, en el que las intenciones eran transmitidas en todo momento. No había subterfugio ni sutilidad, no había siquiera un vestigio de mentira o engaño en ese filo. Brutalmente honesto.
Y para Lan Xichen, aquello era absolutamente refrescante.
Como la tormenta que arremetía contra el hanshi, como la nieve cuando caía en plena tormenta y detenía al mundo mismo para dejar saber que nadie podía dominar la naturaleza misma salvo quizás los grandes inmortales. Y aún entonces, las leyes de los cielos rara vez intervenían en la tierra de los mortales. Los cultivadores podrían caminar entre ambos mundos, pero incluso entonces las puertas que se abrían eran pocas y solamente para unos cuantos afortunados.
Un corte, una estocada, y una a una las velas fueron apagándose hasta quedar sumidos en la oscuridad y el silencio.
No era inusual que tuviesen esa clase de encuentros, lejos de las miradas de los líderes de secta y los hermanos mayores. Lejos de los ojos que observaban y velaban por potenciales alianzas entre juegos políticos, los jóvenes mantenían una camaradería nacida de una comprensión implícita y sin palabras.
Cuando se conocieron, cuando todavía eran demasiado jóvenes para comprender el peso de su destino y posiciones, Nie Mingjue era un joven de gran convicción, severidad y temperamento ardiente. Su intolerancia hacia las injusticias y a todo aquello que se desviase del camino de la moral, era reconocido incluso cuando había visitado Gusu Lan como un discípulo externo.