Kanao Es Fuerte [Kimetsu no Yaiba]

Capítulo Único

El choque de las bokken generó un sonido seco y firme. La fuerza del impacto tiró hacia atrás al pelirrojo, quien terminó en el suelo.

—Auch... —se lamentó—, eres más fuerte que antes, Kanao.

—Tu cuerpo no está recuperado aún.

—Aún así, estoy seguro de que has mejorado.

La pelinegra le ofreció la mano para que se levantara. Este la aceptó gustoso.

Entonces una niña de baja estatura y cabello castaño oscuro, recogido en dos trenzas con prendedores verdes, apareció en el jardín.

—Kanao-san, Shinobu-sama me pidió que te llamara.

La pelinegra asintió.

—Oh, hola, Naho-chan.

—Tanjiro-san también, no deberías exigirte mucho —dijo la niña con preocupación.

—Ah, yo estoy bien —movió su mano de forma despreocupada—. Estos entrenamientos extras me ayudan a fortalecer mi cuerpo.

Mientras ellos conversaban, Kanao se había quitando sus blancas botas. Esto era para no ensuciar el interior de la estructura.

—Hasta luego —se despidió Kanao, entrando al edificio.

—Gracias por ayudarme, Kanao. Nos vemos.

—Entonces, yo también debo volver a hacer mis tareas —dijo la niña.

El pelirrojo asintió.

—Sí, gracias por preocuparte.

Tanjiro se estaba preguntando qué podía hacer por su cuenta, cuando escuchó el gorjeo de un ave que ya conocía.

Entonces un pequeño gorrión se posó en su hombro.

—¡Ah, Tanjiro! —dijo un rubio atravesando el jardín—. ¡Aquí estabas!

—¡Zenitsu! —exclamó el otro sorprendido y feliz—. Me dijeron que volviste al trabajo tras la pelea con la luna superior seis.

El rubio asintió con la cabeza antes de empezar a lagrimear.

—¡Tanjiro, tardaste mucho en despertar! —lo agarró de los hombros y comenzó a agitarlo—. ¡Y cuando me enteré de que lo hiciste, Chuntaro no me dejó venir hasta ahora!

—Bueno, estoy seguro de que tenías mucho trabajo, así que no me molesta.

Los ojos borgoñas del pelirrojo habían formado espirales por el forzoso movimiento de Zenitsu. Pasaron unos minutos antes de que Tanjiro consiguiera convencer al rubio para que se detuviera.

—¿Ya no le temes a los demonios? —preguntó sorprendido Kamado.

—No es que no me den miedo, pero después de enfrentar a una luna, supongo que ya no se me hacen tan fuertes —le dio un mordisco a la bola de arroz que reposaba en su mano—. Aunque tampoco recuerdo mucho de aquella batalla.

—¿Sabes algo de Inosuke?

—Solo que regresó a las misiones hace unas semanas. Estará armando un escándalo en algún pueblo.

Ambos asintieron de acuerdo.

—¿Has estado haciendo algo más a parte del entrenamiento de recuperación?

—No realmente. Trato de vencer a Kanao con las bokken, pero ella es demasiado fuerte.

—Bueno, es la Tsuguko de Shinobu-san —terminó de tragar el último trozo de la bola de arroz—. Pero, ¿no es eso algo malo?