Hay versos que se esconden en el aire, luego de ser susurrados al viento, los decimos con ternura, timidez, y con el miedo de un niño, como diciéndole al viento "¡Haz que los escuche, dile cuanto le amo!" y al final del día, entiendes que una vez más no llegaron. Cuánto dueles, cuánto pesas, cuánto carcomes, ¿cuánto protagonismo dentro de mi mente necesitas para dejarme en paz? Te di todo lo que tenia, mi voz, mis palabras, mis labios, mis pensamientos, ¡"Yo"! ¡Te di mi "yo"! Aquello que jamas deje que nadie viera... Y de a poco, a pequeños trozos, fui perdiendo la idea de entregártelo, hasta no sentirlo más. Es hora de que busques a otra victima, pues viví con un puñal al corazón y la soga a mi cuello. Es hora de que busques otra victima, pues ya no te daré el drama que deseas, porque la heriste, jugaste a tus andares con ella, le diste raciones de amor en pequeñas porciones, mientras preparabas cada jugada para quitarlas todas de golpe. Amé... Amé con la inocencia de un niño, con la intensidad de un adolescente, con la comprensión de un adulto, con el todo de mi ser. Y ahora no hay nada...
~Sexo al universo
