Yashiro, aún sabiendo que algo andaba mal con sus amigos, y que ya todos estaban confundidos, estaba feliz y siempre siendo optimista. No dejando que una noticia la desenfrene así.
Más su amiga, sin en cambio, estaba perdida, intentando descubrir una forma de evitar la tragedia.
No importaba cuáles eran las medidas, exorcizar, matar, ignorar, o hacer cualquier cosa. Ella lo haría, porque se había aferrado tanto a Nene, que no podía dejarla ir.
Un amor obsesivo se posicionó dentro de su corazón, capturando como víctima a la chicha se segundo grado.
Aunque no lo pareciera, ella siempre estaba para Nene, no importaba si era utilizada por Hanako y utilizaba como medio a Nene, mientras ella te sonriera no te importaba nada.
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Fuiste al baño del viejo edificio porque el fantasma de este te había llamado, no dudaste en ir cuando solo dijo "Nene", así que sin más tocaste la puerta del baño y entraste, no había nadie, Yashiro pronto llegaría para limpiar los baños y después irse a su casa.
Te sentaste en el espacio libre que tenía la ventana, viendo cómo el crepúsculo llegaba y se mantenía en tus ojos reflejado, viendo a Nene en este, porque ella era tu sol.
— ¡Oh, llegaste! —recitó el fastasma contento mientras se posicionaba a tu lado. Con un deje de curiosidad lo llamaste, esperando una respuesta.
— ¿Para que me traes aquí, Hanako-kun? —preguntó, notando el poco interés que se tenían mutuamente.
— Tengo una forma de salvar a Yashiro.
Con solo esa simple oración volteaste a verlo, asegurándote de que esté no fuera una broma, más es su rostro solo estaba una cara sería, haciendo esa expresión como si de otro ser se tratase.
Abrió la boca para decir algo, más el la calló sacando un pequeño sobre y aventando esté en sus manos sin descuido, lo agarro nerviosa y vió que había un poco extraño adentro.
— ¿La vas a drogar? —preguntó incrédula ante la mirada del mayor.
— No, esto es para que Nene no muera, la llevará a un mundo dónde todo es mejor —habló, sin despegar su mirada de ella— Dásela a el niño y a Yashiro.
Sin más, el espectro se fue, dejando con más dudas que respuestas a la contraria. Sabía exactamente que no debía de confiar en un ente, pero la desesperación por salvar a la dueña de sus suspiros se volvía tan vacía que incluso llegaba a lastimarse a si misma.
Suspiró, cansada, agobiada, con un deje de locura rondando en su mente. Viendo cómo esto no era suficiente.
Fue a la sala de cocina, y sin esperar saco una caja con mezcla de galletas instantáneas. Coloco los pocos ingredientes que le pedían, mezclo todo ello junto al sobre que le había dado el espectro, y sin más dilatación, con moldes, hizo pequeñas figuras para que se vieran mejor.
Las horneo, esperando a que esto funcionara. Más no sabía y sus resultados ya se hacían exorbitantes. Pensaba en el dolor de ver al amor de su vida morir.
Sacó las galletas y las decoró con chispas o glaseado, algunas las dejo sin nada y las coloco en una pequeña bolsa de tela.
Corrió hacía Nene y Kou que venían caminando, sonriendo y riendo como dos rayos de sol.
— Ho-Hola… —agitada, los vió y abrió la bolsa, ofreciéndoles— ¿Gustan?
— ¡Gracias senpai! —exclamó el menor tomando una galleta, viendo su diseño para después comerla, sus papilas gustativas se regocijaron ante el sabor— ¡Saben deliciosas!
Nene sin perder el tiempo tomo una, y dió un halago tras otro. Haciendo que la contraria se sonroje y vea hacía otro lado.
— Tomen, para ustedes. —ofreció dos pequeñas bolsas de las galletas con el polvo.
Sin dudar, ellos aceptaron, con una gran sonrisa en sus rostro y su felicidad, que podían contagiarte de estás.
Sin más, caminando, fueron hasta sus respectivas casas. Hablando de cosas triviales en el camino que parecía no tener fin.
