Estrella

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Cuando te conocí eras una estrella que no brillaba, no recuerdo cuando ni dónde fue la primera vez que te ví pero, si recuerdo dónde y cómo fue la última vez. Fuiste la primera desgracia que llegó a mi vida y la verdad no estaba preparado para tanto dolor, solo tenía catorce años.

La gente se burla de los niños de secundaria que se quejan del amor y lloran por mucho tiempo porque según ellos, están muy pequeños como para saber sobre los sentimientos. Les dicen ridículos. Pero a esa edad cuquier cosa duele, así allá sido algo insignificante duele muy furte porque cuando uno tiene la edad de catorce años la mayoría de los sentimientos amorosos hacia otra persona los experimentan por primera vez, y nada duele como la primera vez.
Realmente los amores de la secundaria no duelen de esa manera porque hayas amado a esa persona como a nadie, simple y sencillamente duele de masiado por la razón que les acabo de dar.
El punto es que en enero del 2014 llegaste a mi vida, con tu piel blanca, delgada como una rama y tus ojos color miel-ambar. En ese entonces me gustabas porque eras lo que todos consideraban una persona bella y yo era alguien que se fijaba mucho en lo que la gente dijera sobre mi.
Tal vez no te llegue a amar tanto como tú ami, pero te amaba, en cambio tú amor por mi era tan grande que no te importaba hacerme sufrir con tal de no alejarme.
En mis recuerdos tengo los días claros de cuando nos veíamos en nuestro punto intermedio y caminábamos por el parque hasta que todo se volvía oscuro, entonces tú me tomabas de las manos, me mirabas a los ojos y mientras sacabas un objeto extraño, me decías exactamente estas palabras.

— Te amo. Nadie te podra amar como yo lo hago, no es que no seas lindo, pero mírate, solo yo podría amarte.

Y mientras guardabas la navaja con la que te cortabas los brazos para hacerme saber que si te dejaba tu te ibas para siempre, me decías:

— Te amo.

Yo temía y obedecía.

Repito que mi amor por ti no eran tan grande, pero al final de cuentas no dejaba de ser amor lo que sentía mi corazón, sin embargo llegó el momento en el que empezaba a tener miedo cuando estaba junto a ti, a veces eras la persona más dulce y otras veces la persona que más me hería con sus palabras sobre mi persona. Llegó el punto en el que decidí hablar lo menos posible cuando estuviese contigo porque sabía que con cualquier cosa que dijera podría disgustarte.
El estar callado fue una costumbre que fui adquiriendo no solo cuando estaba contigo, sino en cualquier lugar.
Recuerdo que... ¡Solo pensarlo me pone los nervios de punta! Recuerdo que cuando me besabas mordias mis labios y no me soltabas hasta que dijera que te amaba y entre más tardaba en decirlo más apretabas tu mandíbula hasta que mis labios empezaban a sangrar, y con el tiempo se volvía más difícil hacerlo porque dejaba de amarte poco a poco y claro está que no me alejaba de ti por temor a que hicieras una locura como quitarte la vida así como siempre lo decías cuando me tomabas de las manos para al final decir "te amo".  Éramos solo dos niños jugando al enamorarse. Aún en la parte interna de mis labios puede verse las pequeñas fisuras que aún quedan,  desde entonces odie cuándo alguien me mordía después o durante un beso.

Al principio fui muy lindo contigo, y sinceramente fuiste tú la que mató al niño tierno, fuiste tú la que lo asesino descaradamente. Fuiste tú y aún así tenías la hipocresía de reclamar que me había vuelvo seco y frío.
A mí no se me olvida las cosas que me hiciste, no olvidó el día que me obligaste a hacer cosas atroces  a cambio de que no hicieras una locura.  ¿Sabías que gracias a ti, en el presente evito tener sexo? ¿Sabías que gracias a ti, me dan miedo algunos sonidos en particular? ¿Sabías que gracias a ti, empecé a leer en exceso para olvidarme de lo que me hiciste? ¿Sabías que gracias a ti, fui cruel con personas que no merecían lidiar con mi dolor? Fue gracias a ti, que murió el niño bueno por mucho tiempo.

Tampoco olvidemos las veces que me golpearon por tu culpa, tanto en la escuela como en la calle me pegaban por que según ellos yo te había lastimado y claro, como eras hermosa y todos querían contigo, hacían lo que TU les ordenabas. Al principio era golpe tras golpe y yo no me sabía defender, fueron innumerables las veces que sangraba sin parar, lo peor de todo es que ni siquiera trataba de defenderme porque durante mucho tiempo me hiciste creer que lo merecía. Bien sabes que la situación eran tan grave que mi amigo Isaac me acompañaba a todas partes porque a él no podían ganarle. No obstante Isaac no podía cuidarme a todo momento y cuando el no estaba se desquitaban el doble de feo y por necesidad yo tuve que aprender a defenderme, solo así me pudieron dejar en paz, cuando vieron que ya no podían hacerme nada. Aunque eso no quita el echo de que mi nariz siga chueca por una de esas peleas innecesarias.

No voy a decir las cosas que me hiciste porque no puedo contarlas sin antes entrar en trance, asi que supongo que no podré contárselas a nadie, nunca, y eso me seguirá atormentando por el resto de mi vida. Fuiste tú, Fabiola, la que me destruyó por primera vez. Y fuiste tú la que le dió apertura a mi lista de personas que hubiera deseado jamás haber conocido.

El último recuerdo que tengo sobre ti es cuando fuiste a buscarme a mi casa en la tarde-noche. En ese momento aún vivía en la casa de mi mamá cuando tocaste la puerta y te ví frente a mi, enseguida llegó Isaac con Josahandy corriendo tras de ti cómo queriendo alcanzarte. No dijiste nada, solo me viste a la cara con una mirada sin rumbo pero con la expresión de querer explotar. No dijiste nada, solo me miraste a los ojos por unos segundos y después te fuiste. Desde entonces no supe nada de ti.

Puedo juntarte que hasta la fecha, más exactamente hace como un mes, he tratado de buscarte, pero no encuentro ni rastro de mi. Ya no me importas, incluso te odio, pero quiero saber que paso después de que te fuiste esa noche en la que te puede haber alcanzado pero que no lo hice.

—UNFG

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